Entrevista a José Castagnino
José Castagnino
“He trabajado haciendo novelas en los 90, cine en el 2000 y videoarte en el 2010. Hoy exploro las nuevas formas de comunicación entre los seres humanos y considero que una pieza de arte hecha con 70 trazos tiene un poder sin igual, de contar una historia en la forma más eficiente y orgánica que se haya creado”.
Comenzamos reflexionando sobre las motivaciones de tu formación como productor de medios audiovisuales, primero en Buenos Aires y luego en New York, ¿cuáles fueron las razones que te llevaron a realizar estos estudios?
Siempre me gustó la idea de construcción de un relato audiovisual, cuanto más actores y conflictos tuviera ese relato más apasionante se volvía para mí. La idea es diseñar un formato de múltiples claves que se tiene que ir resolviendo, teniendo al espectador como socio principal del proceso. Los formatos van mutando con el tiempo y debemos estar atentos a los cambios de época, del cine a la TV, de la TV al streaming, del streaming a Tik Tok, de Tik Tok a plataformas de inteligencia artificial que puedan generar nuestras propias películas.
Según la filósofa Emily Esfahani Smith, que es máster en psicología positiva en la Universidad de Pennsylvania, existen cuatro pilares para el entendimiento para cultivar una vida con sentido. Se puede tener uno, dos, tres o los cuatro, o quizá se pude carecer de todos. Los cuatro pilares son: nuestro grupo de pertenencia, nuestro propósito en la vida, nuestro sentido de trascendencia y el “story telling” que podemos hacer de nosotros mismos. Esta última característica es la que me apasiona, construir historias de personas, de instituciones, de hechos históricos, sin olvidarme nunca que los otros tres pilares que deben estar deben articularse en un todo.
Viviendo en ciudades como Rosario, Buenos Aires o New York, comprendés un poco más las dinámicas humanas, te vuelve más amplio, diverso y permeable. He trabajado haciendo novelas en los 90, cine en el 2000 y videoarte en el 2010. Hoy exploro las nuevas formas de comunicación entre los seres humanos y considero que una pieza de arte hecha con 70 trazos tiene un poder sin igual, de contar una historia en la forma más eficiente y orgánica que se haya creado.
Desde 2004 sos miembro de la Fundación Museo Castagnino en Rosario. ¿Qué representa el museo para la ciudad y cuáles son las principales actividades que despliega la fundación?
El Museo Juan B. Castagnino se crea por mandato de la familia en 1937, con un claro objetivo: transformar a Rosario en un polo cultural. Tanto la colección de Juan Bautista Castagnino como la construcción del edificio son donadas por la familia Castagnino a la ciudad de Rosario; esta acción filantrópica genera un entusiasmo viral en la sociedad de la época y en muy poco tiempo el museo se arma de una colección de casi 500 obras.
Hoy el Castagnino es el museo más importante del interior del país, con casi 5.000 obras de arte, divididas en tres núcleos: arte europeo, arte moderno argentino y arte contemporáneo. La clave curatorial del museo es entender por qué cuatro generaciones de rosarinos adquirieron, coleccionaron y donaron el acervo cultural del museo. En la colección está mucho más que la historia de nuestra ciudad: está el código maestro para entender un parte fundamental de lo que somos y aspiracionamos como sociedad.
La Fundación Museo Castagnino nace en 1977 con un claro objetivo: colaborar con el desarrollo del museo. Dicha colaboración está dada en el diseño de una articulación público-privada que entienda las lógicas y complejidades de las épocas en que vivimos.
Ser amigo de un museo de arte requiere de una apertura mental que tiene que poder entender diferentes tensiones en juego. Un museo de arte público, como el Castagnino, obedece a una primera lógica, que es el diseño de un política cultural de quien ejerce la administración pública de la ciudad. La segunda lógica es la administrativa y se refiere a los cuadros técnicos, curatoriales y administrativos que hacen operativo el museo. La tercera lógica es la artística, que refiere a que un museo de arte tiene y debe tener patrones académicos que respetar. Por último, la lógica corporativa es aquella que traduce las tres primeras lógicas para poder generar un ámbito de articulación público-privada. La clave está dada en poder maridar en forma eficiente estas cuatro lógicas y tener la apertura para poder detectar nuevas lógicas que están apareciendo.
