La voz colectiva a través del arteterapia
Desde el colectivo Jacaranda Arteterapia se trabaja con la convicción de que la arteterapia es una disciplina poderosa y necesaria para facilitar espacios de confianza que inviten a desarrollar procesos de transformación. A lo largo de los años, se ha ido construyendo una metodología de trabajo a partir de la creación de diversos espacios artístico/ terapéuticos, fundamentados en el respeto, la empatía, la escucha activa y un enfoque de trabajo horizontal.[1]
Resumen
Este artículo pretende visibilizar el potencial que albergan los espacios de creación y expresión grupal con enfoque arteterapéutico. A través del desarrollo de un proyecto de arteterapia se observa cómo el trabajo colectivo fortalece el sentido de comunidad, mientras que la diversidad enriquece el proceso creativo. Los espacios compartidos facilitan el fortalecimiento de la voz individual y la transformación personal, posibilitando a la vez un nuevo lenguaje colectivo.
Palabras clave: creación, colectivo, expresión, transformación, diversidad.
Introducción
En este trabajo se explora cómo el proceso de participación en talleres grupales de arteterapia puede ayudar a las personas a encontrar su voz y descubrir nuevas formas de expresión a través de la creación artística. En los espacios simbólicos que se generan, el proceso creativo se nutre del trabajo colectivo, propiciando de forma complementaria la profundización del universo creador.
Desde el colectivo Jacaranda Arteterapia se trabaja con la convicción de que la arteterapia es una disciplina poderosa y necesaria para facilitar espacios de confianza que inviten a desarrollar procesos de transformación.
A lo largo de los años, se ha ido construyendo una metodología de trabajo a partir de la creación de diversos espacios artístico/terapéuticos, fundamentados principalmente en el respeto, la empatía, la escucha activa y un enfoque de trabajo horizontal en el que las arteterapeutas son parte del grupo. Dicho enfoque está atravesado por la perspectiva de género, herramienta fundamental para tener una mirada amplia, igualitaria, diversa y consciente de la persona y todas sus transversalidades. De esta manera, se refuerza la convicción en el trabajo colectivo, eliminando toda jerarquía y fomentando la igualdad de participación. Esta dinámica permite generar un espacio en el que las experiencias, conocimiento y perspectivas individuales se entrelazan para enriquecer el proceso del grupo.
El arte como mediador se convierte en la herramienta principal para la exploración del mundo interno, actuando como espejo que refleja las experiencias y emociones más profundas, abriendo espacios para las interrelaciones grupales y permitiendo abordar con nuevas narrativas la propia identidad.
A medida que los participantes se encuentran con este espacio seguro y libre de juicio, se establece una dinámica de grupo que fomenta la colaboración, el intercambio y la creación conjunta.
Arteterapia y creatividad
El proceso de creación es el eje central en la arteterapia. Es en este espacio donde afloran las experiencias y emociones de los participantes y se abre la posibilidad de crear un puente entre consciente e inconsciente. Dicho proceso ocurre en lo que Winnicott denomina “El espacio potencial”, una zona intermedia entre la realidad interna y externa, en la que es posible acceder a la creación para abordar las emociones emergentes (Rubin, 2005). Fiorini (1995) también hace referencia a este “espacio potencial” como una etapa necesaria del proceso creativo. El inicio de dicho proceso se da a partir de un desequilibrio, que desencadena la necesidad de explorar y trabajar nuevas formas de integración con el propósito de retornar a un estado de equilibrio. El arteterapia proporciona un entorno seguro, donde los participantes pueden adentrarse en el proceso creativo y probar nuevas formas de relacionarse con sus emociones y experiencias internas, encontrando también la manera de comunicarlas.
La creatividad se convierte en un vehículo poderoso para la reflexión y la autoexploración. Desde el arte emerge un lenguaje simbólico, que va más allá de las palabras. Los pensamientos y emociones toman forma y color, brindando nuevas perspectivas y significados.
Aportes del trabajo colectivo
El trabajo colectivo desempeña un papel fundamental en los talleres de arteterapia. A medida que los participantes se encuentran con este espacio seguro y libre de juicio, se establece una dinámica de grupo que fomenta la colaboración, el intercambio y la creación conjunta. Como menciona Oaklander, “El grupo se transformará en un espacio privilegiado para experimentar, encontrarse como individuo separado de los otros a través de las interrelaciones que suceden, en un espacio seguro” (Oaklander, 2005, p.39).
