Entrevista a Selma Ciornai
Selma Ciornai
“Creo que el arte nos posibilita poder trascender el aquí y ahora que está ocurriendo, poder expresar sentimientos, sueños. Comunicarnos a través de poemas, imágenes, y poder comunicar lo que va en el alma de uno es muy importante”.
Te agradecemos esta entrevista. Antes de realizar un recorrido por tu vasta formación y trayectoria profesional, nos gustaría comenzar con la actualidad. ¿Cómo viviste la pandemia de COVID-19 en lo personal?
Soy descendiente de familiares que pasaron por las dos guerras mundiales, atravesando situaciones extremas de asesinatos en masa, muerte por hambre, frío, separaciones traumáticas, etc. Recuerdo a la familia de Anne Frank y a todas las personas que pasaron por los campos de concentración, sobrevivieron a esas penurias y lograron rehacer sus vidas… y cuando pienso en esto siento que tengo el privilegio de tener una casa (a la que llamo ahora mi “búnker”), comida, internet, celular… y esta perspectiva me ayuda.
Aprendí a usar Zoom, Instagram, Meet, y estoy enseñando, atendiendo en psicoterapia y supervisando, haciendo lives, participando de reuniones… hasta coordiné talleres (workshops) de 12 horas en línea y funcionaron sorprendentemente bien. Además de textos como este que tengo que rever o escribir. Tuve todos los sábados ocupados hasta diciembre, y todo esto cansa, estoy realmente agotada de tanto trabajo. Faltan abrazos, ir al cine, ver el mar, caminar por el bosque, pero estoy haciendo algunas actividades que también me dan placer. Es un período de desarrollo de nuestras capacidades de creatividad y resiliencia.
Traté de hacer de este un período productivo, pero también de un mayor encuentro conmigo misma, para poder evaluar y seleccionar lo que en realidad me nutre. Y dejé de ver tantas noticias como al principio porque me deprimían…
¿Qué adaptaciones tuviste que realizar en lo profesional?
Bueno, tuve que empezar a hacer todo en línea. Aprendí a usar Zoom, Meet, Instagram y todos sus recursos. Tuve que cambiar la computadora, la cámara y el celular, e inventar formas de impartir clases y talleres en línea.
En tu opinión, ¿cuáles son las diferencias entre una sesión de arteterapia presencial y una online?
Bueno, en una sesión presencial suelo seguir el proceso de creación, no solo el ritmo, el orden de las elecciones, sino que también estoy hablando durante el proceso.
Cuando estoy en línea propongo experimentos para hacer entre sesiones, por ejemplo, para representar “la línea de vida”. O tomarse un tiempo dos o tres veces por semana para sentarse, cerrar los ojos, estar en contacto con sensaciones y sentimientos que están presentes y representarlos con materiales del arte.
Online no se puede acompañar el proceso de creación. En una clase puedo poner una canción, proponer una visualización, pero luego sugiero que todos vayan a un rincón de su casa y creen algo en “x” minutos, y que vuelvan cuando hayan terminado. Principalmente, las posibilidades de trabajos grupales son muy limitadas. Pero hay mucho que sí se puede proponer.
¿Cuáles fueron las motivaciones que influyeron en la decisión de estudiar psicología?
A pesar de haber realizado un examen de ingreso a Arquitectura en Río de Janeiro, siempre tuve una inclinación por las artes. Teatro, música, escritura, bellas artes, y así, después de dos años de Arquitectura cambié de carrera y comencé un curso de pregrado en Sociología y Artes Creativas en Israel. Al principio trabajé como maestra de arte y teatro en varios contextos, con adolescentes en una región de la periferia en Haifa (Israel), con niños de escuela primaria y secundaria (en Río de Janeiro), pero me encantaron las posibilidades de la arteterapia, e hice un curso inicial de arteterapia en Israel que me llevó a una maestría en arteterapia en los Estados Unidos. Pero sentí que quería poder profundizar en la dinámica existencial de cada uno, de los grupos a los que asistí, para entender mejor cómo se establecen los patrones de relación con uno mismo, los demás y el mundo. Entonces sentí que quería ser psicoterapeuta. Busqué formación en Psicología Clínica y luego hice la formación en terapia Gestalt.
