Hojarasca: arteterapia en pandemia

Laura Jara[*]

Kenny Sala [**]


Resumen

Un cuerpo que se vio obligado al cambio abrupto en el proceso de aislamiento durante la pandemia por el COVID-19, con alteraciones de la percepción del tiempo, del sueño, con una interrupción en los vínculos cercanos, nos interpeló a “hacer algo” con la angustia, la ansiedad, el pánico, la rabia, el temor al contagio. Ese hacer con las manos, con el cuerpo, y trascender las distancias a través de las pantallas nos condujo por un camino de profundas sorpresas y transformaciones. Así surgieron estos 13 talleres virtuales de arteterapia, un espacio de encuentro que sostuvo y contuvo a un grupo de personas que se encontraban en diferentes partes del mundo, transitando el proceso de cuarentena obligatoria.

Palabras clave: pandemia, arteterapia, virtualidad, aislamiento, tejido social.


Introducción

Para comenzar a relatar nuestra experiencia y vivencia sobre el uso del arteterapia como recurso de acompañamiento en un contexto totalmente nuevo, proponemos hacer una revisión conceptual de lo que significa “pandemia”. El término pandemia proviene de un vocablo griego que significa “reunión del pueblo” y cuya significación ha sido extendida como “enfermedad de todo el pueblo”. Se trata de una enfermedad epidémica que afecta a diversos países y que ataca a casi todas las personas de una región geográfica (Porto y Merino, 2009).

Frente a esta interrupción de la cotidianidad nos preguntamos: ¿cómo seguimos? ¿Qué podríamos hacer desde nuestro rol como psicólogas y arteterapeutas? A partir de nuestro proyecto Hojarasca surge la necesidad de “explorar en lo interrumpido”, “transitar la incertidumbre”, crear en ese “espacio en blanco”. Destacamos la importancia del proceso vincular, de generar espacios de contención para elaborar juntos los cambios, tejer redes que posibiliten el intercambio y el sostén de lo social. Reyes (2020) expone que en catástrofes naturales es necesario el trabajo colectivo y cultural, generar condiciones en entornos que actúen como contenedores.

Hojarasca: arteterapia en pandemia

Nuestra propuesta fue ofrecer un espacio de contención, intercambio y acompañamiento que permitiera el surgimiento de nuevas herramientas, para transitar y elaborar los cambios frente al contexto de pandemia.

¿Por qué hojarasca? La hojarasca es el conjunto de hojas que han caído de los árboles y plantas, cubriendo el suelo. Estas hojas caídas se convierten en nutrientes que son recuperados por la tierra. Nos inspiramos en ese ciclo de transformación de la materia, que es metáfora de nuestros procesos como humanidad, en la que sucede el ciclo Vida-Muerte-Vida.

Consideramos este momento que atravesamos mundialmente como una etapa de transformaciones sociales y culturales, momento de construir una realidad que nos permita vivir en comunidad respetando lo individual. Por eso, empezamos por nuestros propios espacios, por nuestro cuerpo como nuestro más preciado hogar.

El diseño de los encuentros: un proceso artesanal

Nuestro primer encuentro virtual tuvo como título “Habitar el espacio, convertirlo en hogar”. Tanto en ese como en el resto de los talleres, iniciamos atendiendo cómo estaba el cuerpo en ese momento. Invitamos a conectar con la respiración, identificar tensiones y llevar el aire a esas zonas. Luego dimos paso a la observación del espacio que nos rodeaba: formas, colores, objetos, conectar con lo que para cada uno representa el hogar.

Nuestra propuesta fue ofrecer un espacio de contención, intercambio y acompañamiento que permitiera el surgimiento de nuevas herramientas, para transitar y elaborar los cambios frente al contexto de pandemia.

Los invitamos a seleccionar cinco objetos que hubieran tenido presentes durante la cuarentena. Acompañamos con música de fondo en vivo. Luego de observar los objetos seleccionados, debieron disponerlos en el espacio, realizando una instalación. Finalmente, tuvieron tiempo para escribir sensaciones.

Nos sorprendimos al observar cierta repetición en la selección de objetos que permiten conectar con el cuerpo: mat de yoga, almohadita de semillas, mantas que representan “soltar la obligación”. Surgieron comentarios sobre los cambios en los hábitos de sueño; apareció la culpa por dormir demasiado. También fueron seleccionados tazas o termos de mate, que representan lo reconfortante de una bebida caliente, un mimo para el cuerpo, el recuerdo cuando lo compartían con seres queridos. Búsqueda de la sensación de confort, placer, seguridad.