Los museos de todo el mundo están en una permanente revisión de lo que la sociedad demanda de ellos. Desde tu perspectiva, ¿cuáles son los principales desafíos que tienen estas instituciones en la Argentina y qué funciones deberían cumplir?
La realidad de los museos de arte en el mundo es muy heterogénea, pero todos buscan el mismo objetivo: tratar de impactar a nivel estético, emocional y creativo en los usuarios culturales, en el público. Desde ya, tener un presupuesto de 100 millones de euros va a condicionar la performance contra otro presupuesto de 10 millones de pesos, pero es aquí donde nos debemos volver creativos y competitivos. Entender las necesidades de la sociedad y poder darle al museo de arte una nueva y competitiva “usabilidad” es la clave para afrontar los cambios tan dinámicos que atravesamos en la actualidad.
Poder generar cooperación con ecosistemas diferentes al del arte es la práctica más eficiente en la actualidad. Hacer cooperación entre arte y desarrollo social le dará la posibilidad a un sinnúmero de grupos vulnerables de usar el arte como canal para expresar una complejidad difícil de decir con palabras.
Hacer cooperación entre el ecosistema de arte y la tecnología le permitirá al museo abordar el lenguaje de los nativos digitales (grupo etario nacido a partir del año 2000). Si no entendemos el lenguaje de la tecnología no podemos dialogar con los nuevos públicos que abordan todas sus decisiones desde una lógica de “desafío y recompensa”.
Pensemos por un momento cuál es el desafío que ofrece hoy un museo de arte para un preadolescente. Ahora pensemos cuanto más complicado es ofrecerles una recompensa. Entender las lógicas tecnológicas es clave para traccionar a nativos digitales hasta la puerta del museo, pero aquí es donde todo se complejiza muchísimo más, una vez pasada la puerta de ingreso, esta lógica tecnológica se tiene que apagar para poder quedar imbuidos en la experiencia artística, creativa y emocional, que no debe tener interferencia externa. El desafío es complejísimo y apasionante.
Hacer cooperación entre el ecosistema del arte y el ambiente tiene como objetivo habilitar a los museos a hablar desde una nueva perspectiva, como pensar estrategias para mejorar nuestro hábitat generando una conciencia desde lo artístico, que no tenemos una segunda oportunidad para nuestro planeta. Por ejemplo, cómo habilitar una relectura de los desechos que generamos y el daño que le ocasionamos a la naturaleza, a los animales y a nosotros mismos con tasas de contaminación nunca antes vistas.
Hacer cooperación entre arte y salud implica habilitar el mejor y más eficiente interconector que es “el arteterapia”. Ahora nadie niega que hacer ejercicio y tener una alimentación saludable son hábitos indispensables para nuestro bienestar, hace apenas 40 años atrás este modelo de vida era desestimado por la mayoría de nosotros. Los museos de arte se están reconvirtiendo para ser un vehiculizador de bienestar. Dentro de unos años va a ser indispensable, al igual que es hoy la alimentación saludable, consumir productos culturales que amplíen nuestros márgenes de bienestar. Recetar ir al museo va a ser una práctica habitual y los museos se tienen que preparar para este desafío.
La Fundación Museo Castagnino nace en 1977 con un claro objetivo: colaborar con el desarrollo del museo. Dicha colaboración está dada en el diseño de una articulación público-privada que entienda las lógicas y complejidades de las épocas en que vivimos.
Desarrollaste junto a la organización Madre Teresa el proyecto “La calle no me define”, con personas que vivían en situación de calle. ¿Cómo fue concebido este proyecto y cuáles eran sus principales objetivos?
La organización Madre Teresa aborda la problemática de las personas que viven en situación de calle, a través de tres ejes: educación, creatividad y arte. Durante los últimos cuatro años, Madre Teresa había visitado las principales muestras del Museo Castagnino, y a inicios de 2023 comenzó a trabajar en un taller de escritura sobre las emociones de las personas en situación de calle que asisten al espacio.
En los escritos plasmaron lo que ellos querían contar, en primera persona, a la sociedad. En el otoño de 2023, el Museo Castagnino tenía una potente muestra de arte abstracto, hecha por artistas mujeres, y esa circunstancia fue ideal para que esas personas pudieran visitarla y generar obras inspiradas en las emociones que habían escrito. Fueron acompañados por el Departamento Educativo del museo y se hizo una selección del material escrito y del material gráfico. Con un equipo de diseño ligamos las obras gráficas con los textos, con el objetivo de lograr 12 afiches. Debido a que los usuarios viven en la calle, como primer lugar de exhibición realizamos una acción de Street Art (arte callejero) con la totalidad de la colección.