¿Cómo fue el camino que te llevó a realizar una formación de posgrado como Bachiller en Humanidades, Sociología/Antropología y Artes Creativas en la Universidad de Haifa, Israel?
La formación de la Universidad de Haifa no fue de posgrado. Equivale a la graduación en Brasil. Es un BA (Licenciatura), graduado es MA (Maestría). Sentí que la Arquitectura no era lo que quería. Me gustó la parte de crear proyectos, como “escuela sin paredes”, pero no todo lo demás (cálculos, materiales, diseño). Siempre tuve una tendencia hacia las artes, simplemente no elegí eso antes porque mi padre pensaba que las artes deberían ser un hobby, no una profesión. Y en la Universidad de Haifa, la Licenciatura incluía dos cursos. Así que elegí Artes Creativas como primaria y Sociología/Antropología como secundaria, porque siempre tuve una preocupación con lo social.
Suponemos que tuviste un encuentro previo con el arteterapia antes de realizar la maestría en la Universidad de California. ¿Cómo fueron esas circunstancias?
En la Universidad de Haifa había un profesor, el Doctor Peretz Hesse, que estaba en contacto con la Sociedad de Psicopatología de la Expresión en París (Claude Wiart, Robert Volmat, etc.). Él ofrecía un curso de extensión de arteterapia en la Universidad con un enfoque fenomenológico, con prácticas y supervisión. Tomé el curso con él, trabajé en una institución para adolescentes con discapacidad mental y con un grupo de niños con problemas emocionales en una escuela primaria, y me encantó. Sentí que era lo que quería hacer. Iba a realizar una Maestría en Arteterapia en Londres cuando tuve que regresar a Brasil debido a un infarto de mi padre. Me quedé en Río de Janeiro durante dos años y medio, y en ese período realicé otro curso, con Luiz Duprat, un brasileño que, en la época, estaba haciendo una formación en arteterapia en los Estados Unidos. Pero no me gustó, era demasiado psicoanalítico, un enfoque bastante diferente al que había conocido en Israel. Investigué posibilidades para un posgrado en arteterapia en Brasil, pero no había, solo encontré profesores interesados en conocer arteterapia. No era lo que quería. Entonces, solicité una beca a una Fundación para una Maestría en Estados Unidos y la gané. Así fui a estudiar arteterapia a ese país.
Luego te graduaste como terapeuta Gestalt. ¿Qué principios de este encuadre potencian las intervenciones en arteterapia?
La terapia Gestalt tiene como uno de sus fundamentos la Psicología de la Gestalt, una teoría de la percepción visual que fue una de las primeras teorías de las totalidades de las ciencias humanas en el siglo XX. La Psicología de la Gestalt postuló que no hay percepción de una figura sin fondo, que figura y fondo conforman una sola totalidad (una gestalt), que toda percepción es también creación, que el sentido se encuentra en la relación que el observador establece con el objeto observado y ve allí. Rudolph Arnheim desarrolló y actualizó la Psicología de la Gestalt, creando un libro de lectura obligatoria en los cursos de formación de arteterapia: Arte y percepción visual: una psicología de la mirada creativa.
La terapia Gestalt tiene una de sus raíces en la Psicología de la Gestalt, pero no solo en ella. Emerge del caldo cultural de la Alemania de entreguerras. Frederick (Fritz Perls), creador de la terapia Gestalt, era médico, psicoanalista, trabajó con teatro, fue cliente (paciente) de Wilhelm Reich, le gustaba pintar. Laura Perls, su esposa, estudió con psicólogos de la Gestalt; le gustaba bailar y conocía bastante la antroposofía. Con fuerte influencia del psicoanálisis, pero también de la fenomenología, del existencialismo y del pensamiento oriental, nació la terapia Gestalt, y para hablar de estas raíces sería necesario escribir un capítulo completo.
Cuando recuerdo a la familia de Anne Frank y a todas las personas que pasaron por los campos de concentración, sobrevivieron a esas penurias y lograron rehacer sus vidas, siento que tengo el privilegio de tener una casa, comida, internet, celular… y esta perspectiva me ayuda.
