La fotografía contemplativa y el camino de la percepción

Julio Castellano [*]


Resumen

En este artículo desarrollamos los principales factores que componen la mirada contemplativa. La contemplación estética es un estado de observación, reflexión serena, detenida, profunda e íntima sobre la belleza, el arte y la sanación. Se escribe mucho sobre los aspectos técnicos de la fotografía. Por otro lado, se escribe muy poco sobre cómo trabajar con los ojos, la mente y el corazón para producir obras de arte, o cómo la fotografía se puede utilizar para ampliar nuestra visión, nuestro desarrollo personal, nuestra sanación y nuestra apreciación del mundo.

Palabras clave: Fototerapia, Arteterapia, terapias expresivas, psicología contemplativa, terapias.


Cuando Henri Cartier-Bresson escribió: “La técnica es importante solo en la medida en que debe dominarla para comunicar lo que ve. En cualquier caso, la gente piensa demasiado en las técnicas y no lo suficiente en ver” (Cartier-Bresson, 1999, pág. 38), lo expresó de modo correcto.

El principal órgano de la visión es el pensamiento; los ojos obedecen a menudo a nuestras mentes, más que nuestras mentes a nuestros ojos.

Educar la forma, la manera en que pensamos y actuamos, depende de muchos factores: el ambiente familiar de donde provenimos, las experiencias sociales posteriores, la educación técnica adquirida mediante la enseñanza, la inteligencia que poseemos y el estado de desarrollo de nuestra inteligencia y experiencia emocional. También depende de millones de continuas percepciones espaciales, perceptivas y sensoriales que forman nuestra mirada estructural, nuestro juicio, nuestra mirada base. Además, es cómo digerimos estas y cómo discernimos y distinguimos lo válido, lo auténtico, lo real de lo trivial… lo no importante de lo superfluo. Esto obedece a los sentimientos establecidos en nuestra mirada perceptiva y a aquello que se constituye en nuestra “conciencia”. De aprender a transformar nuestras emociones en actitudes mentales y a transferirlas a la mente.

La conexión entre el budismo y la fotografía contemplativa puede no ser obvia a primera vista, pero los budistas han estudiado la mente y el corazón y han aplicado su entendimiento, comprensión y prácticas a los desafíos de la vida durante más de 1500 años. El budismo también tiene ricas tradiciones mediante las cuales expresa conocimiento, sabiduría y realización a través de las artes.

Asimismo, el budismo se preocupa por la visión clara, porque la visión clara es el antídoto definitivo para la confusión y la ignorancia. Lograr la liberación de la confusión y la ignorancia es la razón de ser del budismo.

La visión clara es una preocupación principal para el arte de la fotografía, porque es la fuente de imágenes vívidas y frescas, la razón de ser de la fotografía.

La confluencia particular entre el budismo y la fotografía comenzó a mediados del siglo pasado, cuando Chögyam Trungpa Rimpoché obtuvo su primera cámara. Desde ese momento comenzó a explorar formas en que este instrumento pudiera usarse para crear imágenes del mundo de la forma: la apariencia desnuda de las cosas, antes de que se superpongan con cualquier idea sobre lo que significan o lo que son.

Utilizó la fotografía y otras formas de arte para expresar la experiencia del estado mental despierto. Estas enseñanzas presentaron la visión de que el arte podría expresar las experiencias reales de la vida en cada momento.

En fotografía contemplativa trabajamos con la sincronización del ojo y la mente. Cuando el ojo y la mente están conectados, concentrados en el mismo lugar, la viveza y potencialidad del mundo visual se manifiesta momento a momento y se percibe con plenitud.

Esta manifestación es espontánea, es un destello de percepción, es la magia ordinaria del mundo fenoménico.1 Se fundamenta o construye sobre tres niveles de percepción que siguen un camino contemplativo tradicional de transformar la confusión en conocimiento y sabiduría.

A menudo parece que nuestra capacidad inherente de comprensión está oscurecida por preconceptos y patrones habituales.

Cada nivel presenta enseñanzas y ejercicios que superan los obstáculos para despejar la vista al cultivar el poder purificador de nuestra sincronización y sabiduría natural.

El primer nivel de entrenamiento purifica nuestra percepción visual al trabajar directamente con los elementos o formas del campo visual: color, luz y forma (textura, líneas y patrones). En este nivel también atendemos el “destello de percepción” que revela una presentación directa del mundo fenoménico. Las tareas en esta fase de la capacitación exploran las diversas posibilidades de la visión contemplativa. Dado que hay infinitos campos de percepción, las tareas específicas se orientan a algunas de las maneras de visión contemplativa.

