Mesa de arena o bandeja de arena (sandtray) o juegos en la arena (sandplay). Segunda parte
Resumen
Este artículo presenta los lineamientos básicos para trabajar mesa de arena desde la perspectiva junguiana y dentro del encuadre del Enfoque Centrado en la Persona. Esta tarea es parte del trabajo de capacitación y entrenamiento en terapias expresivas.
Palabras clave: mesa de arena, juegos en la arena, terapias a través de las artes expresivas
Presentación de un caso clínico: Ana
Ana es una mujer inteligente, bonita, bien educada, de clase media alta. Tiene 44 años. Está casada y es madre de dos hijos en edad escolar.
No completa sus estudios universitarios por no tener clara su vocación.
Después de casada comienza a hacer en forma part-time trabajos vinculados a recursos humanos y organización de eventos. Lo hace bien y con éxito.
Personalmente, no se siente satisfecha ni conforme.
Había tenido varias experiencias psicoterapéuticas debido a su estado de ánimo depresivo que se iba acrecentando. Baja autoestima. Juicios autodestructivos. Sentimientos crecientes de culpa.
En un momento de crisis, se hace cortes en el cuerpo. Abusa de la medicación que le suministra su psiquiatra. Comienza a incrementar el consumo de alcohol.
Fue hospitalizada por un corto tiempo.
La medicación contuvo su deseo de morir y redujo su ansiedad.
Sufría un trastorno narcisista de personalidad severo.
Luego de una segunda internación, cambia de equipo terapéutico y su psiquiatra la deriva a mi consulta.
En la primera entrevista, siento su estado de desvalimiento, abandono, con un fuerte sentimiento de inferioridad y ansiedad.
Es hija única. Su madre es una mujer depresiva que tuvo una vida difícil. Su padre, un hombre muy racional, exitoso en su vida profesional, tiene buena relación con Ana, pero no puede entender las causas del estado de su hija. Cree que la voluntad lo puede todo y que trabajar es la solución.
La actitud del marido es muy similar a la del padre. Le cuesta entender que Ana tiene una “herida constantemente abierta”. “¡Si tenés todo!”.
No empatizaban. Un hombre en esa actitud no empatiza.
Ella necesitaba toda su energía para sobrevivir y sangraba por su herida constantemente abierta hasta “dejarse morir”.
La ausencia de comprensión ante este sufrimiento no es racionalmente comprensible.
Este sufrimiento (que la ubica en ser el dolor, no quien siente el dolor) no es consciente. El sufrimiento muchas veces ocurre como síntoma ante la imposibilidad de hacerse cargo de su propia vida de manera positiva, ni de su libertad y propia expresión.
Mantuvimos un par de sesiones verbales antes de comenzar a trabajar en la mesa de arena.
1ra escena: “Pajarito congelado”
Llora en silencio mientras trabaja. Su celular suena todo el tiempo. Le sugiero que lo apague para intentar comenzar a construir un espacio y tiempo personal.
Surge en la arena, de modo espontáneo, un mandala bien centrado, en tres dimensiones. Anclado en las cuatro esquinas, quiere proteger su “cabeza” y su centro. Parece un enorme vientre. Al contemplarlo, hace un gesto espiralado y coloca un alambre aterciopelado en el centro, con forma de espiral.
Yo sentí que, aunque ella no lo supiera aún, conscientemente buscaba un lugar seguro y protegido. Lo tomé como un dato positivo, de pronóstico favorable.
Comenzaba a construir su “casa del alma”. Solo cuando las habitaciones de la nueva casa pudieran habitarse, las viejas podían tirarse abajo.
Energía antes de tomar forma.
Energía en acción.
Energía que quiere tomar forma. El espiral: “necesito orientarme”, ver desde lo alto de la montaña en 360°.
Hace referencia a los cuatro puntos cardinales.
