Una experiencia de arteterapia en una paciente con cáncer

Lourdes Ezquiaga [*]


Resumen

El presente artículo describe la experiencia de trabajo con una paciente de 43 años, diagnosticada con cáncer primario en ovarios y útero, con metástasis en mamas, intestino, ingle y, posteriormente, en el cerebro. Actualmente se encuentra en su quinto año de tratamiento psicoterapéutico, el cual se ha abordado desde el arteterapia, psicoterapia Gestalt, psicodrama, Técnica del asistente interior, silla vacía, Técnica gestáltica La voz del síntoma, abordaje corporal, relajaciones, visualización guiada y meditación y danza movimiento terapia. Se destaca que el arteterapia ha sido facilitadora para el desarrollo de la capacidad creadora intrínseca a la salud y al crecimiento personal.

Palabras clave: Arteterapia, Danza Movimiento Terapia, Abordaje corporal, Oncología, Psicoterapia Gestalt.


 

María va a comenzar su quinto año de tratamiento psicoterapéutico. El año anterior a su consulta le diagnosticaron cáncer y le extrajeron el útero, las mamas y los ovarios. María es una joven mujer de 43 años con muchas ganas de curarse. Definimos el encuadre de trabajo y las metas de este: ella quiere sentirse bien y estar sana. De esta manera, abordamos el para qué, el cómo y el porqué de haberse enfermado. Sin embargo, esta definición de la enfermedad que ella establece va a ir variando durante su tratamiento.

Durante los primeros meses las sesiones transcurrieron en el consultorio, en la sala de internación o de terapia intensiva, y otras veces, en su casa. María se presentó con mucha ansiedad y dolor de estómago y enseñó un carácter con rasgos de hipercontrol e hiperexigencia frente a las tareas.

De este modo, el espacio de trabajo se fue definiendo como un encuentro entre dos personas con un vínculo terapéutico, en el que una de ellas sostuvo en una función continente, decodificó afectivamente y en el contenido inconsciente lo que se iba presentando, y facilitó recursos y herramientas terapéuticas para que la consultante pudiera desarrollar sus capacidades y potenciales propios que aún desconocía tener. Entonces, el vínculo terapéutico fue planteado como la posibilidad de crecimiento, aprendizaje y despliegue de potenciales de ambas partes. María representó un lienzo en donde pintar una gran obra y desplegar la creatividad integrando experiencias y aprendizajes. Aprendió a poder ser en un espacio espontáneo de libertad y autenticidad.

El espacio de trabajo se fue definiendo como un encuentro entre dos personas con un vínculo terapéutico, en el que una de ellas sostuvo en una función continente, decodificó afectivamente y en el contenido inconsciente lo que se iba presentando.

Las sesiones han tenido una estructura compuesta por un primer momento de trabajo psicoterapéutico y un segundo momento de trabajo arteterapéutico, de danza movimiento terapia, abordaje corporal, psicodrama, visualizaciones y trabajo plástico, silla vacía, etc. Una de las primeras propuestas con María consistió en trazar un horizonte y/o proyecto de trabajo. Se realizó un trabajo de abordaje corporal a través de una relajación progresiva del cuerpo para construir un paisaje interior con la consigna “horizonte”. Luego se propuso un trabajo plástico para representar la experiencia. María se dibujó de espaldas contemplando un paisaje, acompañada de sus gatos y de una figura masculina.

María refirió que su enfermedad es genética y que afecta a las mujeres de la familia. Argumentó que como ella no había sido madre, la enfermedad no iría a afectar a otras mujeres. Entiende que la enfermedad representa un castigo que recae genéticamente sobre ellas. Argumentó que a partir de la enfermedad, y como ella no ha sido madre, es que no va a afectar a otras mujeres. Recordó una escena de su infancia en la que luego de recortar imágenes de revistas de familias y de casas las rompió y las tiró a la basura por considerarlas infantiles.

María dijo que al no tener órganos sexuales (mamas, útero y trompas de Falopio) no sabe cuál es su identidad. Le propuse trabajar con arcilla la representación de lo femenino. Se realizó un trabajo corporal para conectar con el cuerpo y con la experiencia sensorial a través del tacto, el olfato y el oído. Hubo un primer momento de exploración y de experimentación con el material para posteriormente buscar una forma que le representara lo femenino. Luego de trabajar el material, María hizo un cuenco que contiene. Después le di la consigna de buscar lo opuesto de lo que representó como femenino y construyó un corazón con las manos. Le propuse adoptar con el cuerpo la postura de la arcilla para pasar de una polaridad a otra desde el movimiento hasta integrarse a través de una danza. Se propuso la observación y resonancia del material vivenciado.