En lo que concierne a tu pregunta, yo diría que la Arteterapia Gestáltica trae de la terapia Gestalt la comprensión de la dinámica psíquica y psicosocial del ser humano. Pero, además, sus intervenciones se basan mucho en: 1) el trabajo con el lenguaje simbólico de la terapia Gestalt –como por ejemplo, describir objetos e imágenes en primera persona–, que es un recurso teatral que Fritz utilizó para trabajar con los sueños; 2) dialogar con partes de sí mismo o personas imaginadas y otros recursos teatrales; 3) las acciones corporales inspiradas en la obra de Wilhelm Reich como actividades catárticas, utilizando materiales expresivos y 4) la lectura fenomenológica del lenguaje de la forma y recursos de expresión, reflexión y transformación o de configuración, desconfiguración y reconfiguración, basados en la Psicología de la Gestalt.
Janie Rhyne, en su tesis doctoral, rescató la Psicología de la Gestalt y su importancia para la arteterapia. Porque cuando en Gestalt-terapia hablamos de “Gestalt” nos referimos a la forma de actuar, de pensar, de relacionarse, etc., de una persona; “figura” es lo que se destaca como fenómeno de percepción, siempre en un contexto, campo. Pero en arteterapia “figura” es realmente una figura visual. “Trasfondo”, gestalt, configuración, etc., son términos que se refieren a experiencias visuales en Arteterapia Gestáltica, no son analogías sobre la forma de ser de una o más personas como en la terapia Gestalt.
Mientras realizabas el Doctorado en Psicología Clínica en Saybrook Graduate School and Research Center en Estados Unidos, te ocupaste de mujeres trabajadoras latinas. Contanos cómo fue esa experiencia.
Ah, eran mujeres inmigrantes, la mayoría ilegales. Existe un capítulo entero sobre esta experiencia en el libro Percursos em Arteterapia. Sugiero leer el capítulo. Fue una experiencia muy rica para resumir en unas pocas líneas.
Sos docente de diversas formaciones de arteterapia. ¿Cuáles son los conocimientos indispensables para el desempeño en la profesión de arteterapeuta?
Es una profesión interdisciplinaria que exige conocimientos de diversos campos. Se puede llegar al arteterapia con varias graduaciones. En el curso que damos en el Instituto Sedes Sapientiae aceptamos psicólogos, artistas plásticos, arte-educadores, asistentes sociales, aquellos que trabajan con personas de diferentes maneras.
Pienso que un curso de formación en arteterapia necesita tener un eje de conocimientos de psicología, es decir, no para que el arteterapeuta tenga conocimientos equivalentes a los de un psicólogo, pero necesita conocer teorías de desarrollo, por lo menos una teoría de la personalidad y psicopatología, incluso para saber con qué casos puede ayudar solo y en cuáles necesita trabajar junto con un psiquiatra o un psicólogo. También tendría que aprender qué es postura terapéutica: la diferencia entre hablar con un amigo y con un terapeuta, es otra forma de escuchar y de estar. Entonces, hay un eje de materias que tiene más que ver con psicología.
Se puede llegar al arteterapia con varias graduaciones. En el curso que damos en el Instituto Sedes Sapientiae aceptamos psicólogos, artistas plásticos, arte-educadores, asistentes sociales, aquellos que trabajan con personas de diferentes maneras.
En mi curso de Sedes Sapientiae se estudia con más profundidad Gestalt. Nuestro curso tiene 30 años, diría que tiene un eje fenomenológico existencial. Algunas profesoras enseñan Jung; otras, Winnicott, abordajes corporales. Pero no importa si es Jung, Gestalt, psicoanálisis, el arteterapeuta necesita tener un lenguaje para comprender la dinámica humana e incluso para poder hablar con los psiquiatras y los psicólogos. Entonces, ese es un eje que me parece importante. Otro eje es el del arte propiamente dicho. El arteterapeuta necesita tener experiencia de arte, saber expresarse en lenguajes artísticos, saber utilizarlos. Necesita conocer de manera vivencial los recursos plásticos (diseño, pintura, escultura etc.). En nuestra formación tenemos talleres de arte para que la persona pueda experimentar con diversos materiales y técnicas, descubrir con cuáles materiales se identifica más. Es importante que tenga experiencia en arte.
