Experiencias arteterapéuticas grupales con adolescentes en la escuela

Lourdes Ezquiaga  [1]

El presente artículo describe las experiencias de trabajo adolescentes que asisten al nivel medio en una escuela privada de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Se interviene desde el Equipo de Orientación Escolar, de carácter interdisciplinario, para implementar prácticas grupales que puedan dar respuestas a los adolescentes en un contexto de alta vulnerabilidad social, efecto de la pandemia por COVID-19.

 

 

Resumen

El presente artículo describe las experiencias de trabajo con adolescentes que asisten al nivel medio en una escuela privada de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). Se interviene desde el Equipo de Orientación Escolar (EOE), de carácter interdisciplinario, para implementar prácticas grupales que puedan dar respuestas a los adolescentes en un contexto de alta vulnerabilidad social, efecto de la pandemia por COVID-19. Dicho contexto produjo en las prácticas educativas múltiples atravesamientos e interrogantes singulares e históricos, grupales y/o colectivos e institucionales. Las intervenciones grupales se implementaron en alumnos del nivel escolar medio de distintos años escolares y con diversas edades. Estas se abordaron desde diferentes campos disciplinarios tales como: arteterapia, psicodrama, psicología de grupos, abordaje corporal, arte visual, entre otras.

Palabras clavearteterapia, adolescentes, dispositivo grupal, interdisciplina, nivel medio.

Introducción

El cortometraje ¿Qué queremos hacer? de Diego Belanzauran puede servirnos de inspiración. En él, diversos jóvenes, de trece localidades de distintas regiones de la Argentina, relatan sus realidades e inquietudes en un contexto signado por la pandemia por COVID-19, reflejando el grito generacional de quienes buscan ser protagonistas de su propia historia. Los interlocutores, quienes se hacen llamar a sí mismos “les jóvenes”, reflexionan activamente acerca de cuestiones tales como la revolución tecnológica, el cambio climático, los cambios generacionales, la mirada adultocéntrica, y los efectos personales y colectivos que provocó la pandemia en sus vidas.

El disparador del cortometraje consiste en preguntar a los protagonistas cómo los afectó la pandemia en sus vidas, quiénes son y qué quieren hacer. Ellos contestan: “cuando intentaba salir al mundo, nos afectó la pandemia”, “me afectó las ganas de querer seguir estudiando”, “necesitamos socializar”, “hay algo de lo humano en mirar a los ojos que en las redes no podemos hacer”, “todo es en un clic, instantáneo”, “es la necesidad de encontrarme conmigo, de encontrarte con lo que te pasó a vos y ver qué hacemos”, “estamos todo el tiempo conectados y esto suple a la necesidad de encontrarnos con las personas”.

El grupo de jóvenes concluye, por un lado, que la pandemia les abrió la posibilidad de construir algo nuevo desde el cambio colectivo, y por otro, que es necesario recuperar la capacidad de soñar.

La demanda institucional desde la escuela consistió en la construcción y/o armado de dispositivos grupales que alojen, contengan y aborden el malestar grupal e individual, el entramado vincular y, algunas veces, los conflictos entre los grupos.

 

Experiencias arteterapéuticas grupales con adolescentes

La demanda institucional desde la escuela consistió en la construcción y/o armado de dispositivos grupales que alojen, contengan y aborden el malestar grupal e individual, el entramado vincular y, algunas veces, los conflictos entre los grupos. De esta manera, se piensa en la implementación y puesta en práctica de procesos arteterapéuticos grupales, además de intervenciones específicas con alumnos y familias, que acompañen al devenir singular, vincular y grupal junto a aquellos emergentes, disrupciones y/o tensiones grupales. Entonces, se aporta desde las intervenciones grupales múltiples miradas y diversos lenguajes mediadores y/o facilitadores de modos alternativos en la tramitación y/o resolución de conflictos, así como también se establecen nuevas modalidades vinculares de relación.

La escucha a los distintos actores institucionales (docentes, directivos, tutores referentes y alumnos), la puesta en práctica y el pensar reflexivo desde el EOE, permitió, a partir de la construcción de lógicas interdisciplinarias, la evaluación, la planificación y la implementación de estrategias e intervenciones específicas para cada grupo de los distintos años escolares del nivel medio.

De esta manera, en los primeros años se observan tensiones intra e intergrupales entre aquellos alumnos que

son nuevos en la institución escolar y los que ya tienen una pertenencia e historia en la escuela, y entre aquellos que quedaron exceptuados de la presencialidad y los que continuaron asistiendo.