Los objetos como depósitos de afecto conectan con recuerdos, momentos, personas. Una de las participantes comentó: “Me doy cuenta de que he tenido estos caballitos de batalla acompañándome”, revalorizando lo cotidiano. Apareció la necesidad de diálogo y el alivio de saber que había otras personas que se sentían igual. Surgieron algunas preguntas y reflexiones en los participantes: ¿cómo será todo después? ¿Cómo nos relacionaremos? ¿Podré volver a confiar?

En el siguiente encuentro se propuso trabajar con la técnica de collage. Afloraron comentarios sobre la necesidad de conectar con la naturaleza, con las raíces. Con esta interrupción de lo cotidiano aparecieron nuevos cuestionamientos: cambiar, posponer o repensar planes. Las reflexiones finales de cada encuentro nos guiaban en la construcción del siguiente.

Collage

El cuerpo en acción

A medida que transcurrían los encuentros, se iba conformando el grupo. Se fue estableciendo la confianza y el encuadre. Fueron abriéndose desde la plástica, la escritura, la palabra. Comenzamos a pensar: ¿de qué manera introducimos el movimiento corporal a través de la pantalla? ¿Los participantes se animarían?

Como punto de partida se tomó un texto colectivo que construyeron en el encuentro anterior. Se les pidió que eligieran una palabra que les resonara y la representaran en un movimiento. El grupo repetía la acción de la palabra haciendo eco del movimiento de cada uno de los participantes. Luego, de pie, invitamos a ampliar ese movimiento, variar su velocidad, dirección, intensidad.

Consideramos este momento que atravesamos mundialmente como una etapa de transformaciones sociales y culturales, momento de construir una realidad que nos permita vivir en comunidad respetando lo individual.

En este encuentro se empezó a entramar el grupo: Veo en todos los trabajos algo de mí”, comentó una de las participantes. “La mente se aquieta con el movimiento”.

El movimiento se transformó en color, trazo, texto. Apareció la necesidad de descarga, de encontrar nuevas vías, la sorpresa de sentir los cambios en el cuerpo, en el flujo de la sangre, en el latido del corazón.

Al momento de plasmar la experiencia corporal en el papel, varias personas del grupo coincidieron en que conectaron con el color amarillo y el símbolo de la espiral.

Espirales

Tomamos el recurso de la expresión corporal para adentrarnos en un proceso que va de lo grupal a lo individual para conectar y estimular los sentidos, permitiendo ampliar las formas en que percibimos el mundo. Según Stokoe (1987), “La sensopercepción nos permite absorber y organizar la información disponible en el mundo. Es una de las técnicas de expresión corporal, punto de partida y llegada constante en este camino de descubrimiento y desarrollo del lenguaje corporal de cada persona […]”.

Sincronicidad. Trascender lo humano a través de la pantalla

A partir de este encuentro surgió el interrogante acerca de cómo era posible que a pesar de las distancias y el uso de la virtualidad pudieran aparecer símbolos, colores y trazos que se repetían en los participantes. Comenzamos a investigar desde la teoría de la sincronicidad propuesta por Jung (1988), como “principio de conexiones causales relacionadas con los arquetipos”. Explica que los sucesos fortuitos pueden producir patrones a través de la pura casualidad. La esencia de lo sincrónico consiste en que un patrón determinado tiene un significado o valor para la persona que lo experimenta. 

Así, a partir de los símbolos y sincronicidades que surgían en el grupo, los talleres comenzaron a tomar un rumbo propio. Considerando las producciones, relatos y sensaciones compartidas, pensamos en la construcción del siguiente encuentro.

Espiral en movimiento

El punto de partida fue el símbolo espiral. Hicimos una investigación histórica de lo que representa arquetípicamente: en la antigüedad significaba algo sagrado, era la espiral de la vida, representación del Universo, idea de crecimiento, evolución, expansión, lo cíclico.

A partir de la imagen de la espiral que se expande de adentro hacia afuera empezamos a probar movimientos de cierre y apertura, a conectar con el movimiento de los otros. Una participante comentó: “Me veo en la pantalla y sé que no se ve todo lo que estoy experimentando por dentro”. Reflexionamos sobre qué pasa cuando conectamos con el movimiento de otros. Las respuestas: se potencia el grupo, se disfruta juntos, aparecen nuevas posibilidades, nuevas dinámicas en relación a lo que puedo tomar del movimiento de otros y lo que puedo aportar con mi propio movimiento.