En arteterapia privilegiamos las artes plásticas, pero también es importante tener conocimientos sobre dramatización, teatro, música, expresión corporal, danza, para poder mezclar con las artes plásticas. Además, es necesario un tercer eje: el del arteterapia en sí mismo, la historia del arteterapia, cómo trabajar con arteterapia con niños, con adolescentes, con adultos, con personas mayores, con duelo, con personas con compromisos psiquiátricos o neurológicos. Es decir, un eje en la psicología, un eje en el arte y un eje que integra los anteriores en el arteterapia.
Pienso que es muy importante que un arteterapeuta tenga una base teórica que le permita explicar qué es lo que hace, por qué lo hace y cuáles son los objetivos. Que pueda establecer ese puente entre teoría y práctica. Los arteterapeutas son muy creativos, pero a veces no saben explicar qué es lo que hacen. Es importante que un arteterapeuta pueda decir, por ejemplo, esta persona necesita poder expresarse, poder desarrollar su sensibilidad, sus habilidades de contacto. Utilizamos mucho la concepción de los niveles de procesamiento mental de Piaget, entonces es necesario que el arteterapeuta pueda saber qué es recomendable para cada caso, qué va a despertar cada material en determinada persona. Por lo tanto, un curso necesita ser vivencial y teórico, tener una base sólida de conocimientos de psicología, experiencia en arte y también conocimientos de arteterapia.
¿A esa formación ingresan graduados universitarios en otras disciplinas? ¿Es un posgrado?
Sí, hace tiempo que estamos pensando en crear una graduación. Aquí, en Brasil, solo se considera profesión a los cursos de graduación. Por ejemplo, musicoterapia tiene un curso de graduación, pero arteterapia no lo tiene. Existen cursos que se dictan en la universidad, que se llaman “posgraduación”, y otros que son de especialización, de formación, como los del Instituto Sedes Sapientiae, que no es una universidad.
Inicialmente, la mayoría de los cursos de arteterapia no eran universitarios, pero el lobby político de las universidades ha determinado que los cursos de posgrado solo pueden ser brindados por esas entidades. Algunas universidades anuncian cursos de arteterapia pero no mencionan los nombres de los profesores porque ellos, muchas veces, no tienen formación en arteterapia. Esto es un problema, ya que algunos cursos de calidad han tenido que hacer un convenio con alguna universidad para poder obtener el reconocimiento del Ministerio de Educación. En el Instituto Sedes Sapientiae hicimos todo lo que era necesario para lograr ese reconocimiento, vino un equipo del Ministerio de Educación, nos avalaron y los resultados fueron excelentes. Pero el lobby de los directores de las universidades, que son quienes quieren el mercado, no lo permitieron. Es una cuestión de mercado, no de la calidad. Sin embargo, en los cursos de especialización a los que concurren artistas plásticos, psicólogos, asistentes sociales y otros, se da un intercambio muy rico.
Siempre los arteterapeutas son muy creativos, pero a veces no saben explicar qué es lo que hacen. Es importante que un arteterapeuta puede decir, por ejemplo, esta persona necesita poder expresarse, poder desarrollar su sensibilidad, sus habilidades de contacto.
En Portugal encontraron una solución muy interesante: ellos tienen un curso básico de dos años en arteterapia para trabajos en atelier terapéutico en instituciones. Trabajan en equipos interdisciplinarios o lugares donde van a tener atelier de arteterapia, pero los clientes (pacientes, consultantes) son atendidos por otros profesionales de salud también. Ahora, si quieren hacer artepsicoterapia tienen una formación adicional de dos años. Esto es equivalente a un curso de posgrado. Creo que es una buena idea.
¿Considerás que los arteterapeutas deben tener una práctica artística profesional? Si la respuesta es afirmativa, ¿en qué sentido contribuye a potenciar su rol como arteterapeuta?