2da escena
Trabaja en silencio. Hace un sol cuyos rayos ocupan todo el espacio. “El sol trae todas las cosas a la luz”, comenta. Le pone un cuarzo en la frente, en el “tercer ojo”. Conscientemente no lo sabe. Sus manos, sí.
“Si brillara mucho me enceguecería”.
3ra escena
Hace un cuadrado en el que ubica una niña desvalida, con los brazos extendidos. A cada lado, dos figuras: una femenina, amenazadora, y otra masculina. Están separadas por vallas.
Luego rehace la escena. Saca las figuras humanas. Al cuadrado lo rodea de cristales celestes. Coloca una figura con un niño en los brazos.
En el ángulo inferior izquierdo una figura trae una ofrenda. Le pone techo y se lo saca.
Hace el trabajo muy concentrada, sin hablar.
Intuyo que algo fuerte está sucediendo. La “casa del alma” necesita construirse en sólidos basamentos.
El cuadrado es tanto el símbolo de la Tierra como un templo a la Madre Tierra.
Ana relata episodios desoladores de su infancia.
Esta escena permite varias sesiones verbales.
4ta escena
Con materiales maleables hace una luna creciente rodeada de agua.
Una figura femenina (no es la Virgen María) cuida, observa, la escena. Misteriosa, comenta: “Es la Reina de la Noche”. Le resulta fascinante, no puede dejar de contemplarla.
“Es como el alma femenina. Su misterio es oscuro. Me asusta”.
5ta escena
En esta escena vemos un círculo central, pero la acción comenzó desde las cuatro esquinas.
Las “anclas van tomando forma”.
En el centro, el sol y la luna se enfrentan. Entre ellas, un cristal.
Hacia abajo, la mujer congelada.
Hacia arriba, un torso de mujer transparente comienza a emerger.
Cuatro figuras danzan: dos mujeres mirando hacia adentro; dos derviches, danzando, miran hacia afuera.
Una hilera de energías femeninas (Kwan Yin, la Dama de la Noche, la Madre Tierra, una princesa con una paloma en la mano) avanza desde el ángulo inferior izquierdo.
“Las caracolitas parecen manitos abiertas que esperan luz (alimento espiritual)”.
El sol, a la derecha (hemisferio lógico-analítico).
Del ángulo inferior derecho emergen energías masculinas representadas por un Buda de jade, un hombre sabio, un guerrero armado.
En esta escena vemos con claridad la confrontación de opuestos: sol-luna, naturaleza-cultura, femenino-masculino.
Del juego de opuestos algo emerge en el centro: un cristal.
El Self, el tesoro oculto, el tesoro a hallar. El “lapis”, la piedra de los alquimistas.
6ta escena
Unión de los opuestos.
El Cristo (Dios hecho hombre) y la Tierra. Los dos aspectos de su mente disociada.
Estas seis primeras escenas muestran los primeros pasos del proceso interior de Ana.
Confrontando, afrontando su sufrimiento interior.
Desde lo más profundo de su inconsciente, Ana percibe energías que la habilitarán a comenzar a pensar conscientemente en su sufrimiento. Ella NO es el dolor, es quien padece un dolor.
A partir de este punto, abrimos un ciclo de nueve meses de escenas donde explora los sentimientos ligados al abandono materno. Muestra su dolor y comienza a enhebrar su miedo a la muerte.
De forma repetida expresa sus problemas en la mesa de arena, haciéndolos cada vez más visibles.
Simultáneamente, como la vida busca la vida, energías sanadoras comienzan a actuar.
Si bien entre una y otra escena teníamos sesiones verbales y con temas que le ayudaban a comprender el día a día, poníamos el énfasis en lo que surgía de la mesa de arena.
7ma escena
A partir de la imagen sanadora del Cristo (que ve con su ojo interior), Ana comienza la confrontación de sus opuestos. La luna creciente es visible en la forma de un lago.
Sobre la derecha está la muerte y el demonio; arañas, ratas, bichos que representan sus miedos y temores.
