El barro, los sentidos y el uso en contextos terapéuticos

Javier Rubinstein [*]


Resumen

El barro es un tipo de tierra que ha pasado por cientos de años de procesos para adquirir las cualidades que hoy describiremos en este artículo, las cuales nos permiten entrar en diálogo con este material, entre las que podemos destacar: la flexibilidad, la corporeidad y la maleabilidad, entre otras. Esta tierra maleable ocupa gran parte de la superficie del planeta y ha acompañado al ser humano en varios de sus procesos evolutivos relacionados con sus hábitos de alimentación, su imaginario personal y cultural, sus espacios habitables y, en algunas culturas, en procesos de curación. Estos datos son importantes para poder contar con un enfoque antropológico a la hora de pensar un material para un espacio de expresión artístico o terapéutico. Comprender el uso del barro desde el vínculo con un material, y no solo como una manipulación de este, es lo que desarrollaremos a continuación.

Palabras clave: barro, juego simbólico, sensopercepción, conciencia sensorial, sentidos. 


Durante los últimos 15 años facilité espacios de exploración con el barro y los sentidos a profesionales de la salud, la enseñanza y el arte, dinámicas que fueron realizadas en distintos países dentro de un rango amplio de diversidad cultural. El objetivo principal fue poder ofrecer un entrenamiento en recursos que posibilitaran una expresión segura, saludable, un espacio de elaboración y, sobre todo, posibilitar el juego para entrar en contacto con el pensamiento simbólico.

El barro es un material que está debajo de nuestros pies, sosteniéndonos, desde que la Tierra se formó.

Los sentidos, el barro y el juego simbólico 

El barro puede aplanarse, separarse en partes, volverse a unir; puede adquirir un tamaño que quepa en nuestras manos o el tamaño de nuestro cuerpo; puede transformarse en piel y disolverse en agua. Es uno de los materiales que más posibilidades de acción aporta en la interacción.

Una vez que el contacto de la mano con el barro se produce, orgánicamente comienza un diálogo íntimo. Se abre un espacio de juego personal, un espacio de actuación donde el material es transformado todas las veces que sea necesario.

Para poder rescatar todos los recursos que tiene para ofrecer este material, primero es necesaria una sensibilización de los sentidos. Esto es lo que yo llamo “despertar la conciencia sensorial”, es decir, llevar la atención a cada uno de los sentidos (no solo al tacto) para así poder recuperar las memorias de cada uno de ellos. 

El contacto con el barro debe producirse dentro de un espacio de confianza con la persona que está facilitando y cuidando durante el proceso. El sentido de la vista externo, entendido como todo lo que observamos del afuera, es limitado con unos antifaces o simplemente cerrando los ojos. Aquí se despliegan los procesos de compensación, donde la limitación de uno de los sentidos provoca que los demás tengan espacio para poder salir a escena.

Los estímulos externos que acompañan la experiencia, como la música o tan solo la voz, disminuyen las ansiedades que se producen al entrar en contacto con el material a ciegas.

Cuando el arteterapeuta o el facilitador cambia la mirada sobre un material, cambia la mirada del usuario, este puede percibir que tiene distintas posibilidades de expresión y recursos.

Una vez que el contacto de la mano con el barro se produce, orgánicamente comienza un diálogo íntimo. Se abre un espacio de juego personal, un espacio de actuación donde el material es transformado todas las veces que sea necesario. El hecho de que la obra sea efímera y no se conserve al finalizar la propuesta da un sentido más al estado de presencia y a la importancia del juego como proceso simbólico en sí mismo. 

Entrar y salir de un espacio que tiene sus propios códigos es una tarea que acompaña el facilitador con su voz. La ausencia de una visión externa promueve la visión interna: la imaginación y todos los procesos asociados a ella. Concentra la conciencia en las sensaciones táctiles, abriendo la posibilidad de recrear un catálogo de texturas, formas y movimientos cargados de significado.

Esta triangulación es parecida a la que podemos encontrar en arteterapia (usuario/terapeuta/obra), la cual se desarrolla con el proceso de creación como obra performática. Por último, se completa el proceso con un espacio de palabra para nombrar todo lo que cada persona necesite.