El poder de la comunidad se hace evidente y se fortalece cuando las experiencias individuales se van entrelazando y enriqueciendo mutuamente, generando un entorno de aprendizaje, crecimiento y transformación colectiva. El trabajo en grupo permite que las personas compartan sus diferentes perspectivas, generando un sentido de pertenencia. A medida que las actividades se van entrelazando, y se profundiza en la colaboración grupal, la apertura y la escucha mutua, se van estableciendo conexiones profundas e íntimas que trascienden las barreras individuales.
El espacio colectivo proporciona un refugio para los participantes, un lugar donde promover un mayor sentido de autoafirmación. Un ejemplo concreto de cómo el trabajo colectivo se manifiesta en los talleres se puede visualizar a través de una sesión en la cual se creó un refugio utilizando cartón. Esta actividad tuvo como objetivo conectar con el calor interno y la protección, forjando un sentido de seguridad, independientemente de las circunstancias que se atraviesan. Se abrió un espacio de reflexión sobre la necesidad de refugio, y a partir de la puesta en común se encontraron nuevos lugares tangibles para el autocuidado. Una vez terminado el refugio propio, se dio paso a la construcción colectiva de una aldea. Los participantes se organizaron y unieron sus refugios, generando un encuentro, donde cada uno contribuyó con su propia forma de expresión creativa. Se abrió un canal de colaboración en el que el respeto y la escucha activa fueron fundamentales para integrar los diferentes elementos y perspectivas en una estructura común y significativa. Se indagó en la palabra refugio para ampliar su espectro y se llegó a la conclusión de que no solo está compuesta por estructuras físicas, sino también por la interacción humana y el apoyo mutuo. Luego, se añadió un muro de palabras alrededor de la aldea, donde cada participante escribió una palabra o frase, simbolizando la protección y el cuidado colectivo. La aldea creada representó la capacidad que tiene un grupo de personas para unirse y construir un espacio de seguridad, encontrando empoderamiento en la voz colectiva.
Otro taller que dejó visible la potencia creativa del grupo formó parte de un bloque de cuatro talleres en los que se trabajó con diferentes materiales en torno a los cuatro elementos. En esta ocasión, el agua.
La diversidad dentro del grupo contribuye a enriquecer todo proceso creativo. Cada persona aporta, desde su propia subjetividad, una manera única de mirar el mundo y su forma de interpretarlo a partir del lenguaje artístico personal y su recorrido vital.
Se exploró a partir de una técnica muy antigua de es tampado, llamada “Ebru”, mediante la que el agua se convierte en el lienzo y los resultados de impresión son azarosos. Se comenzó por una actividad individual en la que, a partir de pequeños fragmentos, cada participante fue creando su propio río (su propio camino recorrido). Al finalizar, se invitó a los participantes a observar esos ríos y se les propuso, construir puentes para llegar de un río a otro, uniendo sus aguas y haciendo que confluyan. El momento de creación colectiva fue una sublimación del trabajo individual, los participantes conectaron de muchas formas esos ríos, formando parte de un océano que no dejó de expandirse. Se llegó a la conclusión, de forma conjunta, que ningún río puede existir en solitario, señalando que las redes y la conexión humana son vitales para la construcción de toda individualidad y que el trabajo en grupo permite teñir nuestra realidad de otros colores posibles.
La importancia de la diversidad
La diversidad dentro del grupo contribuye a enriquecer todo proceso creativo. Cada persona aporta, desde su propia subjetividad, una manera única de mirar el mundo y su forma de interpretarlo a partir del lenguaje artístico personal y su recorrido vital. Al generar espacios de intercambio, se produce un flujo constante de inspiración y retroalimentación. Esto permite abordar nuevas posibilidades tanto en el arte como en los diferentes canales de expresión y comunicación. La sinergia que se crea a partir de este intercambio, impulsa a los participantes a experimentar, arriesgarse e indagar en territorios hasta ese momento desconocidos.