Desde lo vincular se evalúan conflictos históricos que no se resolvieron desde el nivel primario, ni al pasar al nivel medio, y la dificultad en la integración entre algunos compañeros. En el grupo, y hacia la otra división, se plantea la incomodidad de la mirada del otro, es decir, la mirada que excluye o la mirada que muestra pertenencia, la mirada hostil o indiferente y la mirada cómplice, la mirada altiva o la mirada temerosa, la mirada que muestra atracción o la que enseña desagrado hacia el otro. También se registran tensiones grupales en relación con el vínculo entre varones y mujeres que excluye u homogeneiza las diferencias, lo diverso y lo múltiple.

El collage como herramienta de presentación y el uso del grafiti

Se comienzan los encuentros grupales con una ronda de apertura, sentados en el suelo, para abrir espacio a la palabra, imaginarios o expectativas de los encuentros, y se abre a la pregunta de cómo se siente cada uno en el aula. Se propone a los alumnos que se sienten en círculo y se ubican en el centro del aula una gran cantidad de revistas. Se da la consigna de explorar el material para encontrar palabras o imágenes que les llamen la atención. Luego de esta exploración se les pide recortarlas y disponerlas en la cartulina para más tarde armar un collage. También se da la posibilidad de agregar otras palabras o representaciones gráficas, con sus propios materiales plásticos, al trabajo individual.

Para finalizar se les plantea la observación del material y la presentación al grupo desde el collage. Los trabajos expuestos representaron motivaciones e intereses de los alumnos y sus estados de ánimo. Se registra un clima grupal de distensión, recreativo y lúdico, que se acompaña con música que van eligiendo los alumnos para reproducir. Se observa el estar de ellos en el espacio cotidiano del aula de un modo cómodo, en el suelo o recostados, con el cuerpo en movimiento, yendo o viniendo. Se perciben nuevas maneras de interacciones vinculares.

 

 

 

En un segundo encuentro se les propone agruparse en pequeños grupos de trabajo alrededor de papeles afiches y se ubican distintos materiales plásticos (crayones, pasteles tiza y de cera, lápices acuarelables, marcadores, etc.). Se les da la consigna de ubicarse frente a un espacio en el afiche para crear su propio grafiti. Se les brinda la posibilidad también de escribir alguna parte de una canción, un dibujo o palabras que quieran expresar. Luego de este trazo más espontáneo que habilita el grafiti, se sugiere ir rotando de lugar para intervenir en la producción de algún compañero hasta llegar a donde empezaron a trabajar.

 

 

Se comienzan los encuentros grupales con una ronda de apertura, sentados en el suelo, para dar espacio a la palabra, imaginarios o expectativas de los encuentros, y se abre a la pregunta de cómo se siente cada uno en el aula.

 

Para finalizar se plantea la observación de la producción grupal para ponerle un título. Se registra un clima divertido, lúdico y recreativo. Se observa cómo se van prestando e intercambiando los materiales, compartiendo ideas y dedicación en la tarea grupal. Se perciben los cuerpos distendidos, recostados en los afiches o en movimiento.

Construyendo puentes de integración

Se reúne a los alumnos en pequeños grupos de trabajo. Se ubican en el centro de cada grupo palitos de madera, pegamento, un soporte de cartón y marcadores de colores. Se da la consigna de construir grupalmente un puente con los materiales. Se avisa que tendrán entre cinco y diez minutos para ponerse de acuerdo, a través de la palabra, para dialogar acerca de la idea o representación de puente que tengan. Luego se propone comunicarse de modo lúdico con gestos y mímicas para la construcción de un puente grupal. Los alumnos implementan otras estrategias de comunicación, ya que usan el celular para buscar distintas imágenes y se comunican a través de mensajes.

Para finalizar se da la consigna de pintar el puente y presentar su producción a los otros grupos, compartir cómo les fue en el proceso de construcción, expresando los obstáculos y desafíos para la resolución de la tarea. Se registra un clima grupal de trabajo de mucha concentración y atención hacia la tarea, cooperación grupal, implicación y trabajo en equipo. Se observan representaciones de puentes de una gran elaboración y complejidad en su producción. Uno de los grupos planteó dificultades técnicas en la realización, que pudo resolver utilizando nuevas estrategias resolutivas.

 

 

El cuerpo en escena: abordaje corporal y psicodrama

En un cuarto encuentro se propone a los alumnos ubicarse en círculo para empezar con un caldeamiento corporal. Se les plantea moverse en el espacio cotidiano del aula a través de la música para distender y conectar con el cuerpo libremente.

Se van dando distintas consignas de interacción lúdica, como ser: jugar con la mirada para saludarse con agrado y desagrado, tomar distancia corporal por temor al contacto o saludarse con todo el cuerpo después de un largo tiempo, caminar rápidamente porque tienen que rendir un examen o encontrarse para ir a bailar. Luego se plantea representar corporalmente distintos estados afectivos y sensaciones corporales como ser: el cansancio, el enojo y la alegría.

