Collection de L’Art Brut, un museo impresionante

Luis Formaiano [1]

Hace poco más de un año visité una de las colecciones de arte producido por pacientes psiquiátricos y artistas no convencionales más completas del mundo, la Colección de Art Brut, que perteneció a Jean Dubuffet; 700 obras en exhibición, de un total de 70.000 que posee el museo, desplegadas a lo largo de cuatro pisos.

 

 

Resumen

Hace poco más de un año visité una de las colecciones de arte producido por pacientes psiquiátricos y artistas no convencionales más completas del mundo, la Colección de Art Brut, que perteneció a Jean Dubuffet; 700 obras en exhibición, de un total de 70.000 que posee el museo, desplegadas a lo largo de cuatro pisos. El museo abrió en 1976, y Dubuffet creó el museo y donó su propia colección, que, como se puede apreciar, creció inusitadamente.

Vale la pena invertir más de medio día de tu visita en la hermosa ciudad de Lausanne para vivir una experiencia que te sumerge de lleno en el mundo de las expresiones de lo inconsciente.

Palabras claveJean Dubuffet, psiquiatría, Art Brut, Outsider Art, arteterapia.

Era una hermosa mañana de primavera y llegué una hora antes de la apertura. El personal se aprestaba a desayunar en el jardín de entrada al museo y me invitaron a unirme a ellos, lo que representó un cálido inicio a mi visita. La colección está distribuida en cuatro espaciosas plantas y en esas horas matinales las salas estaban desiertas, lo que facilitó recorrerlas y registrar el material con detenimiento.

Jean Dubuffet (1901-1985) tomó contacto con el libro de Hans Prinzhorn Expresiones de la locura. El arte de los enfermos mentales a comienzos de la década del 20, pero habrían de pasar 26 años para que formalmente modificara el concepto de arte alienado por el de Art Brut. Esto significaba ampliar el espectro del arte psicopatológico e incluir el arte de los niños, marginales y todo aquel que se expresara a través del arte sin haber recibido una instrucción formal.

La definición de Art Brut que nos da la bienvenida al ingresar al museo dice: “El Art Brut es un arte realizado por personas autodidactas que a menudo viven al margen de la sociedad, ya sea como almas rebeldes o como seres que son impermeables a los valores y normas colectivas. Entre ellos encontramos prisioneros, residentes de instituciones psiquiátricas, excéntricos, solitarios y marginales para quienes la expresión creativa existe por sí misma, sin importarles la crítica del público o lo que la gente pudiera pensar”.

 

Vista de las plantas del museo

Dubuffet admiraba a Heinrich Anton Muller (1869-1930), un esquizofrénico francés que tuvo un brote psicótico cuando una maquinaria para viñedos que él había inventado –por un tema de patentes– fue apropiada y explotada por terceros, lo que originó su internación en un psiquiátrico cerca de Berna. Allí, se dedicó a crear maquinarias utilizando ramas, trapos y cables de acero; luego lubricaba las máquinas con su propio excremento. También dibujaba sobre las paredes, trozos de cartón y papel que luego cosía. Creó un bestiario imaginario utilizando lápiz de plomo y tiza blanca. Una de sus obras, que figura como “Sin Título” pero que en el libro de Prinzhorn está catalogada como “Hombre con gota en la nariz”, pintada en algún momento entre 1917 y 1922, sirvió de inspiración para un cuadro del propio Dubuffet: “Hombre con una rosa” de 1949. 

 

Heinrich Anton Müller

 

La obra de Aloïse Corbaz (1886-1964), nacida en Lausanne, evoca el mundo de la realeza, muy bien conocido por ella, ya que trabajaba como institutriz en la corte del emperador Guillermo II de Alemania. La pasión que desarrolló por él y su frustrado deseo de llegar a ser una cantante de ópera incidieron sobre la temática de su obra, el estallido de la Primera Guerra Mundial la forzó a regresar a Suiza, donde terminó internada en el asilo de Cery-sur-Lausanne, en 1918. Pintó mucho tiempo en secreto utilizando jugo extraído de pétalos de flores, grafito, tinta y pasta dental.

 

El francés Agustin Lesage (1876-1954) elaboró imágenes que nos recuerdan el mundo de Adolf Wolfli, algunas de cuyas obras también se encuentran en este museo. Minero por tradición, a los 35 años comenzó a pintar de acuerdo con lo que las voces de los muertos le decían.

El francés Agustin Lesage (1876-1954) elaboró imágenes que nos recuerdan el mundo de Adolf Wolfli, algunas de cuyas obras también se encuentran en este museo. Minero por tradición, a los 35 años comenzó a pintar de acuerdo con lo que las voces de los muertos le decían, especialmente la de su pequeña hermana, muerta a los tres años. Podemos enmarcar a este artista dentro del denominado “Arte Mediúmnico”, tan en boga en este momento gracias a la muestra que aúna la obra de la sueca Hilma af Klint –que canalizaba en sesiones de espiritismo– con la de Mondrian –montada en la Tate Modern de Londres– que puede verse hasta septiembre de 2023.[2] La obra de Lesage fue realizada con un pincel diminuto, ya que elaboraba complicadas estructuras regidas por una estricta simetría.

