Arteterapia comunitaria. Algunas reflexiones

Resumen

Desde hace varios años me encuentro analizando de manera reflexiva algunos antecedentes de arteterapia en Chile a partir de una epistemología culturalmente situada, estableciendo vínculos entre los campos del arte, la salud y el modelo comunitario de acción social (Reyes, 2014). En este trabajo reflexiono respecto del desarrollo del arteterapia comunitaria en su articulación con la salud colectiva y la educación por el arte. Tomo como ejemplo las cartografías sociales y su potencial como recurso para el arteterapia con comunidades.

Palabras clave: arteterapia, comunidad, salud colectiva, cartografías participativas.


 

Arteterapia comunitaria y la noción de salud colectiva

Diversos arteterapeutas han discutido y ampliado el rol del arteterapia al campo comunitario, vinculándola con la acción social para afrontar los problemas sociales y culturales (Kaplan, 2007). Lynn Kapitan (2011) reconoce y enfatiza los aspectos relacionales y las conexiones del grupo como ayuda para asegurar el bienestar de los individuos a nivel comunitario. En su comprensión, el arte se vuelve un medio a través del cual una comunidad nombra y entiende sus realidades, identifica sus necesidades y esfuerzos, y transforma su vida de un modo que contribuye a la justicia social y al bienestar individual y colectivo.

Suess (2011) llama a atender la epistemología del arteterapia y acción social, observando las estructuras y presupuestos sociales en los que se inserta la práctica arteterapéutica en comunidad, revisando los conceptos establecidos para la normalidad, la enfermedad o la psicopatología.

En mi experiencia de arteterapia comunitaria reconozco el paradigma de la promoción de la salud y salud mental comunitaria como epistemologías centrales para comprender mi quehacer. Para la Organización Mundial de la Salud (OMS) la promoción de la salud es un proceso de empoderamiento individual y colectivo. La salud mental es constituyente tanto de la noción de salud general como de la promoción de la salud en particular y exige una gama más amplia de intervenciones y actores.

Definida como acción y abogacía para abordar los determinantes de la salud, la promoción de la salud mental es fundamentalmente considerada acción social. Abordando factores que mejoran o amenazan el estado de salud de individuos o comunidades, por ejemplo, clase social, género, etnicidad, acceso a la educación, calidad de vivienda, presencia de relaciones de apoyo, participación social, disponibilidad de trabajo, calidad del aire, diseño de viviendas, espacios públicos, entre otros (Fundación Victorian para la Promoción de la Salud y Universidad de Melbourne, 2004). Esto implica la adquisición de estrategias comunitarias, interviniendo de manera privilegiada en los sistemas sociales.

De este modo, en arteterapia comunitaria existe una ampliación desde objetivos individuales centrados en el fomento de la creatividad o espontaneidad, autoexpresión, autoconciencia y confianza en sí mismo hacia otros objetivos grupales y colectivos que implican la integración social y la reducción del estigma, la formación de lazos de solidaridad, el empoderamiento, el fomento de procesos de resiliencia colectiva, la identidad y el sentido de comunidad (Reyes, 2013; 2018).

El paradigma de autoexpresión creativa a la luz de enfoques de salud comunitaria

La asunción de un paradigma sociocomunitario de actuación en arteterapia me lleva a repensar el modelo autoexpresivo predominante en los abordajes de arteterapia individual. A grandes rasgos, concibo el paradigma autoexpresivo como centrado en la experiencia del individuo con el arte y la externalización de sus vivencias internas a través de él. Sería la expresión por medio de formas visuales sostenida por una bien definida relación terapéutica lo que permite la externalización del mundo interno, el alivio, el desahogo de aquellas experiencias que son difíciles de verbalizar y avanzar en los procesos de simbolización. Inspirados en la visión de una psicología individual e intrapsíquica, estos abordajes quedan, a mi juicio, cortos al momento de abordar problemáticas socioculturales, o de identificar la compleja trama intersubjetiva y el contexto donde se instala. Dicha trama y el contexto son constituyentes de una noción de salud comunitaria. Cabe destacar que este planteamiento no implica que la autoexpresión individual esté ausente en la acción comunitaria, sino que los abordajes hacia la subjetividad individual enfaticen y se vuelvan más permeables y sensibles al contacto con la otredad, así como mantengan la conciencia en el mundo, una visión de cambio y transformación social en sus prácticas.

