Cuando SENTIR y CREAR son palabras MAYORES

Silvina Casabella*

En este trabajo comparto experiencias de un Taller de Arteterapia, dispositivo terapéutico para pacientes externados del Servicio de Salud Mental del Hospital Regional Río Gallegos. Un espacio artístico desarrollado en un hogar para “adultos mayores”, donde continúan con la asistencia de profesionales del Ministerio de Salud.

 

El arte favorece la salud mental de todo ser humano. Tanto como dispositivo terapéutico con el fin de lograr una mejor calidad de vida, como desde la inclusión e integración social para garantizar mayores oportunidades mediante las cuales acceder al arte y la cultura, a pesar de las dolencias o contextos de vulnerabilidad.

En nuestra comunidad el sostenimiento de espacios arteterapéuticos fuera de lo institucional es fundamental y, desde lo personal, una experiencia maravillosa que me permite acompañar a pacientes externados del Servicio de Salud Mental del Hospital Regional Río Gallegos, en procesos de rehabilitación y reinserción social.

Aquí, el arteterapia es un recurso más para disfrutar momentos productivos desde los propios factores de protección, valores humanos y proyectos de vida.

La “calidad de vida” de una sociedad demanda políticas institucionales que garanticen derechos de igualdad, más aún en casos de necesidades especiales: “[…] lo bueno es la base en la toma de decisiones, se deben implementar apoyos que mejoren la inclusión y eviten la marginación social de las personas” (Jové y Ribes, 2005).

Según Dewey (2008), “El Arte es una forma de experiencia que vivifica la vida; provoca sentimientos tan elevados que puede llegarse a identificar esta experiencia como evento único”.

Elliot Eisner1 aporta acerca de las funciones cognitivas del arte. La “cognición” hace consciente una experiencia humana en un medio determinado, como la resolución de problemas al momento de crear. Como Dewey, considera que el arte es una experiencia humana que al interaccionar con el entorno posibilita otras formas estéticas y perspectivas del mundo; la imaginación encauza otras variables posibles (tolerar lo ambiguo, transitar lo incierto, explorar lo nuevo, liberar lo interno).

Las artes son medios para explorar nuestro propio paisaje interior. Cuando nos conmueven de una manera genuina, descubrimos lo que somos capaces de experimentar, nos ayudan a descubrir el contorno de nuestro ser emocional. Una obra de arte nos provoca sensaciones al contemplarla, las hace visibles, audibles o perceptibles mediante símbolos; la forma artística es congruente con lo sensorial, mental y emocional (Langer, 1966).2

De acuerdo con Elichiry (2002):3 “Siempre el Arte activó la sensibilidad y las potencialidades, lo artístico implica lo afectivo donde interactúa: imaginación, sentimiento, percepción y pensamiento en distintos niveles de intensidad a crear”.

Comparto aquí experiencias de un Taller de Arteterapia, dispositivo terapéutico para pacientes externados del Servicio de Salud Mental, dependiente del Hospital Regional Río Gallegos (Ministerio de Salud, provincia de Santa Cruz). Un espacio artístico desarrollado en un hogar para “adultos mayores” (vivienda familiar), donde continúan con la asistencia de profesionales del Ministerio de Salud.

El arte, en sí mismo, les permite desarrollar mayor tolerancia al dolor, aceptar desafíos, explorar lo matérico y terapéutico en pleno proceso creador. Las técnicas en general son adaptadas a sus posibilidades de movilidad y limitaciones motrices. Incursionan desde lo artístico técnicas de pintura, dibujo, collage, modelado y grabado; escritura creativa y dinámicas lúdicas.

“Lo artístico en la tercera edad es altamente terapéutico y educativo.”

En cada encuentro surge la reflexión, momento de observación, contemplación e interpretación de trabajos. En sus percepciones emerge lo representativo y simbólico de la obra… en ocasiones, identificados con sus pares o sorprendidos por diversos modos de resolución, devoluciones tan dispares como ocurrentes.

Para ellos, poner en palabras sentimientos y pensamientos no es un obstáculo; por tantos años vividos existe una gran necesidad de compartir sus historias. De a poco representan el propio “paisaje interior”, se conmueven y movilizan ante el hecho artístico que los hace más receptivos y empáticos. Procesos creativos que aportan a su salud integral, al bienestar biopsicosocial.

También Eisner coincidió con Vigotsky al destacar la importancia de la “creatividad” y la “imaginación” en los procesos cognitivos.