 

Jean Dubuffet (1901-1985) tomó contacto con el libro de Hans Prinzhorn Expresiones de la locura. El arte de los enfermos mentales a comienzos de la década del 20, pero habrían de pasar 26 años para que formalmente modificara el concepto de arte alienado por el de Art Brut.

 

Carlo Zinelli (1916-1974) fue un artista italiano a quien se le permitió asistir a los talleres de arte del Hospital San Giacomo, en Verona, luego de que comenzara a hacer graffiti en las paredes de dicho nosocomio. Allí, Carlo, como comúnmente se lo conocía, realizó más de 3000 obras, en trabajos abigarrados de gente y animales hechos con gouache en ambos lados del papel.

 

Carlo Zinelli

Me resultó muy impactante la obra de Clément Fraisse (1901-1980), una campesina francesa que a la edad de 24 años trató de incendiar la granja de sus padres, lo que originó su internación en una celda diminuta, revestida con paneles de madera. Utilizando el mango de una cuchara rota comenzó a tallar la madera con imágenes, y, cuando le confiscaron el mango, recurrió al asa de su orinal. Esos paneles se encuentran en display en el museo.

La obra del italiano Curzio di Giovanni (1977) fue realizada en sus diversas internaciones, en las que también pudo concurrir a los talleres de arte ofrecidos por la institución. Sus dibujos son inspirados por imágenes de animales y personas de las que rescata lo que le parece más significativo. Delinea las figuras y compartimenta las formas utilizando los principios del mosaiquismo. Cada trabajo es luego coloreado a lápiz y el resultado final produce la distorsión de la figura, realzada por los fondos blancos.


Curzio di Giovanni

Eugen Gabritschevsky (1893-1979) nació en Rusia y, como biólogo, trabajó en el Instituto Pasteur de París hasta 1926. Poco después, comenzó con problemas mentales, lo que en 1931 derivó en una internación que duró hasta su muerte. En los más de cuarenta años que estuvo recluido produjo 5000 pinturas y dibujos. Utilizaba papel de descarte o viejos almanaques y su medio era la témpera, que aplicaba libremente para después aguarla con una esponja, dando nacimiento a toda clase de figuras antropomorfas.

Eugenio Santoro (1920-2006) era de nacionalidad italiana; durante la Segunda Guerra Mundial luchó en frentes en Albania y Grecia. En 1945 abrió una pequeña carpintería en Suiza y recién hacia fines de los 70 comenzó a dibujar y pintar. También hacía tallado en madera con material de árboles frutales, lo que le permitía crear fantásticos animales y personas en tamaño natural. Su obra es increíblemente sugestiva y asombrosa por ser la de un autodidacta.

 

Me resultó muy impactante la obra de Clément Fraisse (1901-1980), una campesina francesa que a la edad de 24 años trató de incendiar la granja de sus padres, lo que originó su internación en una celda diminuta, revestida con paneles de madera.

 

Me impactó muchísimo la obra de Paul Amar (1919- 2017), un algeriano que pasó gran parte de su vida manejando taxis, hasta que a los 55 años descubrió en una tienda objetos hechos con conchas marinas, de esos que se encuentran en zonas de playa. Con ellas generaba increíbles objetos tridimensionales que unía con cola y pintaba con acrílicos o esmalte de uñas; luego, mediante un cableado que activaba luces, los colocaba en marcos-caja, obteniendo complejas composiciones que seducen por su colorido y su atención al detalle. Creó universos marinos y terrestres y la vista se pierde dentro de ellos.

Paul Amar

Esta es simplemente una mínima muestra de la variedad de obras que pueden verse en este inusual museo, que va desde el arte psicopatológico hasta el arte autodidacta, culminando con un área específicamente dedicada a Jean Dubuffet, sala que a través de obras y documentos recorre la historia del Art Brut y cuenta sobre los orígenes del museo.

Lausanne es una ciudad en la que hay calles medievales y una catedral del siglo XII. También se puede disfrutar de un tour en barco por el Lago Lemán, uno de los más grandes de Europa occidental, que va atracando en diferentes ciudades, entre ellas, la famosa Montreux. El viaje, que circunvala el lago, dura aproximadamente tres horas.

Como es necesario tomar, por lo menos, una noche de hotel, antes de dejar la ciudad recomiendo visitar la Fundación L’Hermitage, que posee una pequeña y bella colección de arte.

Más imponente aún es la casa donde están expuestas las obras y su amplio y colorido jardín, que desemboca en el lago.

Se recomienda ir vía Ginebra y, desde el aeropuerto, tren hasta Lausanne; frente a la estación se encuentra el metro, que alivia en mucho el tener que subir a pie por sus escarpadas calles.

 

 

Bibliografía

Prinzhorn, H. (2012). Expresiones de la locura. El arte de los enfermos mentales. Madrid, Ediciones Cátedra.

 

 


[1] Licenciado en Psicología (UBA). Arteterapeuta (UNA). Miembro fundador de la Asociación Argentina de Arteterapia. Artista Plástico.

[2] Para información sobre la muestra consultar: https://www.tate.org.uk/whats-on/tate-modern/hilma-af-klint-piet-mondrian

Cómo citar este artículo: 

Formaiano, L. (2023). Collection de L’Art Brut, un museo impresionante. Arteterapia. Proceso Creativo y Transformación, 11, 84-88.