Un análisis de imágenes artísticas infantiles en dos niñas con fobia al dentista

Resumen

En este artículo pretendemos plantear algunas preguntas e inquietudes que se presentaron con respecto a dos casos de arteterapia infantil cuyo motivo de consulta fue el mismo. Si bien ambos casos tienen características distintas, llamó la atención la similitud en las imágenes visuales producidas dentro del marco arteterapéutico, en el que se trabajó con la hoja en blanco y sin consigna.

Palabras clave: contratransferencia, apego, estrago, sadismo, simbiosis.


Caso 1 (2017-2018)

Motivo de consulta

En la primera entrevista, Luciana, la madre de Sofía, consultó respecto de la fobia recurrente al dentista que su hija manifestaba.

Sofía, de 5 años, vive con su madre la mayor parte de la semana y esporádicamente se aloja en la casa de su padre. Cabe destacar que los padres de Sofía nunca cohabitaron, ni se constituyeron como pareja.

Según el relato de Luciana, la niña no toleraba asistir al odontólogo y esto le preocupaba, pues tenía varias caries que debían ser atendidas. Quien acompañaba a Sofía al odontólogo era José, su padre. Él confirmó la indisponibilidad de su hija ante el tratamiento.

Los padres consultaron con varios prestadores y el último les recomendó tratamiento psicoterapéutico.

“Fobia al dentista”

Durante varias sesiones Sofía destinó materiales diversos y despliegues terapéuticos para dramatizar sus visitas al dentista. Utilizaba muñecas y “juegos de doctor”, jeringas de juguete, etc. Solía dirigir escenas dramáticas en donde me usaba como asistente odontológica o madre de pacientes.

Lectura de imagen proyectiva

Una lectura proyectiva nos invita a mirar esta imagen (Figura 1) como antropomórfica, en donde predomina un rostro devorador, bordeado de dientes punzantes. (¿Una vagina dentata?).

Figura 1. En esta ilustración Sofía dibujó su boca, cuatro caries en piezas molares, su lengua y el torno (”RRR”), que era uno de los elementos que le causaba más pavor y angustia cuando iba al dentista.

Sadismo

En muchas sesiones se manifestaba de manera evidente el sadismo desplegado por la niña, quien proyectaba en los personajes asignados un juego con alto contenido sádico. A lo largo del tratamiento, su sadismo fue disminuyendo.

Agresividad

A través del juego terapéutico Sofía proyectó su agresividad, dirigiéndola directamente hacia los muñecos con los que jugaba, o hacia mí. A veces los golpeaba con fuerza y sonreía cuando de manera accidental me golpeaba a mí, que sostenía a sus muñecos.

En ocasiones, jugando a la “doctora” tomaba las pinzas y extraía “bichos” (cucarachas u otros insectos) de diversos orificios de las muñecas (ombligo, orejas, ano). Esto podría sustentar la posibilidad de fantasías sexuales referidas a un vínculo inapropiado con adultos.

La madre mantenía colecho con Sofía a pesar de que la niña disponía de su propio cuarto. También entraba con ella al baño, le limpiaba “la cola” y la bañaba. Además, admitió que en ocasiones Sofía ingresaba en ese cuarto cuando ella estaba ahí.

Podríamos hipotetizar que la niña estaba expuesta a un contacto corporal inadecuado para la edad, así como a una falta de límites claros respecto de su propio cuerpo y el de su madre.

Entrevistas familiares

Cuando se discutía sobre el colecho y los límites difusos de intimidad, la madre solía manifestar su “deseo” de estar acompañada por su hija, argumentando que esta se lo pedía pues tenía miedo de dormir sola en su propio cuarto.

Respecto del vínculo con la niña, Luciana comentó: “Nosotras somos buenas compañeras y nos gusta hacer todo juntas. Jugamos, hacemos la tarea, etc.”.

En contraposición, Sofía experimentaba otra realidad cuando estaba con su padre, ya que este vivía en la casa de sus padres y arriba vivían los tíos y un sobrino pequeño de la niña. Debido a que no tenía cuarto propio, Sofía dormía junto a su abuela, pero en camas separadas. Ella disfrutaba de la interacción con su abuelo, con quien conversaba mucho. También solía visitar a sus tíos y jugar con su sobrinito. En esta casa tenía mayor libertad para correr, jugar e interactuar con otras personas, rompiendo un poco ese vínculo simbiótico establecido entre su madre y ella.