El arte humaniza tanto procesos de curación como situaciones cotidianas.

Ellos disfrutan, como grupo, momentos de plenitud como cuando eran niños.

Al respecto, Fernández Lópiz (1996) comenta que: “La interacción grupal, la comunicación y la formación de nuevos vínculos, opera como un bien, como una suerte de oxigenación social, vital para la supervivencia mental, personal y afectiva”.

Felices por sus logros, expusieron en la Muestra Anual de Arteterapia 2017 en la FRSC-UTN, donde compartieron con la comunidad en general.

Sin planificarlo, surgió un espacio dedicado a la “Escritura Creativa”. Allí fluyen breves narraciones y primeras experiencias literarias. Motivados a imaginar, soñar y crear, algunos retomaron la escritura, lo que optimizo los objetivos psicoterapéuticos del taller, transformando lo triste y cotidiano en algo bello y original.

En su libro La mente madura, Gene Cohen4 expone: “El envejecimiento es un proceso cuya calidad está directamente relacionada con la forma en que cada persona satisface sus necesidades a través de todo su ciclo vital”. Hace alusión al envejecimiento positivo como la instancia más favorable para el desarrollo de los talentos, prefiriendo llamarla sabiduría, porque desde lo neuronal el cerebro puede ser estimulado siempre. Distingue tres etapas:

1. Pensamiento relativista (aceptar la incertidumbre, dejar a un lado los prejuicios).

2. Pensamiento dual (sostener un punto de vista y su posibilidad opuesta).

3. Pensamiento sistemático (ver el cuadro en su totalidad, las partes y el todo).

En la “tercera edad” hay una fase de recapitulación, donde las personas pueden repasar sus vidas, resolver tensiones, integrar viejas y nuevas actividades. Es ideal para afirmar memorias, volver con sus familias o integrarse a la comunidad de un modo sabio.

Propone ver el envejecimiento como una anticipación positiva, período de mayor compromiso, relaciones satisfactorias, crecimiento intelectual y disfrute pleno. Como facilitadora de dicho espacio terapéutico, considero importante difundir sus producciones, visibilizar potencialidades creativas y concientizar a nuestra comunidad del respeto y amor que nuestros adultos mayores se merecen. Acompañarlos en sus procesos creativos es habilitar puentes desde lo humanitario, lo sensible; es respetar ritmos, capacidades y habilidades sin presionarlos.

El arteterapia ahonda en la esencia del sujeto para hacerlo consciente de una vida plena. Es la libertad de explorar formas, colores, imágenes, movimientos y sonido sin prejuicios… ¡jugando y soñando como cuando eran niños!

El envejecimiento es un proceso gradual, natural, universal, inexorable, estructurado en el tiempo, en el que se evidencian cambios biopsicosociales. En estos cambios están los “procesos de adaptación” (asimilación y acomodación a los que refería J. Piaget). Materializar ideas permite transformar conceptos (verbales, pictóricos, quinésicos, musicales), codificando nuevos lenguajes.

El conflicto interno se esquematiza y asimila la información del exterior acorde a la personalidad del creador, hallando un orden mental y facilitando la resolución de problemas. En el proceso de acomodación, conceptos, preceptos e ideas cobran un orden que expresan tanto lo interno como lo ya vivido. Desde el arte, los “procesos de adaptación” se implican mutuamente.

“El arte lava del alma el polvo de la vida cotidiana” (Pablo Picasso).

La Dra. Virginia Viguera (1998)5 sostiene que muchas dificultades en la vejez son producto de la falta de entrenamiento y baja autoestima: “¡No es verdad que la vejez convierta al ser humano en improductivo, por el contrario, muchos despliegan su verdadera fuerza creativa recién entonces!”.

Gratamente he observado cómo se conectan con sus potencialidades y deseos de seguir aprendiendo, para lo cual se les debe ofrecer diferentes dinámicas motivacionales y estrategias metodológicas.

También el arte evoca dolor, frustración, sensación de fracaso, etc., material simbólico y concreto que es representado en un ámbito arteterapéutico. Por ello, la sinergia grupal es primordial, les da fuerzas y los contiene emocionalmente, favorece su sentido de pertenencia en un mismo diálogo generacional.

De los logros alcanzados con dicho grupo destacaré que:

· Se encuentran más comprometidos y entusiasmados con el taller.

· Existe una importante evolución en sus producciones colectivas.