La disciplina de mirar y ver desarrolla una sutil y profunda sensibilidad estética. Si bien esta calidad de visión es satisfactoria y genuina, sigue habiendo (en nuestra mente) un cumplimiento mecánico a nuestra estructura mental y emocional.

La práctica de la percepción directa socava este sutil terreno y este punto de referencia. Al confiar por completo en el poder incondicional de la brecha de percepción (el espacio entre una percepción y otra), dejamos caer puntos de referencia y nos conectamos con un prodigioso mundo, portentoso y maravilloso en sus propios términos. En la percepción directa no hay espacio para la preferencia o la duda. Ya que ver es creer, cada percepción es una imagen en sí misma.

Cuando nos conectamos con la percepción pura, no hay lucha o división interna para crear una imagen fotográfica excepcional (u obra de arte), sincera, auténtica y brillante.

Esos momentos de pura percepción y apreciación ocurren todo el tiempo, pero a menudo los devaluamos e ignoramos y, sin embargo, vale la pena reconocer y cultivar esos momentos porque nos llevan a la apertura inherente y la bondad intrínseca de nuestro ser.

Una vez que establecemos la disciplina de mirar y ver, somos libres de explorar las dimensiones abiertas del mundo fenoménico. A medida que esta orientación se vuelve más profunda y auténtica, uno se sintoniza profundamente con las cualidades íntimas de contacto, comunicación y expresión natural de una visión profunda y clara.

La creatividad es ilimitada

La creatividad con frecuencia nos parece un regalo poco común, algo inusual, con el que pocas personas nacen o de alguna manera logran adquirirla, pero la creatividad es accesible para todos.

La creatividad surge de manera espontánea de nuestra naturaleza básica cuando estamos despiertos o abiertos a ella. Es algo por descubrir, no algo a desear. No es un recurso escaso que se agota si lo aprovechamos, ya que las posibilidades creativas son infinitas.

La mayor parte del tiempo estamos aislados de una visión limpia, del potencial creativo de nuestro ser básico. Por el contrario, nos vemos atrapados en cascadas de diálogo interno y emocionalidad no contenida. Inmersos en pensamientos, sueños y proyecciones, fabricamos nuestras versiones personales del mundo y habitamos en ellas como gusanos de seda en sus capullos.

La fotografía se puede utilizar para ayudar a distinguir lo visto de lo imaginado, ya que la cámara registra solo lo que se ve. No registra fabricaciones o proyecciones mentales. Como dijo el fotógrafo Aaron Siskind: “Miramos el mundo y vemos lo que hemos aprendido a creer que está allí [lo que] hemos sido condicionados a esperar […] Pero, como fotógrafos, debemos aprender a relajar nuestras creencias” (Siskind, s. f.).

La palabra “contemplar” puede significar pensar las cosas, pero cuando usamos el término, estamos indicando un proceso de reflexión que se basa en un nivel de inteligencia más profundo que nuestra forma habitual de pensar en las cosas.

El significado raíz de la palabra “contemplar” está conectado con una observación cuidadosa. Significa estar conectado con algo (generalmente) en un espacio abierto. Este espacio se crea al soltar las corrientes de actividad mental (el continuo mental) que oscurecen nuestra percepción y conciencia natural.

Cuando la visión limpia y clara y la creatividad de nuestro ser básico se conectan de manera directa, producen imágenes que son equivalentes (este es el término que utiliza Alfred Stieglitz) a lo que vimos, o percibimos, originalmente.

Lo que resonó2 dentro de nosotros en la visión original también resonará en nuestra expresión fotográfica.

El fotógrafo convencional busca sujetos que se ajusten a plantillas culturales, y obligado por estos conceptos de lo que es hermoso o dramático o fuera de lo común, buscará escenas que se ajusten a ellos: una puesta de sol dramática, una hermosa cascada, etc.

Debido a que estos conceptos desvían al fotógrafo del verdadero mundo de la forma visual, se convierten en obstáculos, ya que distraída por los conceptos, la visión se vuelve vaga, confusa y distorsionada. Con la percepción nublada por imágenes mentales, es difícil para los fotógrafos rastreadores convencionalesver completamente o con claridad lo que están fotografiando, y es muy fácil pasar por alto todo lo que no se ajuste a estas plantillas mentales o estructuras conceptuales. Así lo expresó Edward Weston: “Cuando el tema se ve obligado a encajar en patrones preconcebidos, no puede haber frescura de la visión. Seguir las reglas de composición solo puede conducir a una tediosa repetición de clichés pictóricos” (Weston y Bunnell, 1983, pág. 144).