Reconoce que siempre está inmersa en su estado de oscuridad. Sobre la izquierda está la “buena tierra”.
En la entrada del templo pone a Kwan Yin como símbolo de la compasión y la espiritualidad positiva.
El motivo central, la luna creciente, representa la naturaleza de los problemas de Ana.
Bajo la cruz está su propia tumba.
Explica que el bebito encarna su alma entre la luz y un ángel oscuro (“los poderes del bien y del mal”). Aquí presenta su tristeza y desesperación, pero también observo que hay elementos de esperanza.
La luna está más brillante.
Hay un pez y un botecito mirando a la izquierda. Los peces son frutos del mar y también un viejo símbolo de fertilidad y una manifestación del alma que apunta hacia la luz.
Cautelosamente digo que en esta configuración hay signos de esperanza, pero Ana aún no puede verlos.
Lo interesante de la mesa de arena es que el analizando no se da cuenta conscientemente de lo que hace. Las figuras son como espejos de su mente aún desmantelada.
8va escena
La escena está dividida en dos mitades.
El mundo lleno de vida está a la derecha.
Ana se debate entre dos demonios: el negro es el odio y el verde, la envidia.
Desde las esquinas izquierdas la amenaza la muerte.
Ella quisiera correr hacia el otro mundo pero está atrapada, enredada, y el ángel negro de la muerte la hace retroceder. Le dice que no tiene derecho a ser feliz, que es un “desperdicio”, que ella pertenece al mundo de la ansiedad y la muerte.
Le comento que en el mundo amenazante aparecen dos serpientes, que son símbolos de transformación. Ella toma nota del comentario, lo leo en su rostro.
Lo interesante de la mesa de arena es que el analizando no se da cuenta conscientemente de lo que hace. Las figuras son como espejos de su mente aún desmantelada.
9na escena
Otra vez la montaña sin un círculo de protección.
Ana yace en el centro con una herida inmensamente abierta y sangrante (ella hizo la figura en arcilla. Ninguna de las miniaturas de los estantes le pareció propia). Detrás de ella, una cruz de madera custodiada por Kwan Yin, la diosa de la compasión. Si observamos bien, hay una luna creciente.
En un primer momento la imagen transmite enorme dolor, sufrimiento y compasión. Lo siento en mi cuerpo.
Muestra una profunda herida en lo femenino (¿aborto? ¿Menstruación traumática?), o tal vez una severa herida en su psique femenina. Recordemos que en la primera figura aparecía un enorme vientre. Según Jung, quien estudió el tema en profundidad, este vientre representa el inconsciente creativo, no la relación con su propia madre.
Allí reside una profunda herida. Un estado de disolución. Es en el estado de máximo desamparo y desesperación, cuando emerge una nueva luz en el alma, como un amanecer.
Este es el momento más difícil del proceso para ambos (analista y analizando). Es el tiempo en que las imágenes de muerte aparecen, o el deseo de dejarse morir, y también pueden surgir ideas suicidas. ¡Este momento no debe ser evitado ni mitigado por los propios temores del analista!
La confrontación con la noche oscura, contemplar el estado de muerte y eternidad, son las precondiciones para una verdadera transformación. Jung trabajó mucho este punto.
En Ana es un gran progreso “ver” la muerte, su envidia y su odio, su tendencia a lo oscuro.
Esta escena condensa, encarna, todas las experiencias dolorosas de Ana y más aún: es una escena arquetípica de la persona que desciende a lo profundo de su propia sombra y experimenta la muerte y el desmembramiento. El momento oscuro del alma. Mito de Inanna-Mortificatio y Nigredo en alquimia.
El momento más oscuro es el que anuncia la luz. Cuando la persona experimenta esta muerte psíquica, un nuevo nivel de conciencia se está formando.
10ma escena (cuatro semanas después)
Una caravana es guiada por un líder hacia el centro de la espiral diseñada en la arena. En el ángulo izquierdo-abajo yace Ana como un bebito.
