“El psiquismo creador y su influencia en el arteterapia”
Teoría y técnica en el pensamiento contemporáneo del Dr. Héctor Fiorini
Nuestra intención en este artículo es poder resaltar el pensamiento y desarrollo teórico del Dr. Héctor J. Fiorini, quien durante toda su vida revolucionó la mirada y aplicación de la psicoterapia. A lo largo de su obra fue revisitando conceptualizaciones que se volvían absolutas e incuestionables.
Resumen
Nuestra intención en este artículo es resaltar el pensamiento y desarrollo teórico del Dr. Héctor J. Fiorini, transmitiendo una articulación de sus conceptos teóricos que aportan y enriquecen la clínica en arteterapia.Sus conceptualizaciones sobre los procesos creadores y terciarios que se producen en el vínculo terapéutico permiten comprenderlos más claramente. La creación, las transformaciones, y los tratamientos aluden a una temporalidad procesual.En ese devenir se producirán reconfiguraciones gracias al principio creador y al vínculo, que activa el sistema de transformaciones, siendo posibilitador de proyectos, aperturas, incluyendo así la posibilidad de cura.
Palabras clave: psiquismo creador, arte terapia, vínculo, proceso, transformación.
Breve biografía de Héctor Fiorini
Héctor Juan Fiorini fue un médico, psicoanalista, psiquiatra y psicoterapeuta argentino. Gustaba de la poesía, la música y las artes, en particular la escultura. Amaba la filosofía, la literatura, y era un incansable lector y escritor. Curioso investigador, siempre desde el campo cualitativo (basado en la praxis). Pensó, trabajó y actuó consecuentemente con sus ideas, convicciones y con la mente abierta hasta sus últimos días, siempre pensando el psicoanálisis y su praxis como algo abierto, no ortodoxo ni fijo. Fue docente titular e invitado en renombradas instituciones y universidades nacionales y extranjeras. Autor de muchos libros, algunos traducidos al inglés, portugués y francés.
Introducción
Nuestra intención en este artículo es poder resaltar el pensamiento y desarrollo teórico del Dr. Héctor J. Fiorini, quien durante toda su vida revolucionó la mirada y aplicación de la psicoterapia. A lo largo de su obra fue revisitando conceptualizaciones que se volvían absolutas e incuestionables. Refería que hay que pensar con Freud y más allá de él. Ir a buscarlo y traerlo al presente. En la psicología clásica el énfasis está en el pasado como algo estático e inamovible que deja su estampa.
Con apertura y curiosidad fue ampliando el campo teórico-clínico del psicoanálisis clásico, creando una línea de psicoterapias psicoanalíticas abierta, que da lugar a lo novedoso para pensar los procesos terapéuticos, línea que hoy transmitimos y mantenemos viva.
Su interés por los procesos creativos en la vida, su capacidad de conectar con el arte, su entusiasmo para aprender de los artistas, así como su escucha respetuosa guiaron sus producciones. Atravesado por el paradigma y el pensamiento complejo, se corría de los reduccionismos, transitando la lógica de lo múltiple.
Morin, en Introducción al pensamiento complejo (1990), define la palabra “complejidad” desde el vocablo latino complexus, “lo que está tejido junto”; este tejido presenta “la paradoja de lo uno y de lo múltiple.”
Por su parte, Prigogine explica que “complejidad indica pluralidad, diversidad de modos de funcionamiento”, y agrega: “una ciencia que analiza todo en fragmentos, en pequeñas porciones, que procede separando, aislando objetos, no puede dar cuenta de los órdenes de la complejidad” (Prigogine, apud Fiorini, 2006: 32).
Se considera que esta complejidad, así descripta, alude a un posicionamiento interdisciplinario que permite un intercambio fecundo mostrando un enfoque dinámico, interactivo y multidimensional.
El paradigma de la complejidad con sus principios de La complejidad dialógica, la recursividad y el punto de vista hologramático ha instalado las bases epistemológicas donde Fiorini se ha anclado para desarrollar los procesos creativos. Dando cuenta de que el diálogo se impone como tarea central entre paciente y analista, ya que permite un intercambio dinámico y estructurante. La recursividad nos aleja de la linealidad causa-efecto. Ya no son válidos los diagnósticos de una vez y para siempre; lo producido ingresa nuevamente en un sistema abierto, autoorganizado, que brinda la posibilidad de cambio y desarrollo.