María refirió que los médicos estaban analizando la posibilidad de operarla para extraerle parte del intestino por una posible lesión. Esta operación implicaría que el tiempo de control y contención de sus contenidos fuera menor y que llevara al costado de su cuerpo un excedente –bolsa de colostomía– durante unos meses. Recordó que cuando era niña sus hábitos eran muy pulcros y ordenados. De este modo, la enfermedad le representaba el poder ensuciarse libremente y dejar de ser pulcra.

Le propuse trabajar con una meditación y posterior visualización guiada que fue recorriendo a través de su oxigenación los órganos, las células y los sistemas del cuerpo. Al finalizar este trabajo, ubicó un papel de escenografía para trazar una vez acostada su mapa corporal para representar su relación con el cuerpo de la experiencia. María graficó la zona del corazón y de su estómago y dijo que allí se encuentra la posibilidad de curarse. A través de mantas en el suelo, la luz que venía por la ventana, la temperatura del ambiente y la música que acompañaba el momento de trabajo, María fue resignificando de nuevas maneras su relación con el cuerpo, reparándolo.

Utilizamos el mapa corporal durante varios encuentros, observando una mayor integración de su cuerpo en la obra, como una continuidad de esta. Las fotografías de sus trabajos junto con videos fueron acompañando la observación, registro y elaboración de la experiencia.

Utilizamos el mapa corporal durante varios encuentros, observando una mayor integración de su cuerpo en la obra, como una continuidad de esta. Las fotografías de sus trabajos junto con videos fueron acompañando la observación, registro y elaboración de la experiencia.

Hacia el final del primer año María fue sometida a dos operaciones de reconstrucción y utilizó las relajaciones y visualizaciones durante la internación o posteriores estudios médicos para lograr sentirse en calma.

Fue transitando momentos de enojo y rechazo de la angustia y/o del miedo, respondiendo a su propia exigencia de querer estar siempre bien. Esta ambivalencia afectiva se trasladó al espacio de trabajo psicoterapéutico, lo que actuó como resistencia, dificultándose por no ser verbalizado. De esta manera, le propuse trabajar a través de experimentaciones plásticas, en las que no fuese posible controlar o enmascarar el contenido afectivo e inconsciente. Le di la consigna de utilizar acrílicos de color negro y blanco y dibujó un rostro con el gesto tenso, que luego pudo asociar al enojo.

En las siguientes sesiones manifestó su deseo de dibujar y le di la consigna de trabajar con los ojos cerrados utilizando la mano derecha y luego la mano izquierda para representar cómo se sentía libremente. María representó en ambas oportunidades a niños jugando en la playa y pintando. Esta experiencia plástica la conmovió y le recordó cuando pintaba con su papá siendo niña. Sus trabajos con arteterapia fueron enriqueciendo su capacidad simbólica, de pensamiento y asociativa, así como la expresión de sus afectos y contenidos inconscientes.

Hacia el final del segundo año aparecieron cuatro focos de metástasis en la zona de la ingle que amenazaban la estabilidad alcanzada. Le propuse trabajar con una relajación corporal y visualización. María representó gráficamente una tabla de surf y dijo que la sostenía y le hacía tener cintura frente a las situaciones. Empezó a hablar de su cansancio, nombró sus intervenciones como heridas de guerra y definió la enfermedad como células que entran en lucha y se comen unas a otras.

Hacia el final de ese año le di la consigna de rememorar con los ojos cerrados cómo fue su proceso y recorrido de trabajo. La conduje a representar con el cuerpo a través de una danza las vivencias, imágenes y/o sensaciones que fue encontrando.

Aparecieron dos proyectos: hacer un curso para aprender a confeccionar una manta con las manos y viajar a ver unos árboles que le representaban mucha fuerza. María dijo que quería curarse. En la sesión siguiente le propuse trabajar con abordaje corporal para imaginar el árbol que más le gustara para después trazarlo en el espacio con las manos, luego con todo el cuerpo y después desplazarse en el espacio a través de una danza. En el trabajo plástico le oferté distintos elementos naturales, como cortezas de árboles, hojas, etc., junto a pasteles tiza y de cera. Se representó a ella misma mirando el cielo con una gran perspectiva.