No, no creo eso. Creo que es importante que tengan una práctica artística. Por ejemplo, a mí me gusta cantar, me gusta pintar, me gusta escribir poemas, pero yo no soy artista profesional. Considero que para ser artista profesional hay que tener una carrera, enviar trabajos a exposiciones, a bienales. Tenemos en nuestro equipo dos o tres artistas profesionales. En verdad, los artistas que son profesionales tienen una contribución importante porque pueden ayudar a los clientes a desarrollar trabajos con una calidad artística muy grande. Justamente, en noviembre hicimos un live con Hélio Rodrigues y Fabiana Geraldi de Río de Janeiro. Fabiana es arteterapeuta y Hélio es un artista, y se ve que el trabajo que hacen en favelas tiene una calidad artística muy interesante.
Por cierto, muchos de nuestros alumnos no son artistas profesionales y, sin embargo, son artistas. Entonces, pienso que es importante tener una práctica, tener una sensibilidad, poder expresarse, saber cuál es la diferencia entre tomar un lápiz y un pincel, pero no es necesario ser profesional.
Trabajaste con diversas poblaciones de instituciones. ¿Cuáles son las principales problemáticas de estas poblaciones y los beneficios del arteterapia en estos grupos?
El primer trabajo que hice fue en Estados Unidos con mujeres latinas de clase trabajadora, inmigrantes, la mayoría ilegales. Tenían muchas cuestiones de autoestima, de una introyección muy negativa por ser latinas: de no ser como los otros, no valer como los otros, no tener las mismas condiciones o el mismo potencial; una introyección muy negativa de su origen y de sí mismas. También esto se ve cuando se trabaja con poblaciones migrantes del propio país. En Brasil, por ejemplo, mucha gente viene del nordeste, de Bahía, de lugares muy pobres. Se trasladan a las capitales para trabajar y son vistos (no estoy exagerando) como menos inteligentes, menos capaces, y ellos se ven así. Hay toda una internalización de la opresión.
En estos casos es muy importante que el trabajo sea un trabajo psicosocial, no se trata solo de trabajar las presiones intrapsíquicas. Porque el intrapsíquico está hecho de la relación, si vives en un ambiente donde sufriste opresión racial, opresión por ser pobre, opresión de género, internalizas eso. Por eso, hay que trabajar estas cuestiones.
Pienso que trabajar en grupo es muy útil para eso, porque no es un trabajo individual. Cuando se trabaja de esta manera, las personas crean grupos de autosoporte, pueden ver con mayor claridad los componentes sociales que afectan a todos.
Brasil, por ejemplo, es el país en el que más se mata a las personas transgénero. Es un país que tiene un nivel de feminicidio, de asesinatos de mujeres, muy grande. Esos son problemas sociales.
Nosotros, los latinos, brasileños, uruguayos, argentinos, la gente de Latinoamérica, tenemos problemas sociales comunes, somos todos países colonizados. Todos sufrimos dictaduras violentas (ustedes más violentas aún, si es que se puede comparar violencias…). Ahora estamos de vuelta en Brasil con un régimen fascista. Se trata de países colonizados por los españoles, por los portugueses… y eso nos crea una subjetividad común, que pienso que es importante compartir. Los problemas sociales que tenemos son muy similares.
Como miembro fundador de la Asociación de Arteterapia de San Pablo y de la Unión Brasilera de Asociaciones de Arteterapia, ¿cuál es el estado, las potencialidades y dificultades del arteterapia en Brasil?
Voy a decirles algunas cosas que sé. Hemos luchado por el reconocimiento de la arteterapia. En 2013 la arteterapia obtuvo el reconocimiento del Ministerio de Trabajo, pasó a ser reconocida como una profesión, es decir, un oficio reconocible. Hoy, la arteterapia es un campo de actuación profesional. Después, en 2017, hubo reconocimiento del Ministerio de la Salud, de que arteterapia es una de las Prácticas Integrativas y Complementarias (PICs). Antiguamente las llamábamos “holísticas”, pero hoy se dice “integrativas”, “complementarias”.