Observación

Pude constatar en ocasiones la necesidad de Sofía de frenar la presencia de la madre a la entrada del consultorio. A veces la niña prácticamente la echaba y le decía “Chau, mamá”, marcándole un límite claro, evitando que la mujer subiera al consultorio. Luciana se sentía incómoda por la actitud de su hija.

En otras oportunidades pude observar a Luciana subir al consultorio con la excusa de que ella o su hija necesitaban usar el baño y así entraban juntas al cuarto. Esta regresión era muy llamativa, dado que cuando Sofía estaba en terapia y necesitaba ir al baño lo solicitaba e iba sola, retomando más tarde la sesión.

En esta relación simbiótica madre-hija se evidenciaba una danza ambivalente de “amor-odio” de Sofía hacia Luciana. En las producciones artísticas y los juegos dramáticos se proyectaba la complejidad de sentimientos y apego complejo de este vínculo conflictivo e intenso.

Caso 2 (2019)

Motivo de consulta

A fines de mayo recibí el llamado de Antonia, quien solicitaba una consulta psicoterapéutica para Florencia, su hija de 4 años, por fobia al dentista.

En la conversación telefónica Antonia sonaba muy angustiada y ansiosa. Me explicó el motivo de consulta y reiteró su necesidad de encarar esta problemática con cierta urgencia, debido a que Florencia debía retornar al odontólogo para curar su inflamación de encías.

Según el relato de la madre, la niña no pudo ser atendida pues tuvo “berrinches” y mucha resistencia en la consulta odontológica. La profesional no supo controlar a su hija y la tensión entre ambas fue muy alta.

Debido a la imposibilidad de concurrir a la misma odontóloga, la madre manifestó la necesidad de atender a Florencia terapéuticamente con premura, pues la familia debía viajar a Italia a fines de junio y quería resolver esto antes de su partida.

Primera entrevista vincular

En primera instancia, cité a Antonia y a Florencia para una sesión vincular. No obstante, el primer día se presentó toda la familia: Antonia, Arturo (papá), Florencia (paciente) y Georgina (hermana mayor).

La entrevista fue caótica. Pude notar un alto nivel de ansiedad por parte de los padres. La hija preadolescente (de 11 años) tenía sus auriculares puestos y no los quiso dejar. Se ofendió. Le solicité que si no quería participar de la reunión se sentara en la sala de espera en silencio. Luego de unos 15 minutos retornó y jugó con Florencia mientras los padres hablaban conmigo.

Entre ambas hermanas detecté rivalidad y competencia. Florencia comenzaba un juego pero rápidamente se cansaba. Desordenaron el área de juegos en pocos minutos.

El padre intentaba describirme la dinámica familiar bajando la voz cuando se refería a Florencia. La madre, ansiosa, estaba pendiente del comportamiento de sus hijas, pero también alerta al relato del padre. De tanto en tanto realizaba algún comentario.

Los reclamos de los padres se referían a los constantes “berrinches” de Florencia y su frustrada incapacidad para “controlarla”. Aunque mencionaron el término “hiperactividad” lo descartaron enseguida como una posibilidad, dado que ya habían consultado con especialistas que lo desestimaron.

Contratransferencia

Sentí inhabilidad para contener a esta familia, y agotamiento. El nivel de ansiedad manifiesta y el rechazo de estos padres por su hija pequeña me resultaba casi insoportable.

En los 45 minutos de la sesión hubo desborde y desorden, así como múltiples estímulos que no facilitaron la atención y escucha debida dentro del encuadre terapéutico.

Al finalizar la sesión cité a cada padre por separado y en forma individual para las semanas siguientes, así como a la hija pequeña. Mi intención era poder brindarle a cada cual una escucha propicia y continente dentro de un encuadre terapéutico privado y seguro.

“Fobia al dentista”

Segunda sesión

Durante esta sesión Florencia escogió los materiales de manera espontánea y dibujó con lápiz la boca y los dientes. Me invitó a adivinar qué era su dibujo. Inicialmente dejó un espacio vacío en lo que correspondería a un molar, pero luego lo llenó dibujando una muela.

Intervine y le pregunté: “¿Qué otras cosas hay dentro de la boca? ¿Cómo es cuando el dentista te revisa?”. Abrió la boca y sacó la lengua. Dibujó la lengua. Agregó también algunos instrumentos odontológicos. Coloreó con crayón rosado las encías y los labios, y con crayón celeste la dentadura. Tomó plasticolas de colores y pintó la superficie del dibujo en un gesto rápido y energético. Utilizó azul y negro para pintar la lengua y la cavidad oral. Cortó un cuadrado celeste y lo pegó a la derecha. Dibujó otro cuadrado en la zona inferior a la derecha de la hoja. Cuando le pregunté qué eran esos cuadrados, me respondió solo sobre el dibujo: “Es una ventana”.