Las dinámicas de juego apelan a las distintas formas de crear vínculo de los seres humanos: dinámicas de diálogo individual, entre dos, entre cuatro personas en círculo, todas las participantes con una obra en común, etc. Estas dinámicas las podemos encontrar en distintas culturas dentro de aspectos rituales religiosos y también en funcionamientos comunitarios, cooperativos orgánicos e inherentes al ser humano como ser social. 

El barro es un material noble como la madera, el metal o la piedra, pero a diferencia de estos, naturalmente es maleable. Aunque además de esta cualidad puede endurecer y quebrarse o volverse pegajoso e inestable. La propuesta es llevar el barro más allá de las técnicas de la alfarería o la cerámica, usarlo, pensarlo y sentirlo como material en sí mismo, y este enfoque se puede extrapolar a todos los materiales con los que trabajemos a nivel terapéutico o artístico expresivo. Cuando el arteterapeuta o el facilitador cambia la mirada sobre un material, cambia la mirada del usuario, este puede percibir que tiene distintas posibilidades de expresión y recursos y que estos son validados dentro de los espacios de expresión.

Tocar el barro es ser tocado por él. No hay acción que parta de uno mismo que no conlleve una transformación. Esto es lo que podríamos llamar el “vínculo” con un material.

Un método de trabajo desde los sentidos 

Poder ordenar en dinámicas y aportar enfoques para entrar al trabajo con el barro desde los sentidos me llevó a desarrollar un método de trabajo donde prevalece el entrenamiento de la conciencia sensorial, pudiendo vivenciar las dinámicas y comprender el sentido y la oportunidad que tienen cada una. Poder ampliar la mirada artística expresiva desde la propia vivencia para acompañar mejor a otros o poder aprender a desarrollar una práctica personal con este material no solo de expresión sino también como herramienta de supervisión. 

Tocar el barro es ser tocado por él. No hay acción que parta de uno mismo que no conlleve una transformación. Esto es lo que podríamos llamar el “vínculo” con un material.

Mi criterio profesional es que si no funciona con mis usuarios, no me sirve. Una vez una acompañante terapéutica después de una sesión grupal con el barro me dijo: “No puedo usar el barro con mis pacientes con TEA,1 pero poder entrar en contacto de la forma que lo hice despertó en mí una conciencia de la manera en que podrían sentir el contacto mis pacientes”.

Crear espacios para la discapacidad o crear espacios donde compartir todos

El poder trabajar con personas no videntes en las sesiones grupales me devolvió una mirada más amplia e inclusiva sobre el trabajo con personas con capacidades diferentes. Me permitió buscar puntos de encuentro y, sobre todo, aprender los unos de los otros. Claramente, en las limitaciones hay mucha experiencia de resiliencia y esta se transforma en recursos para todos.

Conclusión

El barro es un material que por sí mismo tiene muchas cualidades para el trabajo terapéutico, pero si queremos que estas cualidades se puedan transformar en herramientas para las personas es necesario poder acompañar a crear un espacio de juego y elaboración seguro y contenido como también mantener actualizada la mirada sobre el material, la escucha de los recursos que utilizamos, su naturaleza intrínseca y su origen.

Bibliografía

Le Breton, D. (2007). El sabor del mundo. Una antropología de los sentidos. Buenos Aires: Nueva Visión.


1 Trastorno del Espectro Autista.


[*] Artista visual, especialmente en el trabajo con escultura, site specific art y performance. Trabaja en una investigación informal de arte ritual y efímero en distintas culturas del mundo. Arteterapeuta relacional con enfoque psicodinámico en prácticas con los colectivos de salud mental, migración y personas sin hogar en Barcelona (España). Actualmente se dedica a la formación y a la comunicación.

Cómo citar este artículo:

Rubinstein, J. H. (2021). “El barro, los sentidos y el uso en contextos terapéuticos”, Arteterapia. Proceso Creativo y Transformación, N° 9, pp. 35-37.