Una interesante reformulación del paradigma autoexpresivo es la visión que ha ofrecido la educación por el arte en el contexto latinoamericano. Para esta concepción de la educación artística, el arte es un medio de desarrollo humano donde se fomenta la expresión creativa, y la expresión de este impulso creativo ofrece un beneficio terapéutico. La educación por el arte y la escuela nueva son antecedentes del arteterapia a nivel internacional (Karkou y Sanderson, 2006). Referentes como Margaret Naumburg y Edith Kramer tuvieron formación en educación artística, la primera en Educación Montessori y la segunda, con Viktor Lowenfeld, Cane Detre, K., Frank, T., Refsnes Kniazzeh, C., Robinson, M. C., Rubin, J. A. y Ulman (1983).

En efecto, López Fernandez Cao (2011) expone que en Iberoamérica los trabajos de Viktor Lowenfeld y Herbert Read tienen gran repercusión para el desarrollo de la educación artística. Eissner enfatiza el marco histórico:

Dada la época –los años cuarenta–, la imagen del niño que divulgaron Lowenfeld y Read encontró una buena acogida. Cuando un país está en guerra para desterrar el totalitarismo, no es sorprendente que una concepción de la educación artística que destaque el cultivo y la protección de lo más individual que hay en el niño encuentre un público receptivo (Eissner, 2004, p. 54).

En Latinoamérica existe un modo particular de llevar adelante este proyecto de la educación por el arte como expresión personal creativa (Cabrera, 2001; Menin, 1998). Diversas experiencias, como por ejemplo las escuelas de pintura al aire libre mexicanas, las prácticas pedagógicas de Jesualdo (Uruguay) y las hermanas Cossettini (Argentina) son antecedentes donde se articulan conceptos de autoexpresión individual y libertad con otros vinculados a la importancia del contexto social, la cultura popular y el compromiso social (Menin, 1998).

Entre 1903 y 1943 las escuelas de pintura al aire libre mexicanas intentaron democratizar la educación artística para llevarla a los niños de sectores indígenas y obreros. Sus prácticas educativas contemplaban la observación del entorno y de las prácticas culturales a partir de la experiencia del niño (Barbosa, 2013). Esto permitió el desarrollo de un imaginario visual que ha contribuido a las artes visuales en México.[1]

De este modo, la historia de la educación por el arte latinoamericano demuestra que es posible articular expresión creativa individual con conciencia social, y que es posible articular la premisa de arteterapia sobre el potencial sanador de la creatividad con paradigmas de salud comunitaria. Estos hallazgos favorecen la superación del paradigma de daño y la cura por la actuación a través del arte sobre los factores que posibilitan la promoción y la prevención en salud mental.

Enfoques de derecho en salud y arteterapia comunitaria

La salud, desde una perspectiva de derechos, focaliza su accionar en que los usuarios sean “sujetos” de su propio desarrollo con la modificación de las situaciones que les afectan en salud. La participación social es el eje de la política de salud comunitaria, y la Investigación Acción Comunitaria (IAC) es la metodología a elección. La IAC busca recoger desde las visiones de la población los factores que afectan su salud, la identificación de los recursos y las posibles soluciones a través del Diagnóstico Participativo (DP) con la comunidad.

A partir de las líneas estratégicas de la promoción de salud se establece que desde otros sectores de la sociedad y fortaleciendo el trabajo intersectorial se puede encontrar la complementariedad requerida para la atención de las diversas circunstancias determinantes de inequidades en la situación de salud y calidad de vida (MINSA, 2015). Fomentamos que en la acción intersectorial los arteterapeutas que trabajan en comunidad visualicen en el sector del arte y la cultura un intersector privilegiado de coordinación.