Por último, el punto de vista holográfico permite abordar al sujeto psíquico en forma multidimensional, tomando en cuenta las partes y el todo, lo que permite una mirada tanto intrasubjetiva e intersubjetiva como transubjetiva; articular sin homogenizar respetando lo heterogéneo de la subjetividad (Saraceno Fasce, 2015: 83).
A partir de sus desarrollos teóricos, Fiorini conceptualizó la idea de un psiquismo creador habilitador de proyectos y futuros posibles, en función de un principio fundamental que él denominó “proceso terciario”, el cual está íntimamente ligado a los procesos creadores.
Arteterapia
Leer y releer a Fiorini es volver a redescubrirlo y nos permite darnos cuenta de cómo sus conceptos resultan ser un pilar para cualquier arteterapeuta curioso, en formación o ya maduro.
Los artistas y arteterapeutas nos sentimos interpelados por lo que realizamos y promovemos. Poder relacionar dinámicamente los conceptos del autor y conectarlos con los del arteterapia como con la psicoterapia, pueden ser contribuciones fértiles para nuestra teoría en construcción. Contar con esta fuente de conocimientos en la lengua castellana es de gran valor, dado que muy frecuentemente los textos y teorías de arteterapia prevalecen en el idioma inglés o francés.
A partir de sus desarrollos teóricos, Fiorini conceptualizó la idea de un psiquismo creador habilitador de proyectos y futuros posibles, en función de un principio fundamental que él denominó “proceso terciario”, el cual está íntimamente ligado a los procesos creadores.
Eva Marxen, arteterapeuta, antropóloga y psicoanalista, escribe en su más reciente libro en inglés (2020) que su fin es explorar el uso del arteterapia en la desinstitucionalización y la antipsiquiatría y su relación con las artes. Esta autora, en su libro Diálogos entre arte y terapia, escribe: “El psiquismo creador (1995) de Fiorini debería ser un texto de lectura obligatoria para cualquier arte terapeuta”, describiéndolo como soporte y fundamento teórico del arteterapia (Marxen, 2011: 58).
El arteterapia dinamiza un proceso hacia lo que puede ser dentro del marco de una simbolización terapéutica. Permite expresión, descarga y alivio momentáneo e integra un proceso creador que produce desafíos de transformación en la enfermedad física, mental y espiritual. Es una negociación con la materia. Consta de la integración de diversos lenguajes (corporal, plástico, dramático, musical, lingüístico) para elaborar y poder “decir” a partir de nuevos códigos, en un proceso simbólico.
La metáfora es una forma de trabajar en arteterapia. Los colores que surgen de la mano y organizan producciones espontáneas pueden ser metáforas, construyendo un relato.
A través de estas metáforas se pueden ir elaborando conflictos, creando narrativas ficticias que servirán para la evolución personal. Toda acción bien pensada en un cuadro terapéutico conlleva un sentido metafórico (Jean Pierre Klein, 2012).
Los profesionales de la expresión acogen cualquier forma de expresión sin intervenirla. El sujeto que trabaja en arteterapia es un sujeto frente a un objeto externo a él (la materia). La materia (arcilla, pintura, teatro, ritmo, música, etc.) tiene sus propias exigencias y es un interlocutor con quien poder trabajar y en donde proyectarse.
La expresión supone descarga de tensiones, exteriorización de emociones, una catarsis orientada a veces hacia lo energético o lo gestual. El arteterapia inscribe la expresión en un proceso que permite que la forma creada evolucione. Es un acompañamiento del trabajo de un sujeto sobre sí mismo, como una “autoterapia” (Jean Pierre Klein, 2012: 14).
Podemos resumir algunos puntos sobre el arteterapia, para entender cómo estos encuentran un maridaje con los postulados de la teoría de Fiorini de un psiquismo creador.