Al comenzar con el tratamiento de quimioterapia apareció un estado de ansiedad generalizada posterior a recibir la medicación, dolor de estómago y sequedad, junto con picazón en la piel. María representó en una sesión un caracol y argumentó que aún tenía tiempo y que debía ir despacio, paso a paso. Dijo que se imaginaba que las células buenas encerraban a las células malas y las transformaban en sanas. Le propuse acostarse en el suelo de madera sobre las mantas y le di la consigna “soy un árbol y la tierra me sostiene”. María imaginó que sus brazos eran las ramas y el estómago, las raíces. Agregó que tenía dos pájaros que posaban sobre el árbol y en el trabajo plástico utilizó mayor cantidad de pintura acrílica. Dijo que la enfermedad le significaba tener que parar y que a ella le gustaba sentirse fuerte.

En el año 2020, debido a la pandemia por COVID-19, se decretó el confinamiento obligatorio, por lo que continuamos las sesiones por videollamada. María empezó a manifestar insomnio y se preguntó qué pasaría si un día se fuera a dormir y al otro día no se levantara. Los nuevos estudios enseñaban células aisladas sin tumores ni heridas en los tejidos. Sin embargo, hacia finales de ese año, luego de manifestar dolores en la cabeza y mareos, le diagnosticaron metástasis en el cerebro. María relató que se puso frente al trabajo que hizo representando sus árboles preferidos y que el dibujo quedó de costado, representando ahora un camino.

María comenzó a desarrollar una mirada trascendente acerca de sus experiencias y nombró el momento de la enfermedad como una “prueba de fe”. En una sesión surgió la representación de la mano de Dios que sostiene en su palma a la niña. María anhela curarse y su familia pide el milagro de su curación. Le interpreto la transformación interior que representa su proceso. En las sesiones hablamos acerca de la postura de luchar para vivir como contrapuesta a confiar y dejarse sostener por la vida. Refirió que entre las sesiones escribió un cuento en el que dice:

“Desperté apoyada o recostada sobre almohadones. Era Dios, que me estaba sujetando/sosteniendo. Se me habían ido todos los miedos, las tristezas y ya no sentía el peso que sentía llevar en el pasado. Me di cuenta de que tenía todavía muchas fuerzas, las había recuperado y aún tenía un largo recorrido que recorrer hasta mi casa. Me sentí feliz de aquella experiencia reveladora en la que me sentí protegida y relajada, y mejor aún, que a partir de ahora siempre estaría acompañada”.

María comenzó a hacer listas de los cambios que quería realizar en su casa, los que le significaban conectarse con un proyecto. Trajo tres sueños: en el primero relató que había una guerra y que tenía que ordenarse. Luego soñó que se le presentaban tres puertas, pero solo una de ellas era la correcta. Más adelante, soñó que era madre y que tenía que cuidar del bebé.

Antes del verano María regresó presencialmente al consultorio y venía manejando por su cuenta. Al tiempo retomamos el trabajo con arteterapia y Danza Movimiento Terapia (DMT). Le di la consigna de estirar el cuerpo como lo necesitara y respirar conectando con el movimiento de manera libre. Registró que tenía fuerza y que se sentía mejor. Realizó movimientos amplios y de descarga por el espacio. Manifestó que se sentía más auténtica, con fuerza y libertad de movimiento. En otra sesión trabajó con arcilla y representó una vasija y dijo que era todo lo bueno que estaba por llegar y que se iba a llenar de nuevas posibilidades y de aprendizajes. Durante otra sesión le di la consigna de registrar desde el movimiento cuáles eran sus sensaciones y que las representara en una danza. Luego, acompañada por la música, construyó el pensamiento en imágenes de estar danzando con los pies en la tierra. María nombró la alegría y la libertad como terapéuticas.