Un largo cordón umbilical se extiende hasta el ángulo derecho-abajo, donde se encuentran sus padres atados, enredados. Ambos están separados por una pared de vidrio. Allí se corta el cordón umbilical. El niño ya no tiene conexión con sus padres. Queda abandonado y aislado.
Así es como Ana ve desde su estado consciente su situación. Pero el motivo central dice algo diferente.
Simbólicamente, el espiral se relaciona con el laberinto. Durante las iniciaciones: muerte y renacimiento acaecen.
El laberinto tiene entrada y salida. Aunque Ana en un nivel consciente tiene fuertes sentimientos de abandono por sus padres, la escena muestra en un nivel más profundo energías nutrientes.
Estábamos entonces cumpliendo un año de tratamiento, “atravesando un desierto”, como la caravana.
Simbólicamente expresa nuestro trabajo en común, donde como terapeutas debemos perseverar y sostener un proceso.
11ra escena
Aparece un mundo verde, alegre, lleno de vida, pero está dividido en dos por una “gran herida”. Así la denomina Ana. La herida parece una tumba de piedra donde una serpiente duerme.
Sabemos de la herida por su historia. Sabemos de su falta de confianza en sí misma y en la vida.
Como mujer se sentía inferior, despreciada e incomprendida. Solo que ahora la herida se va cerrando, no está abierta y expuesta.
La serpiente –símbolo universal de sanación– ayuda a cicatrizarla.
Casi al final de la sesión, Ana conscientemente pone un puente.
Las próximas escenas se hicieron con un intervalo de 4/5 semanas.
12da escena
Esta escena está dividida en arriba y abajo, representando el mundo exterior e interior de Ana.
Trabaja con la caja en vertical.
Abajo vemos un enorme fuego y arriba, la tierra. Es el fuego de las emociones, que la obliga a yacer en un lugar de sufrimiento y aislamiento del mundo. Dice: “El demonio está deleitado con mi sufrimiento”.
La gente le da la espalda a su atormentado estado. Está sola con ella misma. O sola con su Dios.
Hay una deidad que mira los acontecimientos desde la parte inferior. Es una figura amenazante. La mueve.
Acá está representada claramente la tormenta solitaria de una mujer contra ella misma en un tiempo de transformación de su personalidad: con expansión de su conciencia y en una renovada conexión con su Self.
Fuego, emociones intensas y calor interior. Sufrimiento y dolor.
Ana se va “limpiando” de sus deseos de muerte, de su desesperación y de sus sentimientos de inferioridad, sus envidias y su odio.
Esta intensa lucha es sobre quién prevalecer: su Ego débil y cargado negativamente o su fortaleza, su Ego más estable, capaz de establecer nuevas relaciones de orden, constructivas, ligadas a la vida dentro de su psique.
Este feroz proceso es doloroso tanto para el analista como para el analizando. Como terapeuta, acompaño al extremo, pero Ana debe atravesar el fuego sola.
Dice que el zorrito que aparece arriba-izquierda es nuestra relación. Dice que yo también he estado en el fuego y que pude reconocer y sentir su proceso interior.
El zorro es conocido por su astucia, su olfato y clara visión nocturna. A menudo aparece en sueños y mesa de arena.
Al zorro rojo con frecuencia se lo asocia con el fuego y el demonio.
En este caso, Ana demuestra que confía en mi habilidad para acompañarla a través de los fuegos de su infierno.
Desde lo más profundo de su inconsciente, Ana percibe energías que la habilitarán a comenzar a pensar conscientemente en su sufrimiento. Ella NO es el dolor, es quien padece un dolor.
13ra escena
El fuego ha sido el elemento dominante en la mesa anterior.
Fuego de transformación.
Ahora vemos con cierta sorpresa una refrescante escena de campo donde la Tierra es el elemento predominante. Plantas, verde. Tierra fértil.