Dejando Huella

Transformando expresiones

Iniciamos el encuentro de cierre presentando un video que resumía el recorrido y las producciones realizadas durante esos meses. A continuación, cada participante compartió una producción artística que lo representaba, relacionándolo con lo producido a lo largo de los encuentros. Palabras, frases e imágenes sintetizaron el proceso de cada participante.

Un tema que surgió repetidas veces fue la niñez: ¿qué añoramos de esa niñez que no nos permitimos ahora? Notamos cómo posibilitar el juego y la expresión hizo posible que aflorase el placer de crear, compartir y vivir creativamente. Como dice Winnicott (1979): “Que cada persona llegue a ser ella misma desplegando su self verdadero. Vivir creativamente sería una condición para sentirnos vivos y estaría posicionada en el continuo salud-enfermedad en el polo de lo sano”.

La mirada también fue un aspecto significativo en el resonar colectivo, cultivar la mirada amorosa hacia sí mismo y hacia los demás. El grupo aloja y acompaña la expresión de sus integrantes y esto fue un gran pilar de contención. De acuerdo con Fiorini (2004), “el arte siempre suma, pues nos descubre qué otras formas son posibles: otro trazo, otro color, otro movimiento, otra perspectiva, otra mirada”.

Retrato a ciegas

Lo virtual como herramienta. Reflexiones finales

Dadas las circunstancias de aislamiento obligatorio, nos vimos forzadas a utilizar plataformas virtuales (Zoom) que nos permitieran ofrecer los encuentros, partiendo de la interacción de lo sonoro y lo visual como herramientas. También nos topamos con dificultades en el proceso: la conexión a internet y la imposibilidad de estar presentes físicamente para prestar el cuerpo frente a la dificultad de un material fueron escenarios que nos hicieron repensar en nuevas posibilidades. Fue un trabajo artesanal, de experimentación constante.

Tomamos el recurso de la expresión corporal para adentrarnos en un proceso que va de lo grupal a lo individual para conectar y estimular los sentidos, permitiendo ampliar las formas en que percibimos el mundo.

Apareció el desafío de estimular lo sensorial y la imaginación a través de sonidos, imágenes, texturas. Propuestas que incluyeron elementos de la cotidianidad para crear, abordar lo tridimensional, el sostén para poner los objetos en pie. La exploración de los distintos lenguajes expresivos nos permitió abrir infinidad de preguntas: ¿cómo se pone en pie la instalación para tomar la verticalidad? ¿Cómo nos ponemos de pie frente a las situaciones? ¿Cómo nos ponemos de pie frente a la pandemia? ¿Cómo transitar la incertidumbre?

Apareció el cuerpo como protagonista: cuerpos reflejados en las instalaciones, en un trazo, en un color, en los textos. Se develó la necesidad de atención al cuidado propio, de autocontención; la necesidad de cambiar formas, patrones que ya no daban respuesta a la vivencia actual.

A través del uso de herramientas de la tecnología y los recursos que ofrece el arteterapia, pudimos brindar un espacio de confianza, escucha, tolerancia y apoyo. Sentimos que pudimos aprovechar estos encuentros virtuales para crear y construir espacios de tejido social, acompañamiento y sostén en tiempos de aislamiento y distanciamiento social.

Bibliografía

Canal Finis Terrae (abril, 2020). Charla Profesora Pamela Reyes: ARTE TERAPIA: Arte en la reconstrucción psicosocial post desastres [archivo de video]. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=LemdF5BMUGs

Fiorini, H. (2004). El Psiquismo creador. Vitoria-Gastéiz: Agruparte.

Jung, C. G. (1988). Sincronicidad. Málaga: Sirio.

Definición.DE (2021). Definición de pandemia. Disponible en: https://definicion.de/pandemia/

Porto Pérez, J. y Merino, M. Publicado: 2009. Actualizado: 2009.

Stokoe, P. (1987). Expresión corporal: Arte, salud y educación. Buenos Aires: Humanitas.

Winnicott, D. (1979). Realidad y Juego. Barcelona: Gedisa.


[*] Licenciada en Psicología (Universidad Rafael Urdaneta, Venezuela). Arteterapeuta (Primera Escuela Argentina de Arteterapia, Argentina). Bailarina de danza contemporánea.

[**] Licenciada en Psicología (Universidad Central de Venezuela). Arteterapeuta (Primera Escuela Argentina de Arteterapia, Argentina).

Cómo citar este artículo:

Jara, L. y K. Sala (2021). “Hojarasca: arteterapia en pandemia”, Arteterapia. Proceso Creativo y Transformación, N° 9, pp. 31-34.