Durante la sesión Florencia se concentró en la tarea con atención al detalle. Manipuló los materiales con destreza. Solicitó asistencia para abrir las plasticolas que estaban duras.

Al terminar este dibujo/pintura me pidió jugar a un juego. Experimentó un rato pero rápidamente se aburrió.

Figura 2. En esta figura Florencia Ilustró una boca, encías, lengua y cavidad bucal. En la periferia de la boca hay dos instrumentos odontológicos que se proyectan hacia el exterior. En el entorno podemos observar dos cuadrados hacia la derecha de la hoja (cuadrado celeste arriba y ventana de líneas rojas abajo).

Cuarta sesión

En este encuentro tomó tijeras y recortó todos los dibujos realizados con anterioridad.

Fue la última sesión. El tratamiento estará en suspenso hasta el regreso del viaje familiar de 40 días a Italia.

Entrevistas familiares

Entrevista con el padre (tercera sesión)

Esta entrevista me resultó bastante fuerte debido a la manera en que el padre se refirió a su hija. Relató que, si bien fue una hija buscada, “desde su nacimiento quebró el equilibrio familiar”. Según manifestó, ya su primer llanto fue disruptivo. “Siempre nos costaba dormirla y calmarla”. “Tiene una personalidad muy intensa”. “Grita mucho”.

“Muchas veces, al llegar de vuelta a casa luego de una jornada intensa de trabajo con clientes difíciles me enfrento con ella, que al correr a abrazarme, como es bruta y torpe, lo hace con fuerza y me golpea en las costillas. Esto me estresa más que mi día de trabajo”.

“Ni la persona más mala me saca como Florencia. Me rompe la paciencia”.

En el colegio “es un ángel, pero en casa tiene muchos berrinches; nos tomó de punto”.

Las hermanas pelean mucho. Rivalizan. Florencia copia a la más grande. “Es rebelde, llora mucho”.

“Para controlar y manejar su intensidad, va a clases de Choi[1] tres veces por semana. Si se porta mal, la amenazamos con no dejarla ir a sus clases y entonces se esfuerza y trata de portarse mejor y nos pide ‘perdón’”.

Entrevista con la madre (quinta sesión)

En esta sesión inicial lo llamativo fue que Antonia prácticamente no habló de su hija. Pese a que yo la redireccionaba para que me brindara algo de información sobre la crianza, en forma tangencial volvía a hablarme de su vida, sus conflictos e incluso de hechos de su propia crianza. Al igual que su esposo, manifestaba una gran frustración e inhabilidad para “controlar” a Florencia.

Lloró, se la veía muy angustiada y sobrepasada por el estrés imperante en su vida. Reveló que su viaje a Italia no iba a ser para descansar y tomar vacaciones, sino para investigar posibilidades futuras de trabajo ante una inminente emigración.

Observaciones sobre entrevistas con los padres

En estas breves entrevistas con los padres, así como en la observación de la primera sesión vincular, es posible detectar el rechazo que tienen hacia su hija menor. Ambos relatan la ruptura del equilibrio familiar producido ante el nacimiento de la pequeña (tríada: papá, mamá y Georgina).

Resulta difícil comprender la proyección de tanta transferencia negativa hacia una niña tan pequeña, incapaz de ejercer control sobre la pareja paterna. Sin embargo, ambos admiten no poder controlarla y la comparan siempre con su hija mayor, con quien no tuvieron dificultades de crianza.

El desamor hacia Florencia es evidente y llamativo. Podemos pensar que la pequeña sufre a diario este desamor y rechazo, encarnándolo en ataques de furia que se hacen insoportables para todos, incluso para ella.

Es llamativo que Florencia no manifieste problemas de conducta y rendimiento en la escuela, y que toda la fuente del conflicto se genere en su hogar.

En este estadio tan prematuro del tratamiento es difícil comprender en profundidad este caso clínico. Por ello quise ilustrar brevemente algunas observaciones a la fecha.

Conceptualizaciones teóricas

En arteterapia se propicia un espacio terapéutico de creación y juego que, como afirma Françoise Dolto, le permite al niño jugar para manifestarse,

dado que aún no puede expresar con palabras sus pensamientos, sus sentimientos, sus fantasmas. Sus dibujos y modelados están destinados a ser hablados, se hallan en la transferencia, como lo están para la técnica psicoanalítica de adultos, los sueños, fantasmas y la asociación libre (Dolto, 2005, p. 25).