Por cierto, vemos como una oportunidad para el desarrollo del arteterapia comunitaria la convergencia de las políticas salud y cultura en el ámbito de la acción territorial. Tanto el sector salud como el sector cultura implementarán metodologías basadas en IAC. En efecto, el DP en salud considerado desde intersector arte y cultura encuentra un símil con las metodologías que exploran los territorios en sus dinámicas socioambientales. La confección de un DP desde enfoques de educación y cultura proporciona el análisis de contextos específicos para entender los principales mecanismos estructurales por medio de los cuales se producen las relaciones de una comunidad y de esta con su realidad socioambiental (Valderrama, 2013). La cartografía social y los mapeos colectivos se tornan en obras colectivas de miradas territoriales que favorecen prácticas colaborativas y de transformación.

Imagen 2

Imagen 2

En la imagen 2, vemos el trabajo colectivo creado en un taller de arteterapia comunitaria con adultos mayores. En el contexto de un centro cultural se implementó un proyecto psicosocial donde se promovieron talleres de memoria colectiva con adultos mayores. El proyecto psicosocial original no contemplaba el uso de metodologías activas a través del arte. Sin embargo, se evaluó como un aporte la posibilidad de incorporar actividades basadas en arte, en especial en la fase inicial del proyecto.

Así se desarrollaron unas jornadas de encuentro comunitario con diversas organizaciones sociales de adultos mayores del territorio. Se hicieron primero actividades de autocuidado mediante ejercicios de conciencia corporal y relajación por medio de ejercicios también basados en arte, para luego abordar colectivamente temáticas de historia local que representaran espacios colectivos de recreación o prácticas tradicionales y que pudieran ser transmitidas de generación en generación desde la perspectiva de talleres de memoria colectiva.

Dos temas emergieron como propuesta: juegos y memorias de infancia y mapas de celebraciones y barrio. De este modo, en esta última actividad se invitó a crear con materiales de reciclaje una maqueta que representara un mapa de celebraciones y barrio en su comunidad. Sobre un soporte colectivo el grupo de adultos mayores se coordinó para trazar un mapa de su territorio, así como para identificar lugares significativos y recrear la vida cotidiana tanto presente como pasada. Temas vinculados a los límites territoriales, la historia de sobreviviencia y resiliencia de los primeros habitantes emergieron naturalmente por medio de un intercambio de experiencias, en un contexto lúdico que permitía la recreación y representación de la memoria colectiva del barrio.

Durante el proceso observé que una adulta mayor lloraba en silencio mientras el grupo continuaba creando en forma colectiva. Al acercarme a ella y preguntar qué le hacía sentir así, me explicó que hizo una pequeña intervención en el mapa, un monolito que existía en su barrio. Ese monumento recordaba a unos vecinos que fueron secuestrados y desaparecidos durante la dictadura militar chilena. La acompañé y fui testigo de su dolor; luego la invité a compartir esta experiencia con todo el grupo, todos la escucharon en silencio. Esta actividad me condujo a reflexionar respecto de la profundidad que metodologías como las cartografías sociales basadas en arte pueden tener como recursos de apoyo y acompañamiento psicosocial. En este ejemplo enfatizo cómo favorecen la reflexividad sobre el pasado, subrayando el trabajo elaborativo de los hitos de memoria colectiva presentes en los territorios. Una oportunidad para continuar procesando colectiva y cotidianamente la historia traumática de nuestro país.