· En armonía, modificaron actitudes de solidaridad y respeto mutuo.

· Expresan con libertad emociones, sentimientos y pensamientos.

· Intentan resolver grupalmente situaciones conflictivas.

· El grupo se volvió más empático ante las adversidades.

· Su predisposición depende de cuán creativas sean las propuestas.

· Contamos con apoyos institucionales suficientes para sostener talleres.

· Lo plástico/visual favorece la concentración y la motricidad fina siempre.

· Las muestras de arte los alientan a seguir produciendo.

· Con el tiempo, la palabra fluye con mayor naturalidad.

· Ellos son quienes integran a los nuevos participantes.

· Ante sus expresiones de soledad, apatía o tristeza, el arteterapia aportó otras formas saludables de transitar la vejez con alegría.

El arte potencia sus capacidades y habilidades sociales, los ayuda a la aceptación del sí mismo, los estimula cognitivamente, fortalece su sentido de pertenencia y autovaloración, los contiene en el aspecto emocional y les brinda la posibilidad de explorar recursos expresivos con libertad, en un espacio de vivencias compartidas.

El arte les da luz y color a sus vidas, la cultura les muestra nuevos horizontes posibles, la experiencia estética los transforma… el arteterapia cálidamente los abraza. Porque SENTIR y CREAR son PALABRAS MAYORES.

 

Notas

1 Elliot Eisner (1933-2014), Profesor de Arte y Educación en Stanford Graduate School of Education e investigador sobre Educación Artística.

2 Susanne Langer (1895-1985), filósofa norteamericana, seguidora de Ernst Cassirer.

3 Nora Emilce Elichiry, Psicopedagoga. Posgrado en Educación Emocional. Proyectos de Investigación, Facultad de Psicología, UBACyT (1987-2017).

4 Gene Cohen (1944-2009), Psiquiatra por la Universidad de Harvard. Fue Director del Instituto Nacional sobre Envejecimiento. Fundó el Centro para el Envejecimiento de Washington DC.

5 Virginia Viguera, Médica Psiquiatra. Docente en Programas de Educación de Adultos Mayores. Directora de la revista Tiempo. Asesora Psicogerontológica del Programa de Educación de Adultos Mayores (Universidad Nacional de La Plata). Asesora del Centro de Jubilados de Ingeniería y Asociación de Médicos Jubilados.

Bibliografía

Cohen, G. (2005). “The Mature Mind”. La mente madura, el poder positivo del cerebro en envejecimiento. Nueva York: Perseus.

Conde, J.L. (1997). “Subjetividad y Vinculación en el proceso de envejecimiento”, en Revista Anuario de Psicología, 73, Barcelona.

Dewey, J. (2008). El arte como experiencia. Barcelona: Paidós Ibérica S.A.

Eisner, E. (2004). El arte y la creación de la mente: el papel de las artes visuales en la transformación de la conciencia. Barcelona: Paidós Arte y Educación.

Elichiry, N. (2002). “El proyecto Institucional de los Institutos Vocacionales de Arte”. Documento: Secretaría de Cultura Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Fernández Lópiz, E. (1996). Tiempo libre y nuevas responsabilidades en los Adultos Mayores. Universidad Nacional de La Matanza.

Jové, G. y R. Ribes (2005). “Los indicadores de calidad de vida: Instrumento para analizar los procesos inclusivos en las personas con discapacidad”, en Educación, desarrollo y diversidad, vol. 8.

Langer, S.K. (1966). Los problemas del arte. Buenos Aires: Infinito.

Moragas, R. (1995). Gerontología Social. Barcelona: Herder.

Petriz, G. y V. Viguera (1994). “Un desafío al tiempo: Educación Permanente”, Jornadas Argentinas de Gerontología, Buenos Aires.

Viguera, V. (1998). “Educación para el envejecimiento”. Reflexiones sobre el envejecer. Psiconet Seminario: Temas de psicogerontología. Disponible en: http://www.psiconet.com/seminarios.

 


 * Profesora de Artes Visuales. Arteterapeuta. Diplomatura Superior en Currículum y Prácticas Educativas en Contextos. Diplomatura en Drogodependencia, Orientación en Prevención de Adicciones. Especialización Superior en Integración de Alumnos en Situación de Discapacidad. Especialización en Función Tutorial en Educación. Especialización en Psicología del Adolescente. Especialización en Creatividad e Inteligencia Emocional. Especialización en Terapias Expresivas.