Para finalizar se da la consigna de armar dos círculos concéntricos y girar para quedar enfrentados con el cuerpo y el rostro del compañero. Se les propone jugar a modo de espejo con las mímicas y mover el cuerpo al ritmo de la música. Se registra un clima grupal de mucha distensión, lúdico y recreativo. Todos los alumnos se animan a representar las consignas y se producen varias escenas espontáneas de juego.

En un segundo momento se da la consiga de agruparse en pequeños grupos de trabajo alrededor de una cartulina para construir, a modo de rompecabezas, con palabras sueltas, una frase por grupo. Cada una de las frases contiene algún tema que se ha venido planteando en los grupos, por ejemplo: “en un grupo todos somos importantes”, “a mí me afecta lo que le pasa al otro” o “todos tenemos derecho a tener nuestra propia voz”. Una vez armada la frase, se propone crear una nueva frase grupalmente. Luego se les da la consigna de representar a través de una escena las frases trabajadas en grupo. Algunas escenas representan situaciones cotidianas del aula y otras inventan nuevos escenarios.

Se destaca que todos los grupos representan su propia escena y algunos alumnos se proponen para dramatizar escenas de otros compañeros.

La arcilla como vía de representación

En el quinto y último encuentro se propone a los alumnos sentarse en círculo, ubicados en el suelo, recostados o sentados. Se da la consigna de situarse con comodidad en el espacio del aula y se los va guiando progresivamente en una relajación corporal. Se plantea una exploración sensorial a través del contacto entre sus propias manos para trabajar luego con la arcilla. Se ubica una porción de arcilla húmeda frente a cada uno de los alumnos y se les da la consigna de explorar el material a través de sus cualidades físicas. Se observa un clima grupal de risas y descarga a través de golpes en la arcilla. Se les posibilita representar por medio del material una cualidad o rasgo femenino y luego un rasgo masculino.

Para finalizar se oferta una hoja en blanco y colores para representar gráficamente o con palabras la integración de la experiencia. Se observa que varios alumnos permanecen jugando o en una descarga lúdica con el material y otros se oponen a encontrar una forma por resultarles difícil su construcción. Algunos alumnos eligen exponer sus trabajos y hablar acerca de la integración de la experiencia.

Durante el compartir grupal de cierre, los alumnos verbalizan acerca de roles y estereotipos.

 

 

Se plantea la demanda institucional por parte de la escuela de abordar encuentros grupales con los últimos años de alumnos de la escuela media. Se evalúan situaciones de malestar de los docentes, tutores y directivos acerca de conductas definidas como oposicionistas y desafiantes hacia los adultos. En el grupo se registran ansiedades con respecto a la finalización del colegio y la proyección a futuro. Se destacan como fortalezas la cohesión grupal y el compañerismo. Se evalúa la necesidad de que el grupo de alumnos comprenda el rol del adulto y pueda sentirse como parte de la institución. Se proponen encuentros grupales para abordar los conflictos de convivencia, las ansiedades y temores, y acompañar el proceso grupal de finalización de la etapa escolar.

 

Los encuentros grupales habilitaron un modo diferente de estar presentes en el espacio cotidiano del aula. De este modo, hicieron posible recuperar la experiencia del encuentro y del contacto en los vínculos, restringido en la pandemia y a través de las pantallas.

 

El mural como construcción colectiva

Se dispone al grupo a ubicarse en círculo. Se realiza una dinámica de apertura al trabajo grupal, pasando una lana entre los compañeros a través de distintas interacciones lúdicas. Se observa que el grupo sostiene el entramado y red de relaciones moviendo hacia arriba y hacia abajo la configuración armada, enseñando emotividad, compañerismo y cooperación grupal. Es el propio grupo que muestra organizarse desanudando la lana para volver a armar el ovillo. Se le pide a cada alumno que busque un lugar cómodo en el espacio del aula y se entrega una hoja con espacios en blanco y otros en color. Se ofertan materiales plásticos para trabajar (lápices, marcadores, pasteles, crayones, etc.). Se da la consigna de expresar en la hoja a través de colores, palabras o representaciones gráficas cómo se sienten en el colegio, con sus compañeros, con los docentes, en el aula, etc. Se les señala que la posibilidad de representar no es en toda la hoja sino en los espacios en blanco, es decir que no se puede pintar o escribir sobre la parte de color.

Finalizado el trabajo personal se va armando con cada uno de los recortes de afiche una construcción colectiva frente al grupo. De esta manera se configura el nombre del colegio, que atraviesa los espacios en blanco, en donde se representa cada trabajo individual. Se reflexiona grupalmente acerca del atravesamiento en los afiches de la institución y lo instituido y los espacios en blanco como lugares personales y grupales de transformación.