Los talleres de expresión libre y creatividad son testigo de la capacidad que tiene un grupo de personas desconocidas para crear un espacio seguro donde escuchar y ser escuchadas. Estas interacciones permiten construir nuevos relatos basados en las necesidades y realidades de cada grupo, buscando potenciar sus manifestaciones de empoderamiento y visibilidad. Y es justamente en ese sentido donde se hace visible lo invisible, las palabras cobran voz y las personas, habitantes de un mundo en el que se hace cada vez más complejo detenerse a escuchar al otro, logran expresarse y transformar el prejuicio en empatía, la indiferencia en consciencia y los muros en puentes inquebrantables.
En el trabajo colectivo y diverso se forjan lazos de confianza y apoyo mutuo, fortaleciendo el sentido de comunidad y promoviendo una nueva forma de resiliencia, mediante la cual el aporte de cada uno de los miembros del grupo es transformador para el otro. Todos somos espejo y puente de emociones compartidas que tienen un espacio real para manifestarse y ser contenidas en red.
El grupo sostiene, acompaña, potencia, genera estrategias conjuntas de afrontamiento, refleja múltiples realidades que serán observadas desde múltiples miradas, integra y enriquece el trabajo arteterapéutico.
Conclusión
Todas las personas tienen experiencias vitales únicas, ya que provienen de diferentes contextos y circunstancias que fueron construyendo lo que son. Sin embargo, hay un universo común que las atraviesa: un universo sensible que refleja, a través de vivencias y sentires, su humanidad.
Los espacios compartidos protegen de la indiferencia y del aislamiento. En ellos, se tejen lazos de cuidado y escucha mutua, en los que no hace falta conocerse de cerca para acompañarse, expresarse en libertad y dejar que las emociones afloren sin prejuicios.
El proceso creativo como fuente de exploración profunda hacia el interior permite, a partir de una mirada libre y sensible, tender puentes con las personas, potenciando el aprendizaje colectivo y haciendo posible volcarlo en la propia experiencia. El arte, en este sentido, es el gran mediador para emprender desde la exploración un camino de descubrimiento hacia aquellos lugares donde las palabras no alcanzan.
El grupo sostiene, acompaña, potencia, genera estrategias conjuntas de afrontamiento, refleja múltiples realidades que serán observadas desde múltiples miradas, integra y enriquece el trabajo arteterapéutico. La potencia de la creación colectiva mueve emociones, manos y palabras, abre el espacio a un nuevo lenguaje que es de todos y para todos, una voz que crece y crece cuando se alimenta de otras voces, y guarda dentro de la propia voz una huella que deja rastro.
Bibliografía
Fiorini, H. (1995). El psiquismo creador. Paidós.
Oaklander, V. (2006). El Tesoro Escondido, la vida interior de niños y adolescentes, Terapia infanto-juvenil. Santiago de Chile: Editorial Cuatro Vientos.
Rubin, J. A. (2005). Child Art Therapy. Hoboken, NJ: John Wiley & Sons.
[1] El uso de un lenguaje que no sea sexista ni discriminatorio es una de las preocupaciones de quienes concibieron este material. Sin embargo, y con el fin de evitar la sobrecarga gráfica que supondría utilizar en español “o/a” para marcar la existencia de ambos sexos, hemos optado por usar el masculino genérico clásico, en el entendido de que todas las menciones en tal género representan siempre a todos los géneros.
[2] Licenciada en Psicología (Universidad Iberoamericana, México). Maestra en Arteterapia y Psicología Clínica (Instituto Superior de Estudios Psicológicos, Madrid). Cofundadora y Arteterapeuta de Jacaranda Arteterapia, facilitando procesos grupales de expresión y creatividad con perspectiva de género desde hace más de cuatro años.
[3] Artista multidisciplinaria. Diplomada en Fotografía y Artes (Musrara, Jerusalén). Maestra en Arteterapia (Instituto Superior de Estudios Psicológicos). Promotora de Igualdad de Género (Comunidad de Madrid). Cofundadora de Jacaranda Arteterapia, realizando talleres terapéuticos/creativos con diversas poblaciones desde hace más de cuatro años
Cómo citar este artículo:
Caridad Sánchez, C. M. y Wainstein, I. (2023). La voz colectiva a través del arteterapia. Arteterapia. Proceso Creativo y Transformación, 11, 45-49.