El proceso creador en el Psicoanálisis y en el arte: hacia una metapsicología ampliada
Según Winnicott existe un área que consiste en un espacio de interrelación entre el arte y el psicoanálisis, que es la “zona o área intermedia de la creatividad” (Winnicott, 1971). Este espacio transicional del que nos habla Winnicott es el espacio de la fantasía, el juego y la creatividad. Una zona que circula entre el proceso primario y secundario y configura un entretejido complejo y peculiar con el Otro de la cultura.
Fiorini, para pensar un psiquismo creador, elaboró la idea de un proceso terciario como una instancia superadora de los procesos primarios y secundarios.
Según André Green el proceso terciario adquiere estatus propio y despliega una metapsicología de la creatividad. El autor piensa los procesos terciarios como unificadores de los procesos primarios y secundarios (Goldstein, 2013). Fiorini postula que estos no son solo puentes o ligazón entre ambos procesos, sino que establecen formaciones psíquicas que producen formas originales y expanden sus límites; motorizan pensamiento y proyectos futuros. Se diluyen los absolutos y polaridades. Los procesos terciarios, con movilidad potencial y opciones inestables, pueden soportar gran infinidad de horizontes (Fiorini, 2007; 2019).
El autor refiere en El psiquismo creador (2019: 256) que “Los procesos creadores requieren de operaciones, movimientos de deconstrucción de lo dado, haciéndole lugar al caos y al azar que llevan a movimientos constructivos con combinatorias novedosas”. Es una producción de diferencias que delinean otras posibilidades. Para ello es necesario poder tolerar las tensiones que coexisten en los procesos terciarios, diluyendo las polaridades binarias excluyentes y habilitando lo múltiple.
El proceso creador lleva a conmover rigideces. Requiere atravesar momentos de angustias y de desorden. La creación nos dirige a caminos no previstos ni predeterminados. Se trata de poder animarse, de ir hacia lo desconocido; a explorar el caos y su convulsión para luego poder arribar a una nueva organización.
Fiorini destaca varias etapas típicas del trabajo creador: la etapa exploratoria; de vaguedad, de ambigüedad, de dudas y de sorpresas; la etapa atemporal, sin memoria y deseo; y finalmente, la etapa de vacío y aperturas (Fiorini, 2007).
Como sujetos creadores podemos reconocerlas y no dejar de sentir angustia, que se irá diluyendo conforme nos adentramos en el proceso de creación. Con la culminación del objeto artístico sentimos logro, un sentido de cierre y duelo por la separación y despedida del objeto como extensión yoica.
El sistema creador logrará que acallemos nuestro ruido interno y experimentemos ese ser nadie. Consideramos importante tener en cuenta los aspectos espirituales involucrados en la creación. Lo espiritual sirve como un entramado inmanente y portador esencial del proceso creador y la obra en sí misma. Esta espiritualidad trascendente en la creación se encarna en el objeto artístico.
Procesos terapéuticos creadores
Los procesos psicoterapéuticos son un conjunto de acciones sincrónicas convergentes que hacen una matriz procesadora de tareas, definidas por él como: tarea vinculante, tarea emocional, tarea pensante, tarea accionante (en actos y en obras), tarea energizante y tarea corporal. Todo proceso terapéutico se da entre palabra, cuerpo, vínculo y silencio; entre entender, conocer y encontrar sentido.
Las dinámicas de las emociones y la imaginación están corporizadas. Los aspectos motriz-expresivos del afecto son significativos tanto en la creación artística como en la experiencia estética.
En la poesía la experiencia física aparece primero, tanto en la creación como en el disfrute de esta. El artista se recrea a sí mismo tanto desde una forma inconsciente como consciente. El espectador completa la obra de arte como un co-creador dentro de una narrativa analítica.
Vínculo
El proceso analítico no depende solamente de los aspectos inconscientes, sino también de la interacción vital entre dos personas que comparten un mutuo reconocimiento de la experiencia terapéutica, contribuyendo ambos a co-crearrealidades interaccionales, que podrán expresarse a través de los movimientos transfero-contratransferenciales. De este modo, se dará lugar a los aportes que ambos integrantes de la pareja analítica realizan al vínculo, estableciendo una relación dialógica basada en el respeto y la aceptación, donde uno se reconoce y es reconocido, de sujeto a sujeto, en lugar de sujeto a objeto, dado que la psique crece a través de la acción y el impacto de un sujeto sobre el otro, tal como lo postula Benjamin (1997).