Para nosotros, el enfoque más interesante de la fotografía enfatiza la experiencia del ver. Es lo que Henri Cartier-Bresson describió como “poner la cabeza, los ojos y el corazón en un mismo eje”.

Weston describió en sus diarios:

El “arte” se considera “autoexpresión”. Yo no trato más de “expresarme”, o de imponer mi propia personalidad a la naturaleza. Trato, sin prejuicios, ni falsificación, identificarme con la misma naturaleza, ver o “conocer” las cosas como son, su esencia misma; lo que fotografío, no es una interpretación, ni mi idea o concepto de lo que debiera de ser la naturaleza, sino una revelación, una perforación de la cortina de humo proyectada artificialmente sobre la vida por la neurosis, en un reconocimiento absoluto e impersonal (Weston, 1966, pág. 221).

Los sistemas de representación son parte del proceso mediante el cual se producen sentidos y se intercambia entre miembros de las sociedades. Estos se construyen a través de los vínculos entre el mundo de las cosas (gente, eventos, experiencias) y el mundo conceptual (conceptos mentales) y los signos. Fluyen en determinados contextos históricos, sociales, políticos y económicos.

Etiquetar las cosas como “bellas” o “feas” enmascara lo que son y parecen. Cuando escogemos y elegimos de esta manera, todo lo que en realidad vemos son las máscaras, las apariencias exteriores de las cosas, que son nuestras propias fabricaciones, nuestros constructos mentales.

Vivir “artísticamente” en la terapia significa apreciar las cosas tal como son, de una manera íntima e imparcial.

El sol brilla siempre, incluso cuando las nubes cubren el cielo. Nadie tiene que hacer brillar el sol. La luz del sol se hace visible cuando el viento elimina las nubes. Así, el arte y la creatividad surgen de nosotros naturalmente, cuando se eliminan los obstáculos, la inquietud y la preocupación de la mente, que la oscurecen. Este es el punto principal de todo el esfuerzo contemplativo: no es necesario aprender a fabricar o construir la creatividad; solo debemos aprender a eliminar las nubes que evitan que se manifieste. Pero antes de que podamos aprender a eliminar las nubes, debemos comprender su naturaleza.

Hemos mencionado brevemente la forma en que la preocupación y el resentimiento oscurecen nuestra visión. Los estados mentales de juicio, cínicos y enojados, nos separan de la riqueza de nuestro mundo y ocultan la naturaleza del arte. Una mente irritada o enojada nos puede parecer inteligente, o aguda, pero esta es una agudeza desconcertante, que carece del discernimiento, intuición e inteligencia necesarias.

La posesión, el anhelo, la ambición y otras formas de deseo nos separan del arte porque están vinculadas con proyecciones sobre “objetos de deseo y posibilidades de realización”.

Al estar encadenados de esta manera, no estamos disponibles para las percepciones ordinarias, de todos los días, y no hay, no queda espacio para el juego de la creatividad. Por lo tanto, incluso el deseo de ser artístico y creativo puede convertirse en un obstáculo cuando nos concentramos en ello.

Un tipo diferente de obstáculo es nuestro discurso interno o continuo mental que nos acompaña siempre desde el momento en que nos levantamos por la mañana hasta el momento en que nos dormimos por la noche (incluso reaparece en nuestros sueños). A veces es un monólogo y otras, un diálogo interno. Esta “voz” siempre parece ser el observador que mira al mundo exterior.

Pero lo que en realidad hace este discurso interno es llenar nuestra capacidad, nuestro espacio mental, dejando muy poco lugar para la creatividad y excluyendo la mayor parte de la comprensión y luz que podríamos tener.

Al contrario de lo que parece, este “narrador interno” se asemeja más a una persona charlatana y ciega que a un hábil observador. Ocasionalmente hay una interrupción en el flujo del discurso interno y entra una nueva percepción, pero cada vez que esto sucede, nuestro “narrador interno” se abalanza con rapidez y sofoca, corta o anula esta nueva percepción, envolviéndola en comentarios internos hasta que se pierde toda la posible conexión y frescura.