En enero de 2021 los estudios mostraron que se redujeron las lesiones cerebrales. María dijo que estaba respondiendo bien a los tratamientos porque ella quería curarse. En una sesión le di la consigna de representar su “paisaje interior y se dibujó a mitad de camino, observando el río y aprendiendo de sus experiencias en un estado de paz y serenidad. Durante otra sesión le propuse una relajación y visualización guiada en la que se encontraba en la cima de una montaña con Dios y comenzaba a dialogar con Él, expresando lo que necesitaba y teniendo la posibilidad de volver a ese lugar las veces que así lo quisiese. Luego de la experiencia, escribió: “Comencé a caminar a través del bosque. Me sentía en paz, disfrutando de lo que había a mi alrededor. De pronto vi mi casa y me dio alegría pero preferí seguir paseando. Vi que el camino se abría por un lugar que nunca antes había visto. De repente vi la inmensidad, la belleza absoluta. Estaba caminando por la cornisa de un acantilado y caía el sol que era de un color naranja increíble. Vi que se acercaba un hombre. Me preguntó cómo estaba y yo no podía creer que en ese lugar hubiera gente y comprendí que era Dios, que Él me escuchaba y que nunca más estaría sola”.

Hacia el final de ese año le di la consigna de rememorar con los ojos cerrados cómo fue su proceso y recorrido de trabajo. La conduje a representar con el cuerpo a través de una danza las vivencias, imágenes y/o sensaciones que fue encontrando. Luego le di la consiga de observar cuáles habían sido los obstáculos y resistencias que se había encontrado: María dijo que se imaginaba una piedra e hizo el gesto de estar tocándola con ambas manos. Luego agregó que la piedra se transformó en una “papa” (como alimento) y que después pasó a ser “algo muy papa”. Concluyó diciendo que estaba sobre la piedra, parada arriba de esta, y desde ahí miraba. Entonces le di la consigna de observar sus fortalezas, su potencial creativo y sus recursos para danzarlos. Rápidamente, la consigna de sus recursos se transformó en su deseo de curarse. María dibujó la representación de una papa y se dibujó arriba de la papa bailando. Sobre ella dibujó un gran cartel que contenía la palabra “feliz” y escribió en la hoja con signos de exclamación: “lo logré”.

A modo de cierre, algunas conclusiones finales: el abordaje clínico desde el arteterapia y psicoterapia con María ha significado una experiencia de desarrollo, crecimiento, aprendizaje e integración compartida. María necesitó un lugar posible para poder ser sin condicionamientos, espontáneo y auténtico, en donde la libertad y la alegría se definieron como terapéuticas. Es así que pudo flexibilizar y modificar sus conductas y aspectos automáticos, hiperexigentes, ansiosos e hipercontrolados para poder percibir y escuchar sus propios ritmos, establecer pausas, observar sus experiencias, decodificar sus afectos y buscar su elaboración, registrar sus vivencias y sensaciones integrando al cuerpo, ampliar sus respuestas frente al estrés de la enfermedad, expresar y representar sus contenidos afectivos e inconscientes, establecer un vínculo reparador y compasivo con su cuerpo y sus intervenciones médicas, desplegar su potencial creativo vinculado a la pulsión de vida, etc. De esta manera, el trabajo clínico con psicoterapia y arteterapia posibilitó la elaboración y trabajo con sus síntomas propios a su condición de salud junto al desarrollo de habilidades y potenciales singulares que desconocía poseer. Entonces es de su proceso terapéutico, junto a su deseo auténtico de sanarse, que surge los efectos de su profunda transformación interior.

El trabajo con arteterapia facilitó la construcción y el desarrollo de un pensamiento en imágenes, el fluir de las asociaciones libres inconscientes, el desarrollo de la capacidad de simbolización, la elaboración de sus contenidos afectivos e inconscientes, la integración de sus experiencias y la resignificación de las mismas, la expresión de sus afectos y la amplitud de su darse cuenta. El arteterapia ha promovido en María un espacio de salud, contención y sostén para la exploración y el proceso creador.

 


[*] Licenciada en Psicología (Universidad del Salvador, Argentina). Arteterapeuta (Primera Escuela Argentina de Arteterapia). Danza Movimiento Terapia (CAECE). Se ha desempeñado como psicóloga clínica y arteterapeuta en hospitales públicos. Actualmente trabaja en el consultorio y en escuelas de nivel primario y secundario.

Cómo citar este artículo:

Ezquiaga, L. (2022). “Una experiencia de arteterapia en una paciente con cáncer”. Arteterapia. Proceso Creativo y Transformación, Nº 10, pp. 29-32. Recuperado de https://arteterapiarevista.ar/