Los principales objetivos del proyecto fueron desestigmatizar a las personas en situación de calle, generar una mirada más empática hacia ellas, explorar una nueva usabilidad del arte con uno de los grupos más vulnerables que tiene la sociedad y usar el arte para poder hablar de temas complejos que no se pueden abordar desde la palabra.
En el mundo actual, donde la comunicación se ha vuelto muy compleja, encontramos en el arte una herramienta muy útil para abordar temas de difícil asimilación.
La novedad es que hoy en día los médicos ya están recetando ir a los museos. Eso revitaliza nuestra relación con la ciencia y la medicina como un importante stakeholder dentro de nuestra organización.
¿Qué dificultades encontraron en el camino?
Tuvimos varias dificultades. Como era un proyecto de cooperación nuevo, tanto al mundo del desarrollo social como al mundo académico del arte les costó entender su desarrollo.
Por otra parte, estamos acostumbrados a preguntar a la población vulnerable qué necesita y no lo que siente, este cambio fue difícil de explicar a terceros. Nos enfrentamos a preguntas incómodas, como por ejemplo, por qué ponen a pintar a personas que tienen tantas carencias.
Otra gran dificultad fue encontrar el límite a nivel comunicación entre lo que se iba a contar y no exponer a los usuarios. Pero el mayor escollo fue, y sigue siendo, hacer una eficiente articulación entre el ecosistema de situación de calle y el diseño artístico.
¿Les parece que es un proyecto que puede ser replicado por otros museos en la Argentina? En el caso que no lo sea, ¿cuáles son las razones?
Un proyecto como este se debe replicar en cada ciudad mediana o grande que quiera abordar el tema de situación de calle desde una nueva perspectiva. Los estados tienen que colaborar desde lo económico y generar las condiciones para abordar el tema, la complejidad está en la cuota emocional y el compromiso que deben tener lo operadores del proyecto.
¿Tienen idea de seguir gestando proyectos que incluyan otros sectores?
Consideramos muy probable poder replicar la experiencia en otros entornos sociales vulnerables. Cada entorno tiene su complejidad única y un mensaje claro que exponer. “La calle no me define” surgió de la necesidad de hacer hablar a aquellos que no tenían un canal claro de comunicación, y el resultado está siendo muy positivo. Poder replicar esta experiencia con organizaciones que deseen lo mismo sería un honor para todos aquellos que le hemos dedicado tiempo, energía y creatividad al proyecto.
¿Qué considerás que habilita el arte en las personas y en ese sentido contribuye a aumentar su bienestar?
Poder verbalizar una problemática es una parte sustancial para comenzar a afrontarla. La complejidad aparece cuando las palabras no son suficientes para verbalizar el problema. El arte en sí tiene un sinnúmero de beneficios. Los principales son la transmisión estética, creativa y emocional de un mensaje encriptado por un artista. La clave de la trasmisión del bienestar del arte está en la desencriptación del mensaje de la pieza artística. Cuando hablamos también autodesencriptamos nuestros problemas y es allí donde comienza el camino hacia un bienestar diferencial.
Cuando codificamos estos axiomas, a través del trabajo interdisciplinario de equipos técnicos académicos del museo, profesionales de la salud mental y profesionales de la medicina, podemos diagramar formatos de trabajo que habiliten la idea de comenzar a generar bienestar a través de una pieza artística o una colección. Vuelvo a recalcar que es fundamental contar con interacción de todos los cuadros técnicos, académicos y científicos anteriormente citados.
Como amigos de museos, debemos explorar todo el tiempo nuevas lógicas en tensión, y esquemas de cooperación entre el arte y otros ecosistemas. El interconector natural más eficiente entre el arte y la salud es “el arteterapia”. Volviendo al esquema de “desafío y recompensa”, si podemos usar al museo como un remedio de un sinnúmero de patologías que teníamos prepandemia, que se magnificaron pospandemia, estamos ofreciendo un “solución estética-emocional” altamente eficiente con un desafío claro y con una recompensa inobjetable: salir de un museo mucho mejor de lo que entramos.