Hoy en día la arteterapia forma parte de la lista del Ministerio de Salud de las terapias integrativas, pero eso no quiere decir que los lugares de salud contraten arteterapeutas. Contratan acupunturistas, contratan a veces musicoterapeutas, pero aún no hay muchos arteterapeutas en centros de salud.
Cada vez hay más programas para los médicos y las enfermeras. Ellos mismos ven la importancia de la espiritualidad, de las artes, porque cuando uno diseña o pinta ya no es un paciente, es un ciudadano, está ejerciendo su ser artístico, expresando su alma.
Eso es un avance pero, por otro lado, la arteterapia no es reconocida como una profesión, es distinto decir que es un oficio. Debido a que no tiene una graduación, no se reconoce como profesión. Entonces, tienes que ser psicóloga y arteterapeuta, o arte-educadora y arteterapeuta.
Con el Gobierno anterior los trámites estaban caminando mejor. Ahora va todo más lento, con la pandemia todo se frenó. Pero lo bueno es que la arteterapia se está uniendo a otras asociaciones, por ejemplo, de musicoterapia, de constelaciones, de reiki, de acupuntura, para poder hacer alguna acción conjunta. Pero en este momento no es reconocida como profesión. En los Estados Unidos tampoco, creo que solo en Inglaterra, en Israel y en uno o dos países más.
Es verdad que en los Estados Unidos la Asociación Americana de Arteterapia es muy fuerte, pero en cada Estado es diferente. Y aquí en Brasil creamos un currículo mínimo para que se pueda decir que los cursos obedecen a los parámetros de la Unión Brasilera de Asociaciones de Arteterapia (UBAAT), es decir que tengan pasantías, prácticas supervisadas, determinadas horas de teoría, que tengan estas disciplinas, hay una lista de disciplinas. Pero, asimismo, hay universidades que crean cursos y no les importa si están o no de acuerdo con la UBAAT. Hay incluso personas que intentan crear otras asociaciones de arteterapia, es decir, no tiene la fuerza que tiene la Asociación Americana de Arteterapia.
Se está encaminando, creo que la arteterapia demuestra su fuerza mucho más por el ejemplo que por las palabras. Fui invitada a participar de un proyecto que se llamaba “Transformando Dolor en Arte”, en uno de los principales hospitales de San Pablo, el hospital Sirio Libanés. Participamos con un equipo formado por cinco arteterapeutas. Trabajamos con los médicos, con las enfermeras y con los acompañantes, pero poco con los pacientes, porque de inicio fue difícil convencer a los médicos de indicar a los pacientes las sesiones de arteterapia. Hicimos un programa muy interesante. A los médicos y enfermeros que participaron les encantó.
De ahí recibimos la invitación para dar clases en los cursos que tienen de cuidados paliativos y de cuidados para gerontología. Dimos un taller para los médicos, enfermeros y los coordinadores de sectores y les encantó. Creo que la arteterapia solo tiende a crecer, pero es un desafío.
Hoy en día, considero que la mayor dificultad –no sé si es mi parecer– es el lobby de los dueños de universidades, que no permiten que existan cursos reconocidos por el Ministerio de Educación que no sean de sus universidades. Y también hay dificultades con los médicos. Cuando se dice “actividades complementarias” lo aceptan, pero muchos de ellos no reconocen que sea realmente terapéutico. Hay que demostrar para convencerlos.
Por otro lado, hoy en día en las facultades los propios médicos tienen núcleos de medicina y espiritualidad, con meditación, para que puedan trabajar su estrés.
Cada vez hay más programas para los médicos y las enfermeras. En estos programas ellos mismos se dan cuenta de la importancia de la espiritualidad, de las artes, porque cuando uno diseña o pinta no es un paciente, es un ciudadano, está ejerciendo su ser artístico, expresando su alma. Independiente de si está enfermo, en ese momento es un artista.
Al respecto, me acuerdo mucho de algunos artistas que han dejado obras de los campos de concentración, y uno de ellos dijo: “Los nazis pueden hacer lo que quieran conmigo, pueden incluso matarme, pero en el momento que estoy con un papel y un pedazo de carbón soy yo quien decide lo que pasa ahí, no ellos”. Creo que este sentido de empoderamiento, de entrar en contacto con otro nivel, de trascender la situación del aquí y ahora, que a veces es difícil, es muy importante. Pienso que cada vez más los médicos se dan cuenta de eso.