Una luz, un toque de “conciencia”, aplicado en forma repetida, corta el impulso de las emociones y nuestro diálogo interno, pero intentar deshacerse de ellos solo nos lleva a más lucha, a más enfrentamiento.

La fotografía no es un proceso puramente mecánico. Hay que saber cómo mirar, dónde apuntar la cámara y cuándo presionar el botón, y estos actos dependen del ojo, la mente y el corazón.

Nota de autor

La psicoterapia contemplativa posee un enfoque basado en las fortalezas que ayuda a las personas a identificar y a explorar el sentido innato del “no saber sabiendo”, contribuyendo a identificar y a explorar el interior de aquello que se sabe significativo e importante.

Es una disciplina que comprende el asesoramiento profesional, combinando los puntos fuertes de la psicología occidental tradicional con la práctica de la conciencia contemplativa. El psicoterapeuta contemplativo posee formación en psicología, psiquiatría o psicoterapia, una formación integral y experiencia como terapeuta. Nuestro enfoque enfatiza el valor de trabajar para la transformación de la mente a través de las prácticas de la percepción y la meditación (en todas las tradiciones) y la compasión como un elemento fundamental y necesario para el cultivo de la propia cordura.

La psicoterapia contemplativa tiene una orientación neurocientífica teórica y empíricamente validada, bien sostenida sin promover el sectarismo, una técnica particular, o visión del mundo.

En referencia a su aportación práctica, la perspectiva de la terapia del arte contemplativo invita a la evaluación abierta y la evaluación de los estados de la mente, con sus diferentes patologías. Estos estados pueden servir como posibles indicadores de categorías de diagnóstico clínico o surgimiento espiritual.

La disciplina de la creación del arte, que ha sido la inspiración, nos hace entrar en un camino auténtico, abriéndonos a una mayor comprensión del “sí mismo” y “los otros”.

Bibliografía

Adams, R. (1996). Beauty in Photography. Ensayos en defensa de los valores tradicionales. 2ª ed. Nueva York: Aperture, 30.

Cartier-Bresson, H. (1999). The Mind’s Eye: Writings on Photography and Photographers, 1st ed. New York: Aperture, 38.

Karr, A. y Wood, M. (s. f.). Viendo el mundo con ojos frescos.

Nathan L. (1966). Fotógrafos en fotografía: una antología crítica. Englewood Cliffs, N.J.: Prentice-Hall, 97.

Siskind, A. (s.f.). PhotoQuotes.com

Szarkowski, J. (1973). Looking at Photographs: 100 Pictures from the collection of the Museum of: Modern Art. Nueva York: Museum of Modern Art, 194.

Weston, E. (1961). Daybooks. Rochester, N.Y.: George Eastman House, 221.

Weston, E. y Bunnell P. C. (1983). Edward Weston en fotografía. Salt Lake City: P. Smith Books, 144.


1 Del término griego phainómenon (“lo que aparece o se manifiesta”). Con este vocablo nos referimos fundamentalmente a la realidad tal y como se muestra en la percepción. Todo objeto perceptible es fenómeno; la realidad perceptible es la realidad fenoménica. Como podemos distinguir percepción externa y percepción interna, cabe hablar de fenómenos físicos o cosas dadas a los sentidos (vista, oído) y de fenómenos psíquicos o de cosas dadas a la propia mente y que la mente encuentra en ella (sensaciones, percepciones, sentimientos, deseos, actos de voluntad, pensamientos).

2 “Resonar” se refiere a esos micromomentos de conexión que experimentamos cuando se da un momento de experiencia positiva a través del amor, de entrega, que lo vivenciamos en nuestro interior, con la otra persona y el medio.


[*] Psicoterapeuta Transpersonal (Escuela Española de Terapia Transpersonal, Madrid). Experto en Arte Terapia y Creatividad (Fundación ICSE. Sevilla/UPC, Madrid). Educational Trainer (Coach) (SCC, Sydney, Australia). Conducting Assessment (SCC, Sydney, Australia). Psicología Gestalt (IPG, Madrid). Master en Cinematografía y Broadcasting (Universidad de New York, NYU). Master en Fotografía (FOTOSKOLAN, Estocolmo, Suecia). Licenciado en Bellas Artes (GFKUTS, Estocolmo, Suecia).

Cómo citar este artículo:

Castellano, J. (2021). “La fotografía contemplativa y el camino de la percepción”, Arteterapia. Proceso Creativo y Transformación, N° 9, pp. 5-9.