Los orígenes comunes entre la danza y la música
En este artículo, el autor aborda el debate sobre los inicios en común de la danza y la música, que van de la mano, ubicando estas manifestaciones artísticas dentro de un ciclo que guarda estrecha relación con la existencia humana desde tiempos inmemoriales.
Resumen
El artículo aborda el debate sobre los inicios en común de la danza y la música, originadas éstas en las funciones y fuerzas vitales expresivas humanas. Tensiones, relajaciones, repeticiones, ascensos, descensos, intensidades, entre otros.
Palabras clave: danza, música, origen, energía vital, complejidad, caos- organización.
Introducción
El inconcluso debate de si el inicio en los comienzos de la danza o de la música es uno u otro, podría resolverse si ubicáramos en otro lugar su origen. Desde allí, ambos surgirían de una misma fuente y simultáneamente se desarrollarían según su propia naturaleza intrínseca.
Ubiquemos en un lógico y cronológico tópico que preexiste y coexiste con la danza y la música, la fundamentación vital de estas: la misma fuente de la vida (preartística) que pulsa en nosotros desde antes del comienzo de nuestro nacimiento y lo hace hasta el propio momento de la muerte (o quizás un poco más).
En la naturaleza apreciamos ciclos rítmicos (el día, la noche; el verano, el invierno) y otros de carácter cualitativo (ciclo de la lluvia, vientos, etc.). Conocemos las diferencias de presión y el carácter de las estabilidades. Nada de esto es eterno, salvo su retorno.
El cuerpo está inundado de energía vital: ritmos y movimientos, fuerzas y fluidos, impulsos y retracciones. Yendo incluso a una instancia más primordial, diríamos: tiempos (traslaciones del presente y, acaso ¿no podría ser esta una definición del ritmo?) y espacios (desplazamientos de ejes, ocupación de territorio, proximidades y lejanías).
Ambas categorías presentan continuidades y discontinuidades, regularidades y excepciones, simplezas y complejidades, caos y organización.
Apreciemos, desde esta óptica, las siguientes actividades:
- Tomar, comer, masticar (velocidades, repeticiones, ritmos).
- Orinar, defecar (tensiones y descargas finales).
- Dormir y despertar (transiciones y relajaciones).
- La vida sexual (pulsaciones rítmicas que en algún punto de la tensión descargan anticipando así una relajación posterior).
Todas estas funciones del organismo pueden visualizarse desde las categorías de tensión y distensión en los aparatos digestivo, circulatorio, respiratorio, reproductor, nervioso. W. Reich ha trabajado estos conceptos, incluso asociándolos con la angustia y el placer: la contracción (angustia) y la expansión (placer). La fórmula vital en común que encuentra es “tensión-carga-descarga-relajación” (T-C-D-R).
En la naturaleza apreciamos ciclos rítmicos y otros de carácter cualitativo. Conocemos las diferencias de presión y el carácter de las estabilidades. Nada de esto es eterno, salvo su retorno.
Claro está que estas funciones pueden aparecer con perturbaciones, que no serán aspectos a desconsiderar: tensiones que ascienden y no terminan de relajar (insistiendo nuevamente en el ascenso), repeticiones mecánicas que salen de lo metafórico, bruscos inicios o finales que dan cuenta de un proceso anterior que irrumpe en una inesperada sorpresa, estados inmóviles que denuncian una inhibición o detención del flujo energético, descargas insatisfactorias…
Mas la capacidad simbólica habilita otorgar significaciones diversas a estos estados, produciendo metaforizaciones que se enlazan con un contenido lleno de sentido.
De algún modo, los síntomas son expresión de esto, aunque aquí nos interesa pensar en cómo el arte crea nuevas narrativas que se apoyan en estas fundamentaciones vitales.
En la música, podemos sospechar esta primordial lógica presente en la organización de los tiempos (ritmos) que incluye pausas, aceleraciones, permanencias o repeticiones. En el devenir de tensiones, podríamos ubicar, como niveles y movimientos de ascenso o descenso de las alturas, el plano de lo melódico.
Y la armonía, tanto en los sitios de tensión y relajación tonales (armonía funcional) como en la coexistencia de consonancias y disonancias de las voces que conforman los acordes que, sumados a lo horizontal de su desplazamiento, ubican el ritmo y enlaces armónicos. De más está decir que el acorde perfecto mayor se encuentra en la propia naturaleza, dados los componentes de los armónicos en todo sonido complejo: la fundamental, la octava, la quinta justa, la tercera mayor.
La intensidad es directamente proporcional al nivel de tensión interior que se expresa en la amplitud de esa sonoridad.
En la danza aparece con mayor obviedad la relación con lo corporal, desde los movimientos en los niveles en el espacio, los desplazamientos con sus tempos y velocidades, la fuerza y la flexibilidad, los ascensos y caídas del caminar, del correr y del saltar, hasta las gestualidades y relajaciones implicadas en los suspiros, los bostezos, las toses y estornudos, incluyendo el lenguaje expresivo de las tensiones que se manifiestan en los esfuerzos, los enojos, las preguntas, las invitaciones o las sugerencias de encuentro.
En la música, podemos sospechar esta primordial lógica presente en la organización de los tiempos (ritmos) que incluye pausas, aceleraciones, permanencias o repeticiones.
¿Cómo visualizar y escuchar estas dimensiones en el discurso artístico, si es hoy en día, ya muy elaborado y metaforizado? Tendremos que proponer un ejercicio de síntesis, como si pudiésemos apreciar el movimiento de lo melódico en una frase amplia, por ejemplo, como un arco expresivo, donde además incluimos en ese él sus propiedades rítmicas y de intensidad de matices. Asimismo, podemos apreciar, como narrativa, una secuencia de movimientos corporales con un determinado fin: qué pretende alcanzar, de qué necesita huir, cómo puede caer o ascender…
En la danza aparece con mayor obviedad la relación con lo corporal, desde los movimientos en los niveles en el espacio, los desplazamientos con sus tempos y velocidades, la fuerza y la flexibilidad, los ascensos y caídas del caminar…
[1] Licenciado en Psicología (Universidad de Buenos Aires, Argentina). Profesor de Psicología en Nivel Medio y Superior (Universidad de Buenos Aires). Magíster en Gestión Educativa (Universidad Nacional de San Martín, Argentina). Psicólogo Social (Esc. Dr. Pichon-Rivière, Argentina). Músico y constructor. Cofundador y Director General de la Primera Escuela Argentina de Arteterapia. Fundador y presidente del Movimiento Argentino de Arteterapia (MAAT). Autor de los libros: Clínica del pensamiento arteterapéutico; Poéticas del tiempo; Educación, salud y derechos (inédito); Arteterapia. Semánticas y Morfologías; Creatividad, psiquismo y complejidad; Subjetividad y estrés docente, Psicomúsica, en el arte, la pedagogía y lo terapéutico y Vínculos, conciencia y creación.
Cómo citar este artículo:
Reisin, A. (2024). Los orígenes comunes entre la danza y la música. Arteterapia. Proceso Creativo y Transformación, 12.