Arteterapia y procesos anteriores-interiores al enojo

Alejandro Reisin [*]

En una operatoria de develar lo que se encuentra “tras” lo que “aparece” o se muestra como registro del enojo, trataremos de desandar el camino que, como capas superpuestas, se encuentra por detrás de este afecto.

Suponemos una instancia de manifestación (1) en alguna comunicación (o su omisión) sobre el estado emocional que tratamos: el enojo (2) surge de una expectativa (3) no cumplida, esperada. Esta se sustenta en pre-supuestos (4) que ofrecen sentido a lo expectado, con (ciertas) bases en lo real. Estos elementos de lo real (5) son difusos / poco claros o paradojales, ya que prestan multiplicidad de elementos que “se ofrecen” como base de la construcción para la expectativa. Esos elementos difusos son expresión de contradicciones / conflictos de intereses (6) que generan ese material. Ante un cierto registro de lo problemático, se produce una resistencia (7) a definir (o tomar) una posición frente al conflicto (demorándola o negándola). Se desprendería de esta resistencia un temor (8) a asumir responsablemente una elección definitoria, y este temor remite a un nivel más profundo de temor a perder (9), motivo por el que se sostiene el conflicto esperando que “algo” (10) lo resuelva.

Recorriendo desde lo más superficial de lo comportamental a lo profundo, tendríamos entonces esta secuencia:

1) La comunicación (o su reverso) al / con el otro, por lo que se manifiesta (o se entera) el enojo del sujeto.

2) El enojo (cuyos formatos pueden variar mucho, según diferentes variables) que surgiría de una

3) expectativa no cumplida (en-ojo). Lo que no cumple cierta expectativa (de la que se sea conciente o no), genera proporcionalmente una frustración. Si bien la expectativa es propia, se sustenta en

4) pre-supuestos que ofrecen sentido a lo expectado, sus bases en lo real y de determinada proveniencia (supongamos, exterior).

5) Estos elementos de lo real son difusos / poco claros o paradojales, ya que prestan multiplicidad de elementos que “se ofrecen como base” de la construcción para la expectativa. Se trata de elementos difusos, son expresión de

6) contradicciones / conflictos de intereses que originan ese material (de características poco claras). Ante un cierto registro de lo problemático, se produce una

7) resistencia a definir (tomar) una posición frente al conflicto (demorándola o negándola). La demora pretendería diferir lo conflictivo para un “después”, y la negación, un rechazo a tratarlo. Se desprendería de esta resistencia, un

8) temor a asumir con responsabilidad una elección definitoria, ya que desde la propia responsabilidad uno podría decir, “esto sí” o “esto no”. Este temor a asumir este límite (y posibilidad) remite a un nivel más profundo de

9) temor a “perder” (a una “pérdida”), motivo por el que se sostiene el conflicto esperando que “algo” (del orden de lo exterior), lo resuelva.

Realizando el proceso inverso, podemos reconstruir esta lógica:

Frente a un conflicto interno sostenido que ocasionaría el temor a una pérdida (real o imaginaria) y el tener que asumir responsablemente una definición (tomar / elegir una de las fuerzas en lucha de ese conflicto), se generaría una resistencia a dejar la fuerza (no elegida) y esto abriría una nueva zona de contradicción o conflicto. Al expresarse, se mostraría de un modo difuso o poco claro (al seguir permaneciendo las fuerzas en el choque / conflicto) y ese material, ofrecido a la vista (o conciencia), se torna insumo, base real para la construcción de pre-supuestos que dan textos previos a las expectativas del otro. Frente a la frustración de lo expectado, el enojo posee tanto una dimensión (histórica y singular) de la realidad del sujeto, como de los pretextos o textos previos ofrecidos por el otro ante quien el sujeto se enoja.

Frente a un conflicto interno sostenido que ocasionaría el temor a una pérdida (real o imaginaria) y el tener que asumir responsablemente una definición, se generaría una resistencia a dejar la fuerza (no elegida) y esto abriría una nueva zona de contradicción o conflicto.

¿Hay caminos alternativos de desandar esta secuencia?