Al hablar de vínculo es dable recordar la conceptualización de Isidoro Berenstein (2007), que lo define como una estructura de tres términos constituida por dos polos, los dos yoes, o un yo (visto desde sí mismo) y un otro, y un conector (o intermedio) (Kaës, 1983, 1985) que daría cuenta de la particular manera de ligar a ambos yoes (2007, p.107). Los dos polos serían paciente y terapeuta, y el conector es la relación que se pueda establecer entre ambos. Desde el arteterapia existe el triángulo terapéutico entre paciente, obra de arte y arteterapeuta.
El arteterapeuta debe estar en la escucha del otro, prestando atención a la transferencia y a las proyecciones del paciente. Es un encuentro entre dos subjetividades, dos textos, donde se va constituyendo un vínculo. Es un espacio relacional. Es una presencia activa, en un estado de disponibilidad, un acompañamiento sutil, discreto, en donde se respetan tiempos y resistencias. El paciente hace la obra en la transferencia ante la presencia del arteterapeuta. Es una escucha dinámica, sensible y empática (Jean Pierre Klein, 2012).
Consideramos importante tener en cuen ta los aspectos espirituales involucrados en la creación. Lo espiritual sirve como un entramado inmanente y portador esencial del proceso creador y la obra en sí mis ma. Esta espiritualidad trascendente en la creación se encarna en el objeto artístico.
Escucha
Al hablar de escucha le damos significativa relevancia a que el analista pueda desarrollar esta capacidad, no solo como parte de la técnica, sino poniendo en evidencia a través de ella el respeto que tiene por la singularidad de cada paciente en los diferentes momentos del proceso. Bion (1992: 152) nos hace una invitación: “si escuchamos durante suficiente tiempo, podríamos ser capaces de ‘ver’ dónde duele”.
Esto se relaciona con “La mirada escucha”, el artículo en el que Masud Khan (1995) reflexiona sobre una manera particular de sentir al paciente en la situación analítica, no solo con la escucha activa, sino también con la mirada. Esta presencia disponible a través de la mirada se opone a una concepción que tiene en cuenta únicamente el material verbal, teniendo la impresión de escuchar al paciente con dos aparatos de yo: las orejas y los ojos. Esto brindará la posibilidad de tener en cuenta no solo lo verbal, sino también lo paraverbal, que permitirá ampliar la posibilidad de establecer una adecuada alianza de trabajo.
También queremos hacer una diferenciación entre “escuchar y oír”. Como analistas nos queda claro que entre estos dos términos existen grandes diferencias. El oír es simplemente percibir vibraciones de sonido, en cambio, escuchar es entender, comprender o dar sentido a lo que se oye. Esta diferenciación muestra la clara intencionalidad de adaptar nuestra escucha a la historia singular de cada paciente, dándole así la posibilidad de historizar, es decir, de contar y recordar su historia, lo que le permitirá otorgar nuevos sentidos al tiempo vivido, gracias al trabajo psíquico activo durante el encuentro analítico. Entender la escucha de una manera más amplia nos permitirá investir al paciente con una escucha instituyente y a su vez dejarse investir por él durante los sucesivos encuentros.
Consideramos importante tener en cuenta los aspectos espirituales involucrados en la creación. Lo espiritual sirve como un entramado inmanente y portador esencial del proceso creador y la obra en sí misma. Esta espiritualidad trascendente en la creación se encarna en el objeto artístico.
Procesos de transformación
Uno de los postulados principales del arteterapia es promover justamente la transformación del sujeto a través del proceso creador.
Siguiendo las investigaciones del Dr. Fiorini remite que Freud, en alguno de sus estudios, comunicó que se encontraba ante zonas no abarcadas por los dos principios de placer y realidad. Encontraba una tercera zona no accesible al psicoanálisis, en la que comprobaba que el artista y sus artes operaban con otra eficiencia. Esos dos principios se mostraban al análisis en una contradicción conflictiva. Trabajando en esa zona intermedia, el arte, en cambio, lograba reconciliarlos. Es propio de la función creadora trabajar con elementos que entran en tensión, en contradicción, sumando potencias y produciendo nuevas direcciones. La falta de esa función mediadora creativa deja los elementos librados a destinos de conflicto. Es propio de la actividad sublimatoria encontrar nuevos destinos y objetos.