¿Cómo evaluás la situación de la arteterapia en América Latina?
Por los congresos a los que fui en Buenos Aires y Santiago de Chile, vi muchos trabajos interesantes.
Sé que aquí, en Brasil, se están haciendo muchos trabajos sociales. Todos mis alumnos hacen pasantías en instituciones sociales, abrigos para mujeres víctimas de violencia, abrigos para niños judicialmente separados de los padres, trabajos con personas en situación de calle, trabajos en comunidades carentes. Creo que toda la arteterapia en Brasil está volcada a trabajos sociales y comunitarios.
En 2014 elaboramos, con Pamela Reyes (Chile), un cuestionario para los colegas de Latinoamérica que encontrábamos en estos congresos. Entrevistamos colegas de varios países. Después, María Cristina Ruiz (Colombia) y yo reunimos estos cuestionarios y los convertimos en un texto: “Arteterapia en Latinoamérica: sueños colectivos y horizontes de esperanza”, que fue publicado en inglés como un capítulo del libro The Wiley Handbook of Art Therapy[1] La versión en español salió en el número 2 de esta revista, vale la pena leerlo.[2]
Dos trabajos que conocí con más detalles en los lives que promovimos este año fueron el que Pamela Reyes desarrolló en Chile con comunidades de víctimas de los terremotos y con los indios mapuches, y el de Mariana Attwell en el Hospital Italiano en Buenos Aires con pacientes terminales. Ambos maravillosos.
Hubiéramos tenido este año un congreso latinoamericano, pero debido a la pandemia no fue posible realizarlo.
Ciertamente, la arteterapia en América Latina no está organizada como en Alemania, Inglaterra o Estados Unidos. En Estados Unidos hay mucha gente que es contratada como arteterapeuta hoy día, incluso tenemos una compañera brasileña, Marise Zimmerman, que es coordinadora del sector de arteterapia en un hospital en San Francisco. Por eso, creo que allá hay muchas más oportunidades de trabajo para arteterapeutas.
En ciertas ciudades brasileñas ya hay concursos de arteterapeutas por el Estado, pero son muy pocos. Pero, sin duda, falta mucho para llegar al nivel de aceptación y organización que hay en los Estados Unidos.
¿Cómo aborda el arteterapia los duelos sin despedidas? Es una pregunta muy actual…
Mariana Attwell ha hecho una presentación fantástica sobre este tema este año para nosotros. No es mi especialidad, aquí en nuestro programa Vera Ferreti y Ana Alice Francisquetti son las personas que dan un módulo sobre duelo y despedidas. Ana Alice incluso trabaja con rehabilitación, es decir, no solo con la muerte de personas, sino también con la pérdida de miembros, piernas, brazos etc., en desastres.
Yo no trabajo mucho con duelo, a pesar de trabajar a veces con personas que han perdido familiares, hijos, padres etc.
En la pandemia tuvimos que trabajar mucho con duelos. El abordaje gestáltico me ayuda mucho en eso, con la concepción de situaciones que quedan inacabadas. Es decir, trabajo mucho con aquello que quedó por decir, lo que hubo necesidad de expresar y no fue expresado, o conflictos que no fueron resueltos. Dar forma a los sentimientos, configurar y reconfigurar percepciones, con eso yo trabajo.