El objetivo es claro: poder diseñar talleres de arteterapia por cada muestra, colección o pieza en la que al museo le interese abordar el tema de bienestar. El costo del desarrollo de dichos talleres de arteterapia no puede ser absorbido por los ajustados presupuestos de los museos públicos, por eso, los amigos de museos debemos ofrecer proyectos orgánicos y transparentes abiertos para todos los interesados (stakeholders). De esta forma, podríamos llegar a nuevos patrocinadores con proyectos competitivos, como empresas de salud, laboratorios y empresas de insumos médicos, entre otros. Será indispensable, como validadores académicos del mundo de la medicina, también contar como aliados a obras sociales, facultades de medicina, facultades de psicología, institutos especializados en medicina del ámbito público y privado, como también los efectores públicos de la salud.
Desde 2018 sos parte de la Comisión Directiva de la Federación Argentina de Amigos de Museos. ¿Qué objetivos y tareas se plantean desarrollar?
La Federación Argentina de Amigos de Museos (FADAM) nuclea a 104 asociaciones de amigos de museos a lo largo y ancho de nuestro país. Asociaciones de amigos de museos de historia, ciencias naturales, artes plásticas, casas patrimoniales y otra tipología de museos son parte de esta potente red de amigos.
Mis primeros conocimientos en terapias de bienestar los tuve representando a FADAM en la Asamblea Anual de la Federación Mundial de Amigos de Museos, en 2019 en Montreal, Canadá. Durante la asamblea se visitaron los principales museos de la ciudad, como así también importantes galerías de arte.
Una de las principales exposiciones la dio el doctor James Pawelski, profesor y director educativo del Centro de Positive Psychology de la Universidad de Pensilvania. Pawelski propone que el arte es una fuerza poderosa para ayudar a individuos y sociedades a superar obstáculos y prosperar, así como imaginar, promover y celebrar diferentes formas de florecimiento. Los museos son lugares únicos para ayudar a desatar esta fuerza. La interacción entre la ciencia del bienestar y las artes se potencializará exponencialmente en el futuro próximo.
La novedad es que hoy en día los médicos ya están recetando ir a los museos. Eso revitaliza nuestra relación con la ciencia y la medicina como un importante stakeholder dentro de nuestra organización.
De esta manera, el arte es el transportador (art is a carrier) y los museos son increíbles y potentes “hubs” (lugar de convergencia). El arte tiene la capacidad de curar, el arte tiene que ser un desacelerador en búsqueda de una nueva forma de meditar y entender la realidad.
El Museo de Bellas Artes de Montreal es reconocido nacional y mundialmente como pionero y mejor intérprete en el campo de la educación, y es un promotor del bienestar a través del arte. De un millón anual de visitantes, más de 300.0000 toman parte de programas educativos, culturales y comunitarios, basados en la terapia del bienestar.
Bajo la supervisión de Nathalie Bondil, directora y jefa de curadores, el Museo de Bellas Artes de Montreal trabaja con 450 organizaciones asociadas a educación escolar, grupos comunitarios y salud en general. El objetivo es trabajar sobre temáticas como violencia, deserción escolar, discriminación, pobreza y analfabetismo, radicalización, racismo, homofobia, personas sin hogar, obsesión con el cuerpo y la imagen, aislamiento, discapacidad y suicidio.
También es la primera institución en diseñar un nuevo tratamiento combinando la experiencia del arte con una aproximación terapéutica. Como parte de esta iniciativa se contrató al terapeuta artístico Stephen Legari, quien trabaja constantemente dentro del museo desarrollando y supervisando proyectos de arteterapia.
Hay muchos proyectos actuales sobre salud y bienestar que se han volcado en estudios que vale la pena leer. Por ejemplo, el estudio de impacto sobre los talleres del museo en personas con desórdenes de alimentación (Concordia University / Douglas Mental Health University Institute), el estudio de impacto sobre los talleres del museo en personas de entre 14 y 25 años con problemas psiquiátricos (Espace Transition, CHU Sainte-Justine), el estudio de impacto de los visitantes del museo que son pacientes con arritmia cardíaca (Montreal Heart Institute), el estudio de impacto cuantitativo del museo en personas con Alzheimer (McGill University, Alzheimer Group and the Alzheimer Society of Montreal), el estudio de impacto en neurofisiología en la visibilización de trabajos de arte y arte creativo en personas con distintos espectros de autismo (Laboratoire de neuroscience cognitive. Centre national de la recherche scientifique and Université de Montréal), el estudio de impacto de la “medicación” en la calidad de vida de personas mayores de 65 años (RUIS McGill Centre of Excellence on Longevity and Jewish General Hospital), el estudio de impacto de la terapia del arte en pacientes con cáncer de pecho y sobrevivientes de esta enfermedad (Quebec Breast Cancer Foundation and Univesité du Quebec en Abitibi Témiscamingue), el estudio de la evolución histórica de salud y bienestar de los programas del museo (Université du Quebec a Montréal), el estudio de impacto del museo sobre visitantes y talleres con epilepsia (Concordia University and McGill University), el estudio de impacto en terapia del arte en inmigrantes (Université du Quebec en Abitibi Témiscamingue).