Edith Kramer (1985), pionera de arteterapia en los Estados Unidos, acuñó el término de la sublimación a través del arte, en donde la función del arteterapeuta como extensión del yo del niño es fundamental como facilitador de este proceso inconsciente.
La posibilidad de habilitar lo novedoso que trae el principio creador activa el sistema de transformaciones, que permite el cuestionamiento de enunciados certeros, abriendo a la multiplicidad de significaciones, movimientos que llevan a nuevas formas.
Podemos concebir que la creación, las transformaciones, así como los tratamientos, aluden a una temporalidad procesual, que no se puede apresurar. No va por pautas que delimiten recorridos aislados. Al dar lugar a un campo creador, se activan múltiples conexiones que se entrecruzan e interactúan entre sí formando redes. En ese tejido se van dando movimientos que pueden llevar a transformaciones.
Para pensar las transformaciones resulta interesante citar al filósofo francés François Jullien, quien en su libro Transformaciones Silenciosas (2010) escribe que estas ocurren a la luz de los ojos, aunque no se puedan precisar. Si bien cobran visibilidad, emergen luego de un largo proceso invisible. El acento está puesto en el proceso más que en el acontecimiento. Es como cuando los chicos crecen, que uno los ve más grandes, pero no se puede ubicar el momento en que esto ocurrió.
No se fija su temporalidad, ni se establece previamente. Uno empieza un movimiento en el que hay que darle tiempo al transcurso del proceso, como una semilla cuando germina. Si quiero que crezca más rápido y la riego de más se puede ahogar. La meta que se cumpla va a tener su propio tiempo. No se puede predeterminar. Hay tiempos subjetivos.
Siguiendo la línea del pensamiento chino que toma Jullien, los procesos se entienden como una incitación que se propaga, como fenómenos de generación, de crecimiento, de conjunto, no como efecto de una acción técnica. No hay un progreso lineal, sino que se rescatan las posiciones que va ocupando ese devenir. Es un proceso continuo más relevante que la meta a alcanzar.
Es en esta dirección que nos resulta interesante pensar los procesos terapéuticos. Fiorini realza la importancia de la intención y cualidad exploratoria que moviliza y lleva a la búsqueda de la cura, activando el proyecto terapéutico. Incitación que motiva a encaminar un proceso. No solo se pone el énfasis en el pasado y en lo repetitivo, sino que se trata de abrir la posibilidad para lo novedoso.
La apertura a lo incierto y desconocido lleva a transitar por otra temporalidad. En su libro El psiquismo creador (2006) el autor nos propone trabajar sobre una temporalidad especial de los procesos creadores y la define como una transtemporalidad: “[…] organización de cruces, lazos y oposiciones temporales. En esos cruces temporales no todo viene del pasado sino que también incluye la posibilidad de procesos de organización que vienen del futuro, donde se abre lugar a la dimensión creadora” (Fiorini, 2006: 131).
Para pensar la dimensión creadora es importante concebir el tiempo no solo en el plano horizontal, lineal y cronológico. El querer reducirlo solo a la dimensión cronológica, el eje horizontal, conduce a una rigidez y empobrecimiento. Es importante considerar un tiempo donde hay un encadenamiento secuencial, así como también incluir un tiempo dado por el eje vertical. El habilitar una conexión con el eje vertical, con el misterio, con lo creador, nos permite sorprendernos y acceder a otra información que no proviene del conocimiento racional.
“El psiquismo creador activado abre otros ámbitos, otros dominios de inconsciente y de conciencia; trabajos de sublimación, símbolos de espiritualidad, apertura al misterio y a las búsquedas de sentido en la situación de existencia” (Fiorini, 2006: 60-61).
El arte de la vida es saber moverse en el entrelazamiento de los dos tiempos, en el cruce de las dos coordenadas. El plano horizontal es el de la organización, la línea que nos marca la dirección, mientras que el plano vertical permite la inclusión de lo múltiple y los procesos creadores.