Coincido con Dolto en que los dibujos, pinturas y modelados infantiles “son testimonios del inconsciente” (p. 25). Tomando la conceptualización de esta autora, el niño proyecta en sus creaciones una dialéctica de sus relaciones que están ya fantasmatizadas, relaciones de las personas tal como él se las representa, respecto de su propia subjetividad (p. 26).

Debido a que el niño entra en relación a través de la proyección, “este presta una parte o la totalidad de su imagen del cuerpo a objetos, animales, personas, etc.”. De esta forma, comunica su vida inconsciente (p. 26).

Si consideramos “que las representaciones están simbólicamente enlazadas a las emociones […] y aluden a zonas erógenas que fueron prevaleciendo en el niño sucesivamente” (p. 27) es llamativo destacar en esta presentación la pregnancia y potencia de las imágenes proyectadas.

Si bien ambas niñas padecen de fobia al dentista, cabe preguntarnos: ¿el síntoma y la representación de esta a través del dibujo podría en cambio representar su ambivalencia (amor-odio) en la relación con su madre?

Como describimos con anterioridad, en las imágenes abundan detalles ilustrativos de un sadismo y agresividad notorios.

La boca dentata, la vagina dentata están cargadas de significados y se han realizado muchos estudios en torno a ellas.

Pero, a fin de continuar con este breve artículo, me gustaría mencionar algunos conceptos interesantes sobre el deseo materno y el estrago en la relación madre-hija. María Soledad Miloz introduce este concepto, que me parece importante recalcar.

En el estrago “hay un sujeto sin recursos ante la demanda aplastante del Otro” (Miloz, 2016, p. 80). ¿Serían estas niñas prisioneras de la demanda de sus madres?

Esta autora entiende al estrago “como un arrasamiento en la constitución subjetiva, efecto de la ley incontrolada de la madre” (p. 141). Además, describe sobre el estrago en relación al deseo de la madre, que es un deseo que está abordado desde su dimensión devoradora. “Frente al Deseo de la Madre, el sujeto queda desamparado, no tiene cómo responder más que entregando todo su ser, todo su cuerpo” (p. 77).

Esta devoración está implícita en los dibujos de las niñas pacientes. Ellas proyectan sus fantasmas en forma cruda y directa.

Según Freud, el síntoma “es un indicio y sustituto de una satisfacción pulsional interceptada […] que implica ya algo del orden de una separación […]” (Freud en Miloz, 2016, p. 118).

¿Podríamos pensar entonces que el síntoma o fobia al dentista es un intento de estas niñas de separación de una madre estragante? ¿Es un intento de separación de una madre devoradora, promotora de un vínculo simbiótico y aplastante?

Tal vez el hecho de que el estrago llegue a sintomatizarse pueda ser el inicio hacia un camino de libertad. Camino a transitar juntos, niño-paciente y arteterapeuta, facilitando separación y asegurando autonomía.

Conclusión

A través de estas imágenes pudimos ser testigos de una realidad fantasmática similar en dos casos infantiles que presentan la misma fobia.

Es interesante ver cómo imágenes universales sintetizan una problemática análoga. ¿Podríamos decir, como Miloz, que estas niñas han sido aplastadas por el deseo de la madre que las ha capturado?

¿Podríamos recibir al síntoma con esperanzas y los brazos abiertos para comenzar a desplegar el camino terapéutico?

Bibliografía

Dolto, F. (2005). La Imagen Inconsciente del Cuerpo. Buenos Aires: Paidós.

Miloz, M. S. (2016). Un dique contra la madre. El deseo materno y el estrago en la relación madre-hija. Buenos Aires: Letra Viva.


[1] Tipo de arte marcial.

* Master en Arte Terapia de la Universidad de New York. Registrada y Certificada ante la American Art Therapy Association. Coordinadora y docente del Posgrado Vivencial de Arte Terapia del Centro de Estudios en Psicoterapias. Escultora.

Cómo citar este artículo:

Garber, E. M. (2019). Un análisis de imágenes artísticas infantiles en dos niñas con fobia al dentista. Arteterapia. Proceso Creativo y Transformación, 6 (37-41). Recuperado de: https://arteterapiarevista.ar/un-analisis-de-imagenes-artisticas-infantiles-en-dos-ninas-con-fobia-al-dentista/