Al volver de Montreal hice un informe sobre la totalidad de los proyectos de bienestar cultural, y en noviembre de 2019 hicimos la Jornada Anual de FADAM sobre esta temática. No suponíamos que meses después se iniciaría la pandemia de COVID-19 y una de las cuarentenas más complejas de la historia.
El arte virtual o digital es igual de importante que el arte físico, solo cambia el soporte expositivo y la posibilidad de reproducción, que en el segundo es en forma infinita.
¿Cuál es tu mirada sobre el arte virtual en términos de sus alcances y riesgos?
El arte virtual o digital es igual de importante que el arte físico, solo cambia el soporte expositivo y la posibilidad de reproducción, que en el segundo es en forma infinita. Las nuevas generaciones tienen lo digital incorporado en su ADN y son altamente autodidactas, aprenden oficios y otros idiomas, generan contenidos para sus propias redes sociales, realizan música y videos, y también exploran la creación de piezas de arte.
En marzo de 2021, el artista digital Mike Winkelmann, conocido profesionalmente como Beeple, vendió su obra “Los primeros 5000 días” en 69.346.250 dólares estadounidenses. Durante ese año también se dio un fenómeno criptofinanciero único, con el advenimiento del Blockchain (cadena de boques) y las criptomonedas.
El mayor riesgo actual que tiene el arte digital, comparativamente con el arte físico, es la escasez. Tomar la decisión de ir a un museo, centro cultural o galería de arte requiere de una decisión que compromete diferentes acciones: trasladarnos hasta el lugar, entrar a diferentes salas donde hay un diseño expositivo que está profesionalmente estudiado, entender que existe una planta de iluminación que destaca las obras y anula el resto para que la atención sea exclusiva de la pieza artística, interactuar en silencio o en voz baja con otras personas que están haciendo la misma experiencia, adquirir el texto curatorial que fue pensado exclusivamente para esa muestra en un tiempo y espacio definidos, entre otros. La obra digital es enviada por WhatsApp para ser apreciada en una pantalla de 6 pulgadas mientras nos trasladamos del trabajo a nuestra casa en un medio de transporte público.
No descalifico la obra digital bajo ningún concepto, por las cuestiones anteriormente citadas, pero marco la diferencia en los formatos y las experiencias para poder acceder a una profunda experiencia artística. La clave será la combinación de variables más importantes que tiene el arte físico con el digital y pensar nuevas formas de experiencia que respeten los cánones que le dan una identidad a cada una de estas vertientes.
Entrevista a Mariana Mena, responsable de la ONG Madre Teresa de Lourdes y del proyecto “La calle no me define”
¿Cuándo se crea la ONG y con qué objetivos?
Somos una ONG que nació con la pandemia. El padre Juan Estrade, de la Basílica de Lourdes de Rosario, tomó la postura de abrir la iglesia a la gente durante la pandemia y me convocó para dar de comer a las personas que necesitaban porque no tenían trabajo por la pandemia. Llamé a Daniela Famea, a quien conocía de otras actividades solidarias porque junto a un grupo de voluntarios dábamos 200 viandas de lunes a lunes. Luego nos fuimos transformando en centro de contención y le fuimos dando la impronta que nos representa: nuestros pilares fundamentales son la educación, el arte y la creatividad. Los objetivos siempre fueron recibir, acompañar, integrar y trabajar por la promoción de la persona. Nos centramos en el abordaje de la problemática de situación de calle.
¿Cuáles son los principales problemas que afrontan las personas en situación de calle?