En suma, la acción conjunta de estos mapas colectivos permite la elaboración de narrativas que surgen de la vida cotidiana de las personas. En su creación se nombran aquellas historias y experiencias no oficiales, no dominantes o no estigmatizadoras. Se trata de formas de subjetivación y agenciamiento social en el sentido planteado por la micropolítica (Rolnik y Guattari, 2006). El arteterapeuta, dada su formación interdisciplinaria, que articula educación artística, manejo de dinámicas y procesos grupales con el arte, puede cumplir un rol importante de apoyo, acompañamiento y facilitación creativa que favorezcan los diálogos y el intercambio social, formas sensibles de reparación del tejido social de un arteterapia desde y con la comunidad.

Bibliografía

Barbosa, A. M. (2013). No Title. Santiago de Chile. Recuperado de http://portal.unesco.org/geography/es/ev.php-URL_ID=16675&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.html

Cabrera, R. (2001). El yo de la educación artística (una visión curricular). UNESCO Courier. UNESCO.

Cane Detre, K. et al. (1983). Roots of Art Therapy: Margaret Naumburg (1890-1983) and Florence Cane (1882-1952). A Family Portrait. American Journal of Art Therapy, 22 (4), pp. 111-123.

Eissner, E. (2004). El arte y la creación de la mente. El papel de las artes visuales en la transformación de la conciencia. Buenos Aires: Paidós Educación.

Fundación Victorian para la Promoción de la Salud y La Universidad de Melbourne. (2004). Organizanización Mundial de la Salud.Promoción de la Salud Mental. Recuperado de http://www.who.int/mental_health/evidence/promocion_de_la_salud_mental.pdf

Kapitan, L. (2011). El testigo creativo. En Marinovic, M. y Reyes, P. (eds.), Arteterapia, reflexiones y experiencias para un campo profesional, Santiago de Chile: Edit. Teoría e Historia del Arte, Fac. Artes. U de Chile.

Kaplan, F. (ed.) (2007). Art Therapy and Social Action. London: Jessica Kingsley Publishers.

López Fernandez Cao, M. (2011). De la función estética y pedagógica a la función social y terapéutica (Arteterapia). En Engeli, G., Cruz, M. Á. C. y Cámbara, A. E. L. (eds.), Arte, intervención y acción social: la creatividad transformadora (pp. 69-97), Madrid: Editorial Grupo 5.

Menin, O. (1998). El ensayo de «escuela serena» realizado por las hermanas Cossettini en la República Argentina. Revista Da Faculdade de Educação, 24 (1), pp. 160-176, http://doi.org/10.1590/S0102-25551998000100011

MINSAL (2015). Orientaciones Técnicas Municipios, Comunas y Comunidades Saludables. Chile: Ministerio de Salud.

Reyes, P. (2011). Arteterapia: nociones preliminares. Revista Galería Psicológica. Universidad Sto. Tomás. Sede Puerto Montt (acreditada). Año 5, Nº 5, Noviembre. Recuperado de https://es.scribd.com/document/360387703/introduccion-Arteterapia

Reyes, P. (2014). ATOL : A rt T herapy O n L ine. ATOL: Art Therapy Online, 5 (1), pp. 1-26.

Reyes, P. (2018). II Coloquio Artes para la Inclusión y la transformación social. Arte, identidad y comunidad en el contexto de la discapacidad. Recuperado de https://www.arteterapiachile.cl/single-post/2018/11/01/BOLET%C3%8DN—20

Rolnik, S. y Guattari, F. (2006). Micropolítica. Cartografias del deseo. Madrid: Edit. Traficantes de Sueños.

 

[1] Artistas como Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco constituyen ejemplos reconocidos del muralismo mexicano. Su trabajo influyó en los años 50 y 60 en los muralistas chilenos (Reyes, 2014).

* Master en Arteterapia y Doctoranda en Psicología. Coordinadora Master de Artes en la Salud y Arteterapia. Facultad de Artes. Universidad Finis Terrae. Santiago de Chile.

Cómo citar este artículo:

Reyes, P. (2019). Arteterapia comunitaria. Algunas reflexiones. Arteterapia. Proceso Creativo y Transformación, 5. Recuperado de: https://arteterapiarevista.ar/arteterapia-comu…unas-reflexiones/