Me acuerdo de un ejemplo. Trabajé con una persona de Argentina que perdió una hija en un desastre, una chica que tenía 13 o 14 años. Era gemela, estaba con un grupo de adolescentes que estaban manejando, habían bebido, se cayeron a un lago y fue la única que no logró salir del coche. Esta persona lloraba mucho, solo lloraba. Trabajé con ella con acuarelas, iba pintando con colores y ahí empezaba a dar sentido a las gotitas de color, diciendo: “Esto que veo aquí es mi familia. La gotita que tiene menos color es la hija que se fue”. Me contaba que miraba mucho las fotos con miedo de olvidarse de la cara de la hija, entonces, le propuse hacer el rostro de la chica con arcilla. Le propuse pensar qué era lo que la hija necesitaba pedirle a ella, qué quedó por decir. Y también, que es lo que ella desearía decirle hoy a su hija. Le sugerí crear rituales en su casa porque el padre volvió a trabajar, los niños volvieron al colegio y no se hablaba del tema. Así inauguró un horario desde la cena para que todos pudieran darse las manos y hablar de cómo se sentían, qué estaban experimentando, es decir, dar un lugar para el dolor, un lugar de apoyo. Eso fue muy importante. Fui combinando un poco de Psicoterapia Gestáltica, de trabajar con las situaciones que llamamos “inacababas” (lo que quedó por decir, lo que quedó por hacer, lo que se necesita perdonar) y también crear una red de soporte en la familia.
También supervisé trabajos con personas víctimas de la pandemia o de desastres naturales. Una cosa importante es trabajar con grupos de apoyo. El año pasado hubo un derrumbe de tierra, en Brumadinho, que mató mucha gente y destruyó muchas casas. Dos alumnas nuestras de arteterapia fueron allí a trabajar con los equipos de soporte.
¿Hay algo que no te hayamos preguntado y que te gustaría contarnos?
Sí, quisiera hablar de la importancia de la arteterapia en este período de pandemia, si es que no lo hice antes. Creo que el arte nos posibilita poder trascender el aquí y ahora que está ocurriendo, poder expresar sentimientos, sueños. Comunicarnos a través de poemas, imágenes, y poder comunicar lo que va en el alma de uno es muy importante.
Hago talleres e incluso clases de arteterapia durante todo el día, desde las 9 de la mañana hasta las 6 de la tarde. A veces empiezo preguntando cómo están, cómo se están sintiendo, y si pudieran cerrar los ojos y ver qué colores, qué formas, qué imágenes, qué sentimientos más frecuentes han tenido, cómo podrían expresar esto en paisajes, en una imagen. Yo pido que la gente fotografíe las imágenes y las envíe a un grupo de WhatsApp, así podemos mirar las imágenes y ver a la persona al mismo tiempo. Y cuando uno empieza a mostrar sus trabajos y hablar de lo que siente, comienzan identificaciones y resonancias en el grupo.
Las imágenes son un medio muy potente para hablar de cosas de las que muchas veces no se encuentran palabras para expresar. En los grupos empieza a haber una intimidad, una vinculación increíble. Y a pesar de la distancia, son cosas muy íntimas las que se hablan, el tiempo pasa de una forma muy rápida y uno se queda con la sensación de haber tenido un contacto de calidad con otras personas.
Me siento enriquecida con las historias que la gente está vivenciando, algunas bien pesadas, porque hay gente perdiendo amigos, parientes. Nosotros somos seres gregarios. Pienso que el arteterapia es una manera muy potente de ayudar a la gente a crear intimidad.
Veo que los grupos de arteterapia, sea en talleres, sea en clases, son muy terapéuticos. Siempre salgo de ellos con sensación de vitalidad, me siento en contacto con el mundo, no solo mi mundo, sino con otras historias y vivencias. Es distinto de una reunión social, cuando se decide hacer un grupo en el cual se pueden compartir nuestras imágenes internas con otras personas es muy poderoso.
Los intercambios a través del arte en este período de pandemia fueron y siguen siendo de grande ayuda para mis alumnos, clientes, y para mí también.
Muchas gracias en nombre de las tres y de la revista.
Muchas gracias a ustedes por su interés.
[1] Gussak, D. y Rosal, M. (eds.) (2016). UK, Wiley Blackwell, pp. 753-764.
[2] Ciornai, S. y Ruiz, M. C. (2018). “Arteterapia latinoamericana: sueños colectivos y horizontes de esperanzas”. Arteterapia. Proceso Creativo y Transformación N° 2, pp. 5-12.
Cómo citar este artículo:
“Entrevista a Selma Ciornai” (2020). Arteterapia. Proceso Creativo y Transformación, Nº 8, pp. 26-33. Recuperado de https://arteterapiarevista.ar/entrevista-a-selma-ciornai