A modo de cierre
Nos interesó transmitir una articulación sobre conceptos trabajados por el Dr. Fiorini que aportan y enriquecen la clínica en arteterapia, sus conceptualizaciones para pensar los procesos creadores, los procesos terciarios que se producen en un vínculo terapéutico. Este desarrollo habilita una oportunidad, que apuesta a poder mover aquello que quedó detenido, rígido, creando nuevas imágenes. El arte y el psicoanálisis deben buscar juntos, generar una fibra en donde el movimiento vital encuentre sus formas para alojarse y abrir nuevos canales con renovado ímpetu. (Fiorini, 2007; 2019).
El proceso terciario incluye matices metafóricos, simbólicos, que no se reducen a una mirada unidimensional y reduccionista de un psicoanálisis del arte. El campo de creación propicia un terreno abierto a cierta desterritorialización de lo edificado y construido que habilita la apertura a un campo de posibilidades. Un psiquismo creador, posibilitador de proyectos, de futuros, de aperturas e incluso de cura. En ese devenir, que llevará un tiempo, se irán produciendo reconfiguraciones, dando lugar a lo novedoso.
Para finalizar, resulta interesante traer el concepto de Metanoia (viene del griego: meta: “más allá”; noia: “mente”). Sin duda, el arteterapia y los procesos creadores son una forma de acercarse a ello. Este concepto, que está en relación con un cambio de perspectiva, produce una variación de sentido. Un proceso de transformación que cambia la forma de pensar, sentir, ser o vivir.
A partir de sus desarrollos teóricos, Fiori ni conceptualizó la idea de un psiquismo
creador habilitador de proyectos y futuros posibles, en función de un principio funda mental que él denominó “proceso tercia rio”, el cual está íntimamente ligado a los procesos creadores.
Sin duda, el Dr. Fiorini marcó un rumbo y posibilitó nuevas miradas en cada una de nosotras y en los que se acercan a su obra. Por todo ello le estamos eternamente agradecidas y queremos humildemente homenajearlo a través de este artículo.
Bibliografía
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[1] Artista plástica y Arte terapeuta. Licenciada en Bellas Artes del CCAC y Magister en Arte Terapia de NYU (Estados Unidos). Registrada y Certificada del American Art Therapy Association y el American Board Certification (Estados Unidos). Arte terapeuta clínica y comunitaria en Estados Unidos y Argentina. Directora, docente, coordinadora y supervisora del Posgrado de Arte Terapia del CEP (Argentina). Docente invitada en instituciones dentro y fuera del país.
[2] Licenciada en Psicología (UBA). Especialización en Clínica de Niños y Adolescentes. Dr. Rodulfo, Posgrado en Teoría y Técnica de Psicoterapias Psi- coanalíticas del Centro de Estudios en Psicoterapia Dr Fiorini. Diplomatura en Psicodrama y corporeidad Dr Bouchbinder. Docente de posgrado de la Facultad de Psicología (UBA), de la Asociación de Psiquiatras Argentina y en Centro de Estudios de Psicoterapia del Dr Fiorini. Expositora desde el 2000 e congresos nacionales. Publicaciones en revistas nacionales e internacionales y en capítulos de libros.
[3] Doctora en Psicología PhD (USAL), Magister en Psicoanálisis. Mg (USAL-APA), Psicóloga Clínica (UK) e Institucional, Licenciada en Administración de Empresas (UB) y Contadora Publica (UB). Docente de la Maestría en Psicoanálisis USAL-APA y Posgrado en la Universidad Nacional de San Luis (UNSL), de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA) y de los Posgrados de Teoría y técnica de Psicoterapias psicoanalíticas y de Pareja y Familia del Centro de Estudios en Psicoterapias (CEP) Buenos Aires, Córdoba, Tucumán. Autora del libro “La disponibilidad del analista: relación terapéutica per- sona, presencia y mutualidad” y coautora de varios capítulos y artículos de revistas especializadas. Miembro de APA, APSA y IARRP.
Cómo citar este artículo:
Garber, E. M., Hamuy, E. y Saraceno Fasce, S. (2023). “El psiquismo creador y su influencia en el arteterapia”. Teoría y técnica en el pensamiento contemporáneo del Dr. Héctor Fiorini. Arteterapia. Proceso Creativo y Transformación, 11, 60-67.