Las personas en situación de calle tienen algunas problemáticas que las atraviesan, y en un porcentaje de casi el 90%. El principal problema son las adicciones, y aunque no somos centro de rehabilitación, tomamos la problemática. También existen dificultades socioeconómicas, nuestros usuarios vienen de familias destruidas y son producto de muchos años de incomunicación.
En nuestro centro tomamos población masculina y encontramos muchos casos de depresión no diagnosticada. A esto se le suma que por su condición de hombres, y en un contexto que ante un problema les indica que se tienen que arreglar solos, les cuesta muchísimo pedir ayuda y hablar.
¿Cómo se gestó el proyecto “La calle no me define”?
Primero surgió en la institución el nombre, ya que era una consigna que veníamos aplicando y tratando de transmitir a los muchachos para poder contar lo que vemos nosotras. Ante los interrogantes ¿están en calle?, ¿son solo eso?, ¿eso los define?, la repuesta era negativa.
En 2023, en nuestras rondas de charlas, los invitamos a escribir y contar a la sociedad lo que quisiesen para que los conozcan. Acá tuvimos la primera gran sorpresa: todo lo pedido o planteado era emocional, no pedían nada material. A partir de este insumo pensamos en hacer afiches. Como ellos ya trabajaban con arte, surgió la idea de darles un marco artístico, y teniendo a unas cuadras el Museo Castagnino, fue la mejor elección. Junto a José Castagnino empezamos a gestionar las piezas en sí: afiches, stickers, instalaciones. Todo con el propósito de que sean herramientas para contar lo que les pasaba, a ellos que nunca se los escucha no solo le pusimos voz sino que la amplificamos.
¿En qué sentido pensás que el arte ayuda a esas personas en situación de calle?
Creo que el arte nos ayuda a todos. Siempre pensé que lo que me hace bien a mí les tiene que hacer bien a ellos, sin importar la situación económica o de vulnerabilidad.
La población en situación de calle es discriminada y estigmatizada, las personas dejan de hablarles. Si pensamos que son personas que arrastran problemas de comunicación, el arte es una herramienta para estimularla. En las actividades artísticas es más fácil contar, se comparte en grupo. Logran despejar la cabeza, tienen un momento en el que pueden correr todo eso que los agobia y pasar a expresar de forma más natural lo que les sucede. El arte funciona como ordenador, también nos pone en condición de igualdad porque no existe mejor o peor léxico, ni un lindo ni feo.
Durante el desarrollo del proyecto, ¿qué cosas escuchaste de los protagonistas de las obras?
En nuestra última actividad en el MACRO (Museo de Arte contemporáneo de Rosario), una persona que había realizado obra y que se llama Coky nos dijo: “Jamás pensé que toda esta gente me iba a saludar, a ver, a hablar”. Ellos cuentan con orgullo “esta es mi obra”, Dicen “estoy en calle pero yo hago arte”, “quiero mandarle mi dibujo a mi familia” y en muchos casos funcionó para la revinculación. También he escuchado: “A mí lo único que me calma es ponerme a dibujar”.
Pero no es importante solo lo que nos dicen sino lo que se dicen a sí mismos. Cuando hablan de lo que hacen es como si se les inflara el pecho porque tienen algo bueno que contar.
¿De qué otras maneras los ayudan?
En el espacio pueden lavar la ropa y somos un lugar de guardado. Gracias a “La calle no me define”, luego de una jornada en el Colegio Médico junto a Paula Gimbatti, se acercó una arteterapeuta y como voluntaria hace arteterapia todos los miércoles. Además, dos veces por semana hacen terapia grupal y una vez por semana individual. Tenemos también taller de carpintería, inteligencia artificial y alfabetización con la Universidad Nacional de Rosario, y de reciclado de plásticos. Hacemos todo tipo de trámites, incluidos ingresos a los refugios, los currículums para que puedan volver a trabajar. Gestionamos internaciones por consumo problemático y realizamos salidas culturales a museos y teatros, entre otros.
Nuestra tarea es dedicar mucho tiempo a escucharlos, a conocerlos para saber qué siente y qué necesita cada uno, y acompañar en el proceso de tomar buenas decisiones. Somos sostén, pero partimos de la voluntad de cambio del otro.
Solo quisiera agregar que, hasta en los peores días, con Daniela siempre volvemos pensando que las que más ganamos somos nosotras.
Cómo citar este artículo:
Entrevista a José Castagnino (2024). Arteterapia. Proceso Creativo y Transformación, 12.