Se observa a los alumnos implicarse y divertirse con las propuestas. Se registra un grupo de alumnos que se dispone a trabajar en un sector diferenciado. Algunos alumnos hacen bromas y juegan entre ellos, y un alumno destaca que muchos ya se conocen desde hace tiempo pero que habían vivido muchos cambios en la última etapa y a veces todos los días. Varios alumnos utilizan el lenguaje artístico para expresar y representar sus contenidos afectivos.

En un segundo encuentro se dispone al grupo para ubicarse de manera circular, sentados en el piso. Se les da la consigna de encontrar un lugar cómodo y espacioso dentro del aula para acostarse en el suelo. Se los va guiando en una relajación corporal y visualización, como si fuese una película de la etapa vital de su adolescencia, desde el primer día que comenzaron el colegio secundario, pasando luego por los distintos años escolares, la época de la pandemia, el regreso a la presencialidad, la proyección de las vacaciones y el pasaje a quinto año para luego finalizar la escuela. Se ubica un papel de escenografía que atraviesa toda el aula para armar un mural colectivo. Ubicados cada uno de los alumnos alrededor del papel se les da la consigna de que puedan expresar cómo se sintieron en la experiencia, qué etapa les resonó, qué imágenes encontraron, etc. Se trabaja con música para facilitar el trabajo creativo. Se le pide a cada uno que presente su producción personal al grupo.

Se comienzan los encuentros grupales con una ronda de apertura, sentados en el suelo, para dar espacio a la palabra, ima ginarios o expectativas de los encuentros, y se abre a la pregunta de cómo se siente cada uno en el aula.

En el segundo encuentro se observa mayor concurrencia de alumnos. El ambiente de trabajo es distendido y de confianza. Se registra que todo el grupo se compromete en la etapa del trabajo corporal de relajación profunda y de visualización guiada por su historia escolar y cierre esta. Todos los alumnos alcanzan a encontrarse con registros de imágenes y recuerdos de su historia escolar y resuenan afectiva y cognitivamente con distintos momentos del trabajo. Algunos alumnos usan los pasteles tizas para pintarse el uniforme y la cara. Todos los alumnos utilizan el lenguaje del arte plástico y escritura para expresar sus vivencias. Se observa una gran distensión corporal y confianza durante todas las consignas de trabajo, con el cuerpo implicado y conectado en la producción del mural.

Los encuentros grupales habilitaron un modo diferente de estar presentes en el espacio cotidiano del aula. De este modo, hicieron posible recuperar la experiencia del encuentro y del contacto en los víncu los, restringido en la pandemia y a través de las pantallas.

Algunas conclusiones: reflexionando sobre las experiencias

Los encuentros grupales habilitaron un modo diferente de estar presentes en el espacio cotidiano del aula. De este modo, hicieron posible recuperar la experiencia del encuentro y del contacto en los vínculos, restringido en la pandemia y a través de las pantallas, tan necesario en los procesos educativos, de desarrollo y socialización de los adolescentes. Es así que el cambio en el estado del cuerpo sensible y sintiente de la experiencia habilitó que puedan vincularse y conectar con sus procesos de aprendizaje y de socialización desde sus motivaciones y deseo.

Por otro lado, es a partir de las experiencias grupales vivenciales que ha sido posible darles espacio a las tensiones y los conflictos existentes en el grupo de pares, en sus modos de vincularse y en sus afectaciones propias para que lo contenido, no verbalizado o emergente sintomático tenga lugar. Entonces, acompañar el proceso grupal y alojar la singularidad de cada adolescente permitió poner a jugar el conflicto, contener sus propias vulnerabilidades y sufrimientos, ofertar espacios de escucha y acompañamiento para crear alternativas posibles en la tramitación y/o resolución de conflictos. A su vez, las experiencias grupales posibilitaron la construcción de procesos arteterapéuticos que promovieron a través de sus diferentes lenguajes artísticos la expresión y representación de sus propias realidades para poder así transformarlas y crear nuevas experiencias de aprendizaje y de vinculación con otros. Entonces, recuperar por medio del arte la experiencia comunitaria, colectiva y grupal del “nosotros” permitió también poder articular en lo diverso y en el derecho a ser diferentes, para saber hacer con otros.

 

 

 
 

[1] Licenciada en psicología (USAL). Residencia interdisciplinaria en Salud Mental (CNMO, Ministerio de Salud). Formación clínica en Gestalt (Sogia). Arteterapeuta (Primera Escuela Argentina de Arteterapia). Danza Movimiento Terapeuta (CAECE).

Cómo citar este artículo: 

Ezquiaga, L. (2023). Experiencias arteterapéuticas grupales con adolescentes en la escuela. Arteterapia. Proceso Creativo y Transformación, 11, 26-31.