Entrevista a Estela Garber

«Mi experiencia clínica es muy variada. He trabajado con niños, adolescentes, adultos, ancianos. En psiquiatría, sida, cáncer, artritis reumatoidea, víctimas de la masacre de las Torres Gemelas, educación, discapacidades múltiples, autismo y adicciones…»

Realizaste tu formación de posgrado en arteterapia en la Universidad de New York. ¿Cuáles son los aspectos positivos de la teoría y práctica arteterapéutica de ese programa?

El Master (Maestría) de Arte Terapia de la Universidad de New York (NYU) es uno de los primeros programas profesionales establecidos en EE.UU. Elegí este programa porque siento afinidad con el enfoque y abordaje teórico que ofrece, que es psicodinámico.

En los años de mi formación (1986-1989), tuve la fortuna de tener como profesora a la destacada arteterapeuta y artista Edith Kramer, y también a las reconocidas doctoras Laurie Wilson, Robin Goodman e Ikuko Acosta, entre otras.

El programa de esta universidad se sostiene bajo un profundo proceso de pasantías clínicas supervisadas, que se desarrollan en amplios centros de atención de la salud y la educación. La formación obtenida es personalizada y estrictamente supervisada bajo los códigos de ética profesional de la Asociación Americana de Arte Terapia (AATA).

La formación de posgrado en la Universidad de New York te otorgó el título MA, ATR-BC. ¿Nos podrías explicar los términos de esa titulación?

Según los lineamientos profesionales de la American Art Therapy Association y el Certification Board, los arteterapeutas profesionales deben cumplimentar las horas de prácticas clínicas supervisadas posgraduación, para obtener su “Registration”, y luego rendir el examen del “Board Certification”, además de realizar estudios de actualización constantes. Estos parámetros permiten conservar estándares mundiales de una práctica profesional seria y ética.

El encuadre teórico de tu formación y de tu práctica profesional es el psicodinámico, que abarca un conjunto de perspectivas cuyo origen se encuentra en concepciones freudianas, pero que incluye el aporte de diversos autores. ¿Cuáles son los principios orientadores del enfoque psicodinámico que estructuran tu trabajo arteterapéutico y a qué autores corresponden?

Si bien mi enfoque de formación en la NYU es psicodinámico, mi formación ha ido evolucionando, pues he buscado herramientas teóricas de sostén a mi práctica clínica, que fue muy ecléctica. Siento influencia y afinidad con varias corrientes teóricas. Entre estas, se encuentran la teoría objetal de Donald Winnicott, la intersubjetividad de Stern, la teoría de apego de Bowlby, las teorías de género de Joyce McDougall y Judith Butler, así como autores arteterapeutas ingleses y norteamericanos, como Lynn Kapitan, Shaun McNiff y Joyce Shaverien, por citar solo algunos.

¿Cómo fue tu encuentro con Héctor Fiorini en la Argentina?

Conocí al doctor Héctor Fiorini en 2009, en un Congreso de Arte Terapia que tuvo lugar en Santiago de Chile, organizado por la Universidad de Chile. Él era uno de los invitados principales.

Para Fiorini los procesos terciarios explican el proceso creativo, en tanto desorganizan formas constituidas y reorganizan nuevas formas y sentidos. ¿De qué manera considerás que el concepto de proceso terciario contribuye a la mirada arteterapéutica?

Me parece que el aporte teórico del doctor Fiorini es fundamental para los arteterapeutas. El concepto del proceso terciario constituye una mirada ampliada y específica a la creación. Creación que requiere de un ida y vuelta, entre desorganización/caos – organización/contención. El proceso creador, según el doctor Fiorini, es intrínseco al ser humano, su psiquismo (creador) y la posibilidad de proyecto (versus enfermedad y patología).

Estela Garber junto a Héctor Fiorini, Director General del CEP, y la arteterapeuta Elena Puz, docente invitada a la formación de arteterapia.