Podríamos esbozar alguno así:

Al registrar una comunicación (o su reverso) de un enojo, propio o del otro, trataremos de distinguir su alcance, formato, intensidad, argumentos, historia, sentido y propósito. Luego, teniendo en cuenta los diferentes formatos y aceptando el enojo como manifestación de una expectativa no cumplida, contactaremos con lo que genera (proporcionalmente inverso) como frustración. Indagaremos los presupuestos que ofrecen sentido a esa expectativa (frustrada), sus bases en lo real (dichos, comportamientos, etc.). Entre la multiplicidad de elementos que “se ofrecen” como construcción para la expectativa, procuraremos dilucidar qué elementos de eso real son difusos / poco claros o paradojales. De este modo, visualizaríamos las contradicciones / conflictos de intereses internos que generan ese material y las resistencias a definir (o tomar) una posición frente al conflicto: demoras o negaciones, que quedarían involucradas en el temor a asumir con responsabilidad una elección definitoria desde la propia responsabilidad (“esto sí” o “esto no”). La elección dejaría de lado lo no elegido, remitiendo a un nivel más profundo de temor a “perder” (a una “pérdida”), motivo por el que perduraría el conflicto esperando que “algo exterior” lo resuelva (en vez de la decisión interna responsable).

Arteterapia y los procesos interiores-exteriores-posteriores

El enojo no se reduce a una serie de razones y pasiones, claro está. También supone registros diversos de sensaciones y percepciones. Y he aquí el camino ampliado que se nos abre para abordar aquellos estratos de este afecto.

El enojo no se reduce a una serie de razones y pasiones, claro está. También supone registros diversos de sensaciones y percepciones. Y he aquí el camino ampliado que se nos abre para abordar aquellos estratos de este afecto.

Por ejemplo, si tuviéramos que ubicar una temperatura para el enojo, seguramente se asociaría a la que en forma vulgar utiliza para manifestarse quien lo padece: “estoy caliente”. Y si avanzamos en otros registros (colores, olores, gestos, movimientos, texturas, sonidos, elementos, etc.), nos encontraremos con sendas que habilitan diferentes representaciones del enojo, abriendo de ese modo vías elaborativas y transformadoras. A modo de ejemplos: desde el rojo (del en-ojo) hasta el naranja y los amarillos (como si del fuego se tratara); de la temperatura, a los paisajes transformados en los distintos climas; de los gestos duros, tiesos, tirantes o reprimidos, a los que dialogan con el espacio en velocidades menores e intensidades más suaves.

Así, a través del hacer arteterapéutico, al proceso del enojo, en ese pasaje de lo interior (vivencia del afecto) y el exterior manifestándose (manifestado), se nos ofrece una mirada posterior que supone una objetivación de lo “allí puesto”. Esta permite tomar el objeto de lo creado, vivido, despegándose del sujeto que lo padece y entrando así en las honduras de las capas que sostienen esa fuerza devenida en enojo. Es decir, al contactar con otras lógicas las fuerzas que le dan sentido a lo que emerge, podemos ser transformados por ese proceso, transformando la comunicación, las expectativas, las contradicciones, las resistencias, los elementos reales y sus simbolismos posibles para, finalmente, asumir el proceso de apropiación responsable de ese cúmulo de afectos dirigidos a un determinado fin (destino del enojo).

A través del hacer arteterapéutico, al proceso del enojo, en ese pasaje de lo interior (vivencia del afecto) y el exterior manifestándose (manifestado), se nos ofrece una mirada posterior que supone una objetivación de lo “allí puesto”.

Reflexiones finales

Lejos de condenar o quedar subsumidos en el enojo, podemos rastrear su fuerza y sentido para develar el propósito que pudiera estar frustrado, haciendo lugar a lo ocluido en su manifestación.

El recorrido propuesto intenta integrar en un hacer creador tanto la dimensión afectiva como la racional, dando dialécticamente asidero a los comportamientos asumidos, en un proceso de mayor autonomía y libertad vincular.


[*] Licenciado en Psicología (Universidad de Buenos Aires, Argentina). Profesor de Psicología en Nivel Medio y Superior (Universidad de Buenos Aires). Magíster en Gestión Educativa (Universidad Nacional de San Martín, Argentina). Psicólogo Social (Esc. Dr. Pichon-Rivière, Argentina). Músico y constructor. Cofundador y Director General de la Primera Escuela Argentina de Arteterapia. Fundador y presidente del Movimiento Argentino de Arteterapia (MAAT). Autor de los libros: Clínica del pensamiento arteterapéutico; Poéticas del tiempo; Educación, salud y derechos (inédito); Arteterapia. Semánticas y Morfologías; Creatividad, psiquismo y complejidad; Subjetividad y estrés docente, y Psicomúsica, en el arte, la pedagogía y lo terapéutico.

Cómo citar este artículo:

Reisin, A. (2022). “Arteterapia y procesos anteriores-interiores al enojo”. Arteterapia. Proceso Creativo y Transformación, Nº 10, pp. 5-7. Recuperado de https://arteterapiarevista.ar/