Arte y Salud. Apuntes sobre teoría y clínica

Edición compilada por Daniel Izrailit y Jimena Fernández, que cuenta con la colaboración de diversos profesionales del campo de la salud, que valorizan los procesos mediados por el arte en su práctica clínica. La danza y el movimiento, la música, la plástica, la literatura y el teatro, aparecen en este texto aplicados a trabajos clínicos específicos propuestos por diversos profesionales que forman parte de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA), y en particular, de su capítulo “Arte y Psiquiatría”.

El prólogo de Santiago Levín, presidente de APSA, advierte que la lectura de este libro vigoriza un elemento inicial, fundante y perdido del trabajo arteterapéutico, como es el juego. El juego, la improvisación, la creación y la experimentación han quedado por fuera de la psicoterapia corriente, aun cuando los autores que han realizado la mayor cantidad de aportes (Freud, Winnicott, Klein, Debussy, Schumann, Ferenzcsi y Dolto, entre otros) no dejaron nunca de experimentar, probar y jugar. Del mismo modo que el juego ha cedido lugar a favor de la rigidez y la estandarización, también se ha dejado en el camino la riqueza que aporta el grupo terapéutico.

El texto comienza con el aporte de Carlos Caruso (médico psiquiatra, pianista y compositor), quien realiza una profunda reflexión en torno a la comunicación, al arte y a la salud. El autor expresa que, en el desarrollo de la cultura humana, el arte precede a la ciencia como forma de representación, simbolización y comunicación de la realidad, y las emociones y las impresiones subjetivas preceden al pensamiento racional y objetivo. Desde esta perspectiva, recupera al arteterapia para aquellas situaciones traumáticas o dificultades en las que la palabra no alcanza. El arteterapia, que está basado en la coincidencia entre proceso creativo y proceso terapéutico, se utiliza exitosamente para patologías concretas como las demencias, psicosis, trastornos del espectro autista, enfermedad de Parkinson y cuidados paliativos, entre otros.

En el artículo “El arte de testimoniar”, Daniel Izrailit (médico psiquiatra y psicoanalista) y Ezequiel Naigeboren (psicólogo y psicoanalista) valorizan el testimonio como posibilidad de transformar la injuria en algo nuevo. Izrailit comenta su acompañamiento a Moisés Borowicz en la escritura de un libro que reflejó sus vivencias durante su estadía entre sus doce y dieciocho años en siete campos de concentración, y que fuera presentado en diversas escuelas de la Argentina. Por su parte, Naigeboren comenta la experiencia de un taller de escritura creativa que se lleva a cabo en el servicio de prevención y asistencia de las adicciones en el Hospital de Clínicas Avellaneda en Tucumán. A partir de juegos, diálogos o lecturas, se inicia el despliegue de la escritura, que el autor ilustra desde la presentación de diversos casos clínicos.

En “Trauma y creación”, Marcelo Prudente (psicólogo y artista plástico) aborda el concepto de trauma vinculado a la creación artística y al funcionamiento del psiquismo en los procesos terapéuticos en los que se utilizan procedimientos y materiales de los diferentes lenguajes artísticos. Valiéndose de su experiencia como soldado conscripto en la guerra de Malvinas y como arteterapeuta desde el año 1993, se pregunta acerca de las razones por las que los lenguajes artísticos son un medio privilegiado para elaborar situaciones y hechos traumáticos que nos tocan vivir. La respuesta es porque nos conectan con aquellos singulares modos de sentir, fantasear, decodificar y expresar emociones, propios de los vínculos primarios, donde creando sobrevivimos a lo traumático.

El artículo de Marcela Ivaldi (profesora en psicopedagogía y en educación especial en discapacidad neurolocomotora) y Susana Díaz (maestra nacional de dibujo, profesora en filosofía y pedagogía y arteterapeuta) es un recorrido por el proyecto “Entre la tierra y el fuego” realizado con estudiantes de la Escuela Especial de Irregulares Motores. Para las autoras, el trabajo con arcilla y máscaras es motivador del desarrollo perceptivo, cognitivo y afectivo, a la vez que permite la reconstrucción de historias, la recuperación de la memoria colectiva y los saberes comunitarios, y la movilización de redes inclusivas.

El aporte de Jimena Fernández (médica psiquiatra y arteterapeuta) y Darío Valle (musicoterapeuta) consiste en una reflexión sobre la música, la creatividad y la salud. Partiendo del entendimiento de que todo ser viviente tiene potencial para expresarse creativamente, reconocen al sonido como objeto transicional: una canción, un instrumento musical, un cilindro de papel como prolongación de nuestro aparato fonatorio, una hoja de diario, son intermediarios entre la realidad subjetiva y el mundo externo, participando de ambos registros. Afirman que el único modo de afrontar un trabajo consciente en arteterapia es desde un abordaje transdisciplinar, lo que permite ampliar la mirada sobre el sujeto y sus circunstancias, y develar la trama compleja, dialógica, discursiva y organizadora que se teje en un grupo.

En “Conversaciones entre danza y terapia. Del individuo, al grupo, a la comunidad”, Aurelia Chillemi (licenciada en artes del movimiento y psicóloga), Carlos Moretti (médico psiquiatra y arteterapeuta), Federico Segura (médico, intérprete escénico y arteterapeuta) y Myriam Poteraica (psicóloga, actriz, cantante y bailarina) comentan la manera en la que encaran su práctica artística y asistencial. Realizan un recorrido por diversos aportes teóricos como la lectura del cuerpo que realiza Doltó, quien diferencia entre esquema e imagen corporal, de von Laban, que desarrolló un sistema que permitió volver a bailar desde la naturalidad temporal y la potencialidad expresiva del cuerpo en el espacio, y de Maldiney, quien desde su concepción fenomenológica afirma que el signo del trauma en pacientes con psicosis está constituido por su incapacidad de apertura al vacío y luego al avenir.

Posteriormente, los autores realizan un análisis de la Danza Movimiento Terapia (DMT), la Danza Comunitaria (DC) y la Danza Movimiento Terapia Comunitaria (DMTC), sus diferencias, potenciales y puntos de encuentro. Esta última aparece como una herramienta de prevención primaria, cuyos aportes se presentan a nivel individual y social, y en la que es posible construir subjetividad tanto en el proceso como en el producto. Finalizan afirmando que “la creación conjunta es convocante y compromete al grupo, cumpliendo la danza con la posibilidad de comunidad, de ser expresión de sí, y para los demás”.

El último artículo de esta compilación, “El arte como herramienta transversal en la experiencia terapéutica”, es de María Mangone (psicóloga y trabajadora del teatro), Teresa Meinardi Mozej (psicóloga) y Federico Segura (médico, intérprete escénico y arteterapeuta). Los autores aportan conceptos importantes como la consideración de la terapia como un acto creativo, la posibilidad que ofrece el arte de proyectar y resolver en el mundo imaginario un conflicto del mundo real y el aporte del arte a la terapia marcado por el reconocimiento y el respeto hacia la metáfora.

Libro sugerido para quienes se están formando en el arteterapia y para aquellos arteterapeutas que buscan profundizar las posibilidades de lenguajes que se pueden utilizar en la clínica individual y grupal.

 

Arte y Salud. Apuntes sobre teoría y clínica

Daniel Izrailit y Jimena Fernández (compiladores)

Buenos Aires, Argentina: Ricardo Vergara Ediciones
Cantidad de páginas: 150
ISBN: 978-987-8406-19-0