¿Lo virtual se opone a lo real?

Al momento de escribir estas líneas, una parte del mundo se encuentra saliendo, cautelosa y con temor, de la primera ola de COVID-19, mientras que la otra mitad del globo ingresa a la segunda tentativa de expansión de un virus que cambió la cotidianeidad de toda la población. Frente a la pérdida de las coordenadas que estructuraban el presente, la humanidad se pregunta de manera concomitante por el destino, por el futuro: ¿seremos más solidarios? ¿Cuidaremos mejor el medio ambiente? ¿Consumiremos de manera más responsable? ¿Sabremos disfrutar el tiempo de ocio o se profundizarán los comportamientos marcados por el imperativo económico? En este último caso, ¿la sociedad de la transparencia, que es de la exposición, de la evidencia, pornográfica, de la aceleración, del control y de la ausencia de rituales determinará la imposibilidad de acciones comunes y de pensarnos como nosotros? (Byung-Chul Han, 2019).

Quienes proyectamos cada número de esta revista compartimos tales interrogantes y nos preguntamos además por el impacto presente y futuro de la virtualidad en el arteterapia, vocablo que se emplea cada vez con mayor frecuencia desde la intensificación en el uso de las computadoras e internet. Este proceso de cavilación que hacemos público comienza con una invitación a revisar la etimología de la palabra “virtual”: del latín virtus (“poder, facultad, fuerza, virtud”). De allí su definición como adjetivo: “que tiene virtud para producir un efecto, aunque no lo produce de presente, frecuentemente en oposición a efectivo o real” (RAE).

En este tiempo de aislamiento y distanciamientos varios, cada vez más arteterapeutas nos vimos forzados a recurrir a medios tecnológicos virtuales para realizar sesiones o talleres, o para continuar con la enseñanza del arteterapia. Pasada la perplejidad inicial y los apuros por adaptar y humanizar lo mejor posible los encuadres terapéuticos y educativos, llegó el tiempo de la reflexión, cuya fecundidad depende en gran medida de que sea compartida. Por eso invitamos a toda la comunidad de profesionales a reflexionar respecto de los límites y potencialidades de la virtualidad, para que el nuevo año nos encuentre compartiendo estas reflexiones en todos los medios y espacios de divulgación de la teoría y la praxis arteterapéutica. Y hacemos este convite recordando la etimología de la palabra virtual, que convoca a pensar en la fuerza y en la capacidad para producir efectos, aunque no sean patentes en “tiempo real” (vocablo también introducido en este tiempo tecnológico y que merece una reflexión adicional).

En esta edición presentamos artículos de arteterapeutas de diversas partes del mundo. Todos apuestan a un arteterapia que cuente cada vez con más recursos. Desde la naturaleza que invita a integrar el Land Art en la propuesta arteterapéutica hasta la música, que en ocasiones es fondo y en otras es figura, en nuestras sesiones y talleres.

Las experiencias arteterapéuticas que compartimos en este número abarcan personas, poblaciones y recursos muy diversos. Desde el trabajo con un arenero en el caso de una niña cuyos padres se divorciaron, hasta propuestas para adolescentes varones que se encuentran privados de su libertad por conflictos con la ley penal.

El reportaje central fue realizado a una arteterapeuta brasilera con una gran trayectoria: Selma Ciornai. Referente de la arteterapia gestáltica, autora de diversos libros y formadora de innumerables profesionales, comparte sus haceres y saberes desde el momento en que descubrió que el arte era el camino que le permitía ayudar a sanar historias individuales y grupales.

Dedicamos la sección “Caminos” a otra arteterapeuta regional con amplia experiencia en la docencia de la terapia de artes creativas: Aurora Walls. Desde México, esta profesional comparte los pasos que fueron marcando un sendero que se inició con los olores a madera de su infancia y tuvo varias estaciones hasta llegar a la edición reciente de su libro sobre arteterapia.

El comentario de libros siempre es una ocasión para celebrar, porque implica que nuestra profesión aumenta el caudal de conocimientos a disposición de todos los profesionales. Luis Formaiano, desde Argentina, realiza su segunda propuesta editorial que comienza haciendo foco en la cuestión de la investigación en arteterapia y continúa con la compartida, minuciosa y generosa en detalles, de diversos talleres de arteterapia que realizó durante varios años para personas que viven con HIV.

Despedimos el 2020 con la intención y el profundo deseo que el 2021 sea un año de reencuentros cálidos bajo cualquier modalidad y que el arteterapia nos siga convocando con la pasión de siempre.

Que disfruten las páginas de nuestra propuesta.

 

Equipo Editorial