Recuerden la poderosa imagen de la Madre Tierra (en la mesa 3). Allí consteló el arquetipo de la Madre Tierra y su casa. Este arquetipo estaba lejos de la conciencia, pero ahora cambió.
La “buena tierra” está representada en la vida cotidiana.
Casa con buenos techos que protegen a los que residen.
Un chiquito en un cochecito paseando con los abuelos. Un hombre contemplando los árboles frutales. Una mujer alimenta a un niño y a una niña. En el corral están juntos un caballo blanco y uno negro. Detrás de la casa hay flores y frutos.
La escena se completa con una pareja que acuna a un niño. Ana la relaciona con el proceso terapéutico.
Si observamos la escena desde la interpretación simbólica del espacio:
Abajo-derecha:
Relación personal con la madre. La mujer alimenta a dos niños: una niña y un niño por igual. Ambos principios (femenino y masculino) aceptados en totalidad.
Con los pies en la tierra hay crecimiento espiritual.
Pájaros que comen lo que necesitan y se van (espiritualidad, eros sublimado).
Arriba-derecha:
Flores custodiadas por un dios de la “juventud eterna”.
Después de muchas y una larga serie de escenas de sufrimiento (este material es solo una selección), esta mesa tiene especial significado para Ana y también para mí.
El potencial se desarrolla lento, dificultoso, y a veces, por caminos inexplicables.
14ta escena
En el centro y rodeada de flores hay una sirenita que canta. Ana canta mientras trabaja. También ponemos música.
“La sirenita se siente redimida y ya atravesó el duelo del tiempo de sufrimiento”.
Interminables ríos de lágrimas llenan el paisaje de su alma.
Ana quiere disolver viejas estructuras limpiándolas, dejando fluir sus sentimientos.
Esta escena tiene fuerte resonancia en mí. Proceso de purificación interior.
15ta escena
Es simple, solo que también refleja un hecho profundo y significativo.
La figura circular está encuadrada por un cuadrado. Símbolo de la orientación psíquica.
Del centro surge el pez blanco del alma.
En la escena 7 estaba conectado con su tumba. Meses después, aparece aquí como símbolo de su mente renacida.
16ta escena
Aparece la colina (escena 1), la del mandala espontáneo y el sol de la escena 2.
Aquí aparece un mandala bien centrado y modelado conscientemente.
Alrededor, círculos concéntricos como ondas que se expanden.
Ana dice: “El sol representa para mí la luz y el poder de la divina conciencia. Los rayos emanan como manos que tocan al mundo hasta alcanzar a las personas. Las esferas aún no tienen mucha forma, es la energía que fluye libre entre el sol y el mundo”.
Coincide con la descripción celta (Ana no lo sabe).
El segundo círculo representa la Tierra. Allí los rayos tocan a las personas. Las caracolas están detrás de las figuras humanas. Son escudos protectores contras las bestias devoradoras del inconsciente (círculo de afuera).
Abajo-izquierda:
Hay humanos que crecen despacio contra el reloj, fuera de la tierra, del mundo. Cada individuo transforma la energía divina de una manera personal y la vuelve a su origen. Hay reciprocidad entre lo individual y lo colectivo. Si no, no sirve.
Las ocho figuras representan los pasos del proceso de individuación, como proceso consciente.
Esto fue trabajado en la segunda etapa (verbal) del proceso terapéutico. En ese momento, Ana estaba en un proceso de confrontación con ella misma, su entorno y su proceso transpersonal.
En poco tiempo dejó el alcohol y se redujo la medicación en forma paulatina.
Otro cambio clínico importante es que llevó su atención a su familia y a su vida profesional.
Hasta aquí conceptos, descripciones, reflexiones, interrogantes.
El significado de un diseño en la arena es ambiguo y complejo, tanto como lo es el mundo de la persona que lo crea.
Por último, quisiera agregar algunos conceptos de Carl Jung sobre psicología y alquimia.