¿Qué objetivos planteaste en la formación que dirigís para formar arteterapeutas en el Centro de Estudios de Psicoterapias (CEP)? ¿Cuál es el perfil de los profesionales que quieren formar?

Es una formación inicial al campo arteterapéutico para profesionales del área de la salud, la educación y las artes.

Contiene módulos teóricos/vivenciales de aprendizaje dinámico, así como un módulo final de prácticas clínicas supervisadas en diversas instituciones. Siguiendo una mirada transdisciplinar, contamos con docentes invitados que aportan sus abordajes clínicos, desde la poesía como terapia, el teatro en la rehabilitación, la antropología en la salud y su articulación en el arteterapia, la musicoterapia o la danzaterapia.

Mantiene lineamientos teóricos psicodinámicos y posmodernos, basados en la indagación a través del arte y la investigación basada en las artes.

Cathy Malchiodi sostiene que el arteterapia se focalizó en el tratamiento de la enfermedad mental, el dolor emocional y la discapacidad, y lo hizo en menor medida con personas saludables o “simples neuróticos” que buscan incrementar la comprensión y expresión de sí mismos. ¿Estás de acuerdo con esta afirmación?

No estoy de acuerdo, pues para mí el arteterapia puede ser utilizada en muchos ámbitos de la salud, la educación, la rehabilitación, la prevención, catástrofes, la comunidad, y como tal, no debe ser encasillada. Soy optimista y pienso que un arteterapeuta profesionalmente formado (MA, ATR-BC) puede ejercer su práctica psicoterapéutica con amplia gama de personas, de edades diversas y necesidades diferentes.

¿Tu experiencia clínica se vincula con personas con alguna franja etaria o patología particular?

Mi experiencia clínica es muy variada. He trabajado con niños, adolescentes, adultos, ancianos. En psiquiatría, sida, cáncer, artritis reumatoidea, víctimas de la masacre de las Torres Gemelas, educación, discapacidades múltiples, autismo y adicciones, entre otros.

¿Qué aspectos de tu práctica artística como escultora potencian tu rol de arteterapeuta?

Siento que potencian mi capacidad de experimentación en las técnicas y materiales que ofrezco a muchos de mis pacientes. Tanto es así, que muchos de ellos han creado instalaciones y esculturas usando materiales reciclados “no artísticos”.

Nos gustaría que evalúes el arteterapia en nuestro país en términos del reconocimiento de la disciplina, las formaciones y los lugares de inserción para arteterapeutas. ¿En qué situación creés que estamos en la Argentina?

Pienso que lamentablemente en la Argentina estamos a años luz de otros países en lo que respecta a la formación y capacitación de arteterapeutas. Tampoco existen códigos de ética claros, ni una legislación que avale al arteterapia como profesión. Como consecuencia, la inserción de los arteterapeutas no es adecuada. Muchos trabajan ad honorem y dentro de un marco de informalidad.

Creo que hay cierta discrepancia en la formación de los arteterapeutas en la Argentina. Los pocos arteterapeutas que son contratados en instituciones y perciben salarios, suelen hacerlo porque poseen otras credenciales profesionales que los avalan.

Recientemente se ha editado un libro de Héctor Fiorini, Psicoterapias Psicoanáliticas, y se incluyó un capítulo tuyo sobre el arteterapia como disciplina psicoterapéutica. Además de felicitarte por este hecho que ayuda a consolidar la mirada arteterapéutica, contanos cómo fue el proceso de construcción de ese acápite. Me refiero a los interrogantes, pensamientos o ideas previas que guiaron la escritura del capítulo.

Este libro del CEP constituye un compilado de los distintos abordajes psicoterapéuticos del psicoanálisis contemporáneo, desarrollado por docentes de la institución. Ofrece distintos casos clínicos y situaciones clínicas no habituales. Tiene una mirada amplia que cuestiona los lineamientos tradicionales, dando cuenta de las terapias prevalentes y contemporáneas. El arteterapia, como modalidad psicoterapéutica, ilustra a través de un caso clínico infantil de mi autoría otras posibilidades, desconocidas por muchos terapeutas.