El “Nigredo” u oscuridad es el estado inicial desde el comienzo o también producido por la separación de los elementos. Si la condición de separación es asumida desde el inicio, como sucede a veces, entonces la unión de femenino/masculino (“Conjunctio”) es seguida por la muerte de esa unión (“Mortificatio”). Desde ese punto comienza la limpieza o purificación (“Ablutio”) que conduce a la clarificación (“Albedo”), se transforma la muerte en resurrección. Este es el objetivo principal del alquimista.
Es la condición de la Luna (plata) la que debe alcanzarse para llegar a la condición del Sol (oro).
Relacionándolo con el caso de Ana, la condición de “Nigredo” estuvo presente en ella desde el principio del proceso terapéutico. Durante largos meses de depresión se sentía desmembrada y disociada. Luego de comenzar la terapia con mesa de arena, la primera unión de opuestos fue constelada en un nivel arquetípico (escena 5 y 6).
En un proceso de varios meses llega al “Mortificatio”: se encuentra con su oscuridad y sufrimiento, con la consecuente muerte y disolución de su “personalidad” previa.
En la más profunda oscuridad aparece el “turning point”.
El ascenso, la sanación y el renacimiento comienzan a partir de la escena 10.
Como consecuencia, el nuevo Yo de Ana tiene un bautismo de fuego para fortalecerse y echar raíces en tierra fértil, maternal (escenas 12 y 13).
En la escena 14 vemos la limpieza y purificación en el torrente de lágrimas. Aquí los restos del viejo Ego de Ana son “lavados” por un genuino proceso de luto y duelo.
El “Ablutio” en alquimia, a menudo se llama “Baptisma”, referido a las aguas del bautismo.
La aparición de la luz, como en el amanecer (“Albedo”), está simbolizada por el pez blanco del alma (15). Comienza a descubrir el secreto de su alma. La vida busca la vida.
Lo que vemos en la escena 16 es el “Rubedo”, el amanecer concreto del alma. Es el símbolo del nuevo día para ella. Se hace cargo, esta escena representa un segundo “Conjunctio” (unión de los opuestos), consciente e inconscientemente, Ego y Self.
Curar la vieja herida, la herida primordial, requiere mucho trabajo de confrontación con ella misma y su entorno (comienzo del trabajo con las “raíces”).
En 1916 Carl Jung escribió un artículo que publicó 40 años más tarde: “La función trascendente”. Hay visiones o modos de abordar problemas, que no son aceptadas por nuestra comunidad profesional. Ser un “hereje” supone actitud y aptitud. No solo valentía, sino investigar y dar razones fundamentadas.
Si bien las técnicas en mesa de arena son relativamente nuevas, el acto de imaginar (que es la actividad central aquí) no lo es. Es tan antiguo como la humanidad. Los antiguos shamanes lo utilizaban. Ellos visionaban para los ojos de los que no podían visionar.
La visión, a diferencia de un sueño, nos permite conscientemente acceder a enhebrar un mundo simbólico que pudo ser arrasado.
Las imágenes que surgen pueden no ser entendidas en su totalidad por nuestro intelecto, pero sí pueden ser percibidas por nuestra psique en totalidad.
* Arte Terapeuta registrada por IEATA (International Expressive Arts Therapy Association) y miembro del Board. Co-fundadora de PCETI-Argentina (Person Centered Expressive Arts Therapy Institute-sede Argentina). Docente universitaria en el país y en Guatemala. Miembro del equipo docente del Programa Columbia de Desarrollo de la Conciencia.
Cómo citar este artículo:
Bottini, G. (2020). Mesa de arena (sandtray) o juegos en la arena (sandplay). Segunda parte. Arteterapia. Proceso Creativo y Transformación, 7 (33-40). Recuperado de: https://arteterapiarevista.ar/mesa-de-arena-o-bandeja-de-arena-sandtray-o-juegos-en-la-arena-